SEXO MEDICADO - VIAGRA FEMENINO

Inmediatamente pensé en ti (GONZALES GARCÍA, 2015), cuando un amigo me llamó para preguntarme sobre el viagra femenino.  Ciertamente, fue un gran alivio, para los varones, la entrada al mercado del viagra, porque solucionaba una serie de problemas en el sexo masculino: la enfermedad, la edad o los problemas de erección jamás volverían a ser obstáculo para una “buena” relación sexo-genital.  El citrato de sildenafil, de la noche a la mañana, se hizo mágico para las relaciones de pareja.  Por supuesto, obtuvo más propaganda que el descubrimiento de las píldoras anticonceptivas.  Incluso menos resistencias, obviamente. 

Detrás del medicamento descubierto, se esconde una gran verdad de explotación, junto a la ideología capitalista, apoyada en la psicología androcéntrica.  No cabe la menor duda que, nos convertimos en actores y víctimas (HAN, 2014), cuando ponemos toda nuestra esperanza en el medicamento para un óptimo rendimiento sexual.  La explotación, autoimpuesta, es más eficaz que la externa, porque se asocia al sentimiento de libertad.  El tú puedes incluso ejerce más coacción que el tú debes.  La coacción propia es más fatal que la coacción ajena, ya que no es posible ninguna resistencia contra sí mismo (HAN, pág. 21)

Así las cosas, en la lógica de la psicología androcéntrica, el viagra tendría que hacer el mismo efecto en la mujer.  De ahí que, soñar que la falta de deseo sexual de las mujeres, quedaría solucionado definitivamente.  Estudios van y vienen, se va descubriendo otra genealogía del placer sexual en la mujer.  En el 2004 aparece un parche de Testosterona, con el nombre comercial de Intrinsa.  Al escaso resultado del medicamento se descubrió, el 2010, otro medicamento que trabaja con los neurotransmisores de excitación, denominado Flibaserin, aprobado y puesto en el mercado en el 2015 (GONZALES GARCÍA, 2015, págs. 37-51).  Lo que se buscaba, era frenar el trastorno de deseo hipoactivo en las mujeres.  Esto de los diagnósticos es otro problema, producto del prejuicio de heternormatividad (Di Segni, 2013, págs. 330-331).

Ni viagra, ni Intrinsa o Flibaserin, por muy aprobados que estén, lograrán el desafío del placer sexual, cuyo componente está en romper las barreras de los prejuicios científicos.  Tenemos que centrarnos más en los componentes afectivos y emocionales, que la psicosexualidad nos otorga, para disfrutar mejor de nuestros cuerpos.  El sexo femenino, entendido como un sistema neuronal pélvico (WOLF, 2013, pág. 43), es más que una vulva o vagina.  Hacia allí, tiene que apuntar, cada vez que hablemos de sexualidades en el ser humano.  Más aún, cuando se trate de lo femenino. 
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Di Segni, S. (2013). Sexualidades. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
GONZALES GARCÍA, M. I. (2015). La medicalización del sexo. Madrid: Catacrata.
HAN, Byun.-Chul. (2014). La agonía del Eros. Barcelona: Herder.
WOLF, N. (2013). Vagina. Vagina. Barcelona: Kariós.


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