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Mostrando entradas de octubre, 2018

Psicología de la conciencia democrática

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“Por la verdad, mi partido político y mi familia”, ha dicho #KeikoFujimori, en nuestra cara, Franklin de mi corazón.   Tienes razón, son palabras que nacen de lo más hondo de su ser.   Para que esos tres elementos, se hagan conciencia tendrían que ir acompañados de inteligencia.   Eso es imposible, en una personalidad como los #Fujimori, porque la inteligencia la dona el pueblo.   Lo sabemos perfectamente, tú y yo, hermano mío.   Cuando en psicología hablamos de conciencia, hablamos de la combinación entre sentimientos e inteligencia.   ¿Qué significa esta combinación en Psicología de la democracia, estimado Franklin? Significa que la inteligencia es un proceso interno que se entiende en la interacción con el medio.   Es decir, en el contexto que nos toca vivir con otras personas en un tiempo determinado.   En las relaciones de la rutina diaria.    Es allí donde se resuelven los problemas elementales por conseguir: vivienda, alimento y vestido.   Resueltas esas necesidades básica

Del amor y otras decisiones, desde la Psicología.

Sólo observo sus miradas, como queriendo explicarme que la vida, en las cuestiones del amor, es más sencilla que la testarudez de una moral absurda, basada en grupos de poder, deseando controlar el más mínimo movimiento de todos.  Pero, la sabiduría del cerebro va más allá de unas normas consensuadas y manipuladas, sobre las decisiones personales del amor.  ¿Qué me quieren decir los jóvenes universitarios de lengua-literatura, informática, ciencias matemáticas e ingeniería civil? Me dicen que las decisiones personales son una cuestión de química cerebral, basada en algoritmos de cálculos matemáticos en nuestro sistema nervioso.  Al igual que el enamoramiento.  De no ser así, la psicología no tendría sentido.  ¿Cómo así? Desde que Liebowitz y Walsh nos dijeron que cuando se juntan cuatro elementos psicológicos entre dos personas, generando una energía de atracción intensa, nuestro cerebro comienza a segregar unas sustancias químicas, llamadas neurotransmisores, que producen efe

Psicología del autocontrol, desde la #SeñoraK

Cuando nos enseñaron a controlar los esfínteres, pasó un tiempo prolongado de ensayos, para lograrlo.  Nos decían que pidiéramos ir al baño, siempre que necesitáramos. Teníamos que hacer esfuerzos para retener la incomodidad que sentíamos dentro de nosotros mismos, hasta decirle a alguien y nos lleve al baño y expulsar lo que nos molestaba interiormente.  Cuando estaban ocupados y nos hacían esperar un ratito más, nos esforzamos por aguantar otro tiempo añadido lo que nos molestaba.  A veces no podíamos más y lo expulsamos.  Sentíamos un gran alivio: el placer de expulsar algo que nos molesta.  Inmediatamente, el rostro molesto de las personas, que renegaban o nos cambiaban bruscamente de pantalones.  Nos sentíamos placenteramente aliviados y al mismo tiempo culpables.  Pero, aprendimos a controlar e ir al baño. Nuestro cerebro grabó ese proceso (algoritmo): placer-culpa-miedo .  Pero, ¿Qué tiene que ver esto con nuestra vida adulta, #SeñoraK?  Los expertos le denominan locus de

La desnudez psicológica de la religiosidad: El placer sexual.

Estoy observando tus ojos, estimado Martin, mientras me hablas de Dios, la muerte y la salvación.  Los tres elementos del bullying religioso que has recibido durante tu vida y la única alternativa, desde tu fe, para explorar el universo de tu intimidad, sexo y género.  Entonces, me sumerjo en los mitos, que la religiosidad ha puesto a tu alcance, intentando descifrar tus experiencias sexo genital.  Abro los ojos, lo más que puedo, como si a través de ellos estuviera escuchándote.  Sabiendo que ya no volveré a ser el mismo después de tus conclusiones: ¿Por qué nadie se pregunta sobre el deseo de Dios antes del fruto prohibido?, me preguntas como si fuera yo un experto de la teología.  Soy tu psicólogo, no tu pastor ni tu “director” espiritual.  Pero, tú respondes, como si yo fuera el que he preguntado esa barbaridad. Antes del fruto prohibido, él y ella vivían disfrutando del paraíso que Dios les regaló.  De la naturaleza.  Esto incluía el regalo de su desnudez.  Dios los pensó nat