Psicología de la conciencia democrática


“Por la verdad, mi partido político y mi familia”, ha dicho #KeikoFujimori, en nuestra cara, Franklin de mi corazón.  Tienes razón, son palabras que nacen de lo más hondo de su ser.  Para que esos tres elementos, se hagan conciencia tendrían que ir acompañados de inteligencia.  Eso es imposible, en una personalidad como los #Fujimori, porque la inteligencia la dona el pueblo.  Lo sabemos perfectamente, tú y yo, hermano mío.  Cuando en psicología hablamos de conciencia, hablamos de la combinación entre sentimientos e inteligencia.  ¿Qué significa esta combinación en Psicología de la democracia, estimado Franklin?

Significa que la inteligencia es un proceso interno que se entiende en la interacción con el medio.  Es decir, en el contexto que nos toca vivir con otras personas en un tiempo determinado.  En las relaciones de la rutina diaria.   Es allí donde se resuelven los problemas elementales por conseguir: vivienda, alimento y vestido.  Resueltas esas necesidades básicas, entonces nuestro cerebro se prepara para solucionar situaciones que requieren mayor complejidad.  Pero, no podemos pasar de lo complejo a lo básico. Es al revés. Esa capacidad resolutiva, inteligencia humana, toma todo su sentido político asociada a los sentimientos de unos por otros.  Búsqueda del bien común.  De ahí, que saliéramos a las calles a gritar con fuerza para que la corrupción no nos quite ese bien común.  Ahora mismo, querido Franklin, tengo tu imagen gritando las arengas, para que los #Fujimori no ganen las elecciones en nuestro país.  Tenías razón, a la #SeñoraK, como ahora la conocemos, sólo le importa su verdad, su partido y su familia, como extensión de su narcisismo patológico.  En su cerebro, no puede entrar el sentimiento por el Perú, y mucho menos por los peruanos.  No existimos.  Somos irrelevantes.  Para ese sentimiento, se necesita inteligencia.  El narcisismo no permite ese lujo de resolver problemas complejos.  ¿Por qué tanto arraigo de un partido político, con sentimiento truncado y sin inteligencia, en una democracia como el Perú?                                                                 
                                                           (Foto de Leandro Amaya)
                                          
Te miro Franklin, para esperar tu respuesta.  Veo la vena por tu cuello, que sobresale al seguir gritando en las calles de Piura.  Entonces, pienso en la respuesta y me quedo frío de espanto.  Un inmenso grupo de peruanos sustituirá a #FuerzaPopular, por otra agrupación que comienza a gestarse, desde ya.  Esto es así, porque en nuestra mente colonizadora no ha salido aún la idea de patronazgo, donde se reparten las ganancias y el botín, entre caudillos, presidentes y dictadores.  Temo, querido Franklin, que uno de los representantes está naciendo de nuevo, disfrazado con un viejo ropaje oligárquico.  De aquello que hablaba nuestro padre.  Años más tarde, nos enteramos que fue uno de los partidos políticos que más asesinatos de peruanos inocentes permitió, porque a ese grupo político tampoco le importó los peruanos. También lleva tatuado en su seno el segundo adjetivo de #Popular. No se diferencia en nada a #FuerzaPopular.  Por eso, te pregunto una vez más, hermano mío: ¿Valió la pena gritar por las calles, haciendo un llamado a la psicología de la conciencia democrática?

¡Sí, vale la pena!  Porque, en cada colapso de grupos de poder, como el que estamos presenciando, se entierra una de las formas que tiene la corrupción, para tomar la dirección de nuestro país.  Quizá, junto a esa caída, de grupos con historia de crímenes y robos, en su haber, se entierra también un pedazo inmenso de la democracia.  Aquella forma que, por ensayo y error, estamos aprendiendo con sudor y lágrimas.  Y, aunque solo exista en nuestra cabeza llena de fantasía, tendremos que vivir el duelo, porque está desapareciendo también.  Sería terrible que esta fantasía de la democracia, sea liderada por grupos de poder, donde el sentimiento que los une solo es el egocentrismo de su verdad, su partido político y su familia.  Los demás, seríamos sus siervos para ser dirigidos en respuestas como aplaudir, sentarnos, pararnos, por una suerte de estímulo y respuesta ante la voz de nuestro amo narcisista.  Una especia de robótica humana, sin la capacidad de combinar inteligencia y sentimiento.  Que esa democracia muera, de una vez por todas, en cada proceso judicial de bandas criminales sobre masas humanas, que nos despierte poco a poco, para re-inventar otra manera de gobernarnos. Mientras tanto, Franklin de mi corazón, seguiremos en las calles gritando fuerte, en nombre de nuestra libertad y de todos aquellos, que sin merecerlo, nos han conferido el derecho de ser felices en nuestra fantasía por lograr una sola Patria para todos y todas, en el Universo que nos ha tocado vivir.
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HARARI, Y. N. (2018). 21 lecciones para el siglo XXI. Lima: DEBATE.

KAHNEMAN, D. (2012). Pensar rápido, pensar despacio. Barcelona: DEBATE.

PINKER, S. (2015). Los ángeles que llevamos dentro. El declive de la violencia y sus implicancias. Barcelona: Paidós.

QUIROZ, A. W. (2016). Historia de la corrupción en el Perú. Lima: IEP-idl.



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