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Mostrando entradas de noviembre, 2017

Psicología, desde la base epistemológica del amor. ¿Intrusismo?

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Es el momento en que la entrevista, televisada, tienes que responder sobre el intrusismo en la psicología.  El periodista, pone énfasis en las llamadas constelaciones, meditación tipo yoga entre otras.  Espera con rigor tu respuesta.  Estoy observando en la pantalla chica, que está al costado del estudio, con mucha atención tu respuesta.  Pienso, en ese preciso momento, de todo lo que hemos conversado desde que nos convocaste a participar contigo en este proceso electoral. Comienzas hablando de los pacientes.  Yo pienso en aquellos que he dedicado mi profesión en los últimos quince años: en la sierra del sur y del norte del Perú.  Estoy conectado, en ese momento, por un proceso neuronal contigo, porque el cerebro no es razón pura, sino que está entrelazado al emocionar (MATURANA ROMESÍ, 2008, pág. 47), aquella zona límbica, que hace que nuestro ser se estremezca de placer, entusiasmo, para que lo que aprendamos se quede de por vida.  Sin emoción no hay aprendizaje.  Entonces no es

Alejandra; mis recuerdos y la torta de chocolate, desde la psicología femenina

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- Es una semana intensa.  Soy candidata y tengo que hablar sobre algunas cuestiones que nos han dado previamente.  No es que vayamos a polemizar, una frente a otra.  Cada una va a exponer sus puntos de vista. Me mira.  Sonríe.  Continúa hablando, como si leyera mi mente.  Como si supiera lo que estoy pensando.  Entonces, entiendo que solo necesito escucharla, desde mi situación de varón, frente a ella, con apenas sus 15 años: “Las redes sociales tienen su origen en aquella historia que nos contaron.  Cuando nadie sabía leer ni escribir.  Cuando teníamos que estar concentrados para entender que se nos decía.  Así todos aprendimos las primeras producciones literarias, que eran escritas a pulso, por sus autores.  Así nos contábamos las historias una tras otra…” En ese momento, mi mente se traslada a la imagen de mi abuela.  Sentada en el pasillo de la casa, en su perezosa.  Se teñía sus canas, color negro.  Me contaba de aquel ladrón que entró a casa de su vecina.  Cuando ell