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Mostrando entradas de junio, 2016

Intimidad: nos define el cariño mutuo y la lucha compartida.

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Ni las derrotas ni las victorias me definen.  Las derrotas me dejan un aire pesimista de mí mismo.  Las victorias un aire narcisista de sobrevaloración de mí mismo.  Ambas situaciones son un engaño, para cuando quiero definirme ¿Quién soy?  o ¿Quién dice la gente que soy yo?.  Esto tendría que tenerlo claro, desde mi experiencia.  Nadie, absolutamente nadie, está llamado al sacrificio ni al culto desmedido de su personalidad.  Si pregunto a los demás por mí, no es más que un ejercicio de auto idolatría, que hasta por demás, raya con lo patológico.  Por lo tanto, si tenemos que ser sinceros, con nosotros mismos, esa pregunta es irrelevante.  Humanamente sin importancia, por salud mental. Lo que me define es la vulnerabilidad del padecimiento, el rechazo por el poder, la muerte que impone el actual sistema.  Junto a estos predicados, me define también las victorias, el gozo, la alegría de que la vulnerabilidad no doblega mis principios, ni mis opciones personales.  Precisamente esto es

El exilio en el propio cuerpo.

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Mientras me habla, veo sus ojos fijos en los míos.   Esperando una respuesta a una situación interna, que ni él mismo entiende.  En mi recuerdo afloran los relatos del sur del Perú.  Pero al que tengo frente a mí, es mi paisano campesino del nor andino.  En ese instante él se convierte en mi terapeuta, refrescando mi memoria.   - ¿Por qué estás aquí? - Siento que el corazón se me sale, cada vez que cojo la pala.  No puedo respirar, me ahogo.  Me hormiguea todo el cuerpo. El doctor dice que no tengo nada.  Por eso, me ha mandado acá. - ¿Desde cuándo estás así? - Hace tiempo.  Pero antes me venía de vez en cuando.  Ahora es más seguido.  Me da miedo.  No me deja trabajar. - ¿Alguna vez has tenido mucho miedo?  ¿Te han asustado? - Hace tiempo, por los años 90, llegaron corriendo los vecinos a mi chacra.  Diciendo que la policía y el ejército estaban entrando a mi casa.  Corrí a ver a mi familia.  Todos estaban afuera, en la calle.  Frente a mi casa.  Ellos habían entrado para

Sebastián. Hacia una ética postconvencional.

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El caos vehícular.  El desorden del pueblo.  La música de nuestra cultura.  Idiomas (español-inglés) que no puede traducirse.  Los chismes que podemos escuchar.  Mujeres y varones en una trama de suposiciones: "creí que solo era sexo... pero se aman."  Una madre y un pequeño hijo, a quien se le había hecho creer que su padre estaba muerto.  Una madre que envió lejos al hijo, para borrarlo de su existencia.  Confusión de sentimientos, ética e identidad humana.   Según la forma cómo se ordena nuestra ciudad, así es como organizamos los sentimientos y las relaciones humanas de los ciudadanos.  Podemos hablar un mismo lenguaje, sin entendernos en absoluto y crear soledades, con sufrimientos indecibles.  Por eso, ante la muerte, de quien sea, no hay rezos que valgan ni amenazas de infierno que puedan sostenerse sin sospechar que se trata de enfermedad mental o rayar con lo absurdo: tres mujeres vestidas de negro, para interrumpir el paso siempre, con rosario en mano.  Es l