onanismo = autoerotismo = sexo solitario = masturbación ... (Segunda parte)
Las manos tiemblan. Brota mucho acné. Quita energía para el deporte. Vuelve locx a cualquiera que la practica. Se les quita el hambre y se muestran raquíticxs. Prefieren el sexo solitario que estar con su pareja. Es antinatural para el ser humano... Son parte, de una larga lista, sobre los mitos respecto a la masturbación. Todos estos argumentos existen, aproximadamente, desde finales del S. XII, hasta nuestros días. Sustentados en la medicina de la época. Posteriormente avalados por la moral y la religión, hasta comienzos del siglo pasado. La ciencia, como toda producción humana, tiene sus prejuicios.
Tal fue la situación que, 450 personas fueron ejecutadas, entre 1580 y 1650, por tener alguna manifestación, de la practica del sexo solitario. Esto sucedió en Madrid, Palermo y Sevilla (LAQUEUR, 2007), por poner un ejemplo. La cuestión era tan apremiante, como en algunos grupos hoy, que a comienzos del S.XIX, el médico Pierre Jean Corneille Debreyne, afirmó que la masturbación tiene como consecuencias: "...pérdida de todas las facultades morales, de inteligencia, memoria, vivacidad, salud, sociabilidad, todo cuanto nos hace humanos" (Ibid). Razones que perduran hasta hoy. ¿Por qué se llegó a esta situación?
Las expresiones sexuales siempre fueron consideradas sociales, jamás privadas. Se controlaban a través de los acuerdos convencionales: matrimonios, concubinatos, noviazgos y un largo etcétera. Incluso, el tema de la lectura, de cualquier texto, era comunitaria. Jamás en privado, como hoy frente a la computadora o a un libro. Por eso, las cartas por el correo tradicional, fue toda una revolución para su época. Los médicos, en pleno 1806, llegaron a decir que: leer solx en la cama "...implica herir los ojos, dañar el cerebro, el sistema nervioso y el intelecto" (Sibila, 2008). Todo esto, asociado al tema del control sobre alguien o algunxs. Es lo mismo que nos sucedió cuando éramos niños. Mientras estábamos pequeños, los adultos nos controlaban y trataban de modelar nuestra conducta. A medida que crecimos, comenzamos a reclamar nuestra independencia, autonomía y privacidad. Cuando las personas que nos cuidan, dejan de tener el control sobre nuestras vidas, comienzan las crisis familiares. En el caso social, es algo parecido.
Y es que, la privacidad, autonomía e independencia es el origen de la evolución hacia otro estilo de vida. Quizá por eso, la biología se ha encargado que la practica del sexo solitario, estimule la liberación del neurotransmisor dopamina, que nos permite estar totalmente relajados, para comenzar siempre de nuevo, con energía renovada. Sin que los cambios se perciba como un infierno. Así lo ha comprendido, la doctrina católica en su actual Catecismo 2352b, donde hay una serie de requisitos en el desarrollo humano, que hacen de la practica masturbatoria, fuera de culpabilidad moral. Aunque no debería ser su tema, como doctrina religiosa, pero al menos, es una visión más coherente con nuestras existencias.
Tal fue la situación que, 450 personas fueron ejecutadas, entre 1580 y 1650, por tener alguna manifestación, de la practica del sexo solitario. Esto sucedió en Madrid, Palermo y Sevilla (LAQUEUR, 2007), por poner un ejemplo. La cuestión era tan apremiante, como en algunos grupos hoy, que a comienzos del S.XIX, el médico Pierre Jean Corneille Debreyne, afirmó que la masturbación tiene como consecuencias: "...pérdida de todas las facultades morales, de inteligencia, memoria, vivacidad, salud, sociabilidad, todo cuanto nos hace humanos" (Ibid). Razones que perduran hasta hoy. ¿Por qué se llegó a esta situación?
Las expresiones sexuales siempre fueron consideradas sociales, jamás privadas. Se controlaban a través de los acuerdos convencionales: matrimonios, concubinatos, noviazgos y un largo etcétera. Incluso, el tema de la lectura, de cualquier texto, era comunitaria. Jamás en privado, como hoy frente a la computadora o a un libro. Por eso, las cartas por el correo tradicional, fue toda una revolución para su época. Los médicos, en pleno 1806, llegaron a decir que: leer solx en la cama "...implica herir los ojos, dañar el cerebro, el sistema nervioso y el intelecto" (Sibila, 2008). Todo esto, asociado al tema del control sobre alguien o algunxs. Es lo mismo que nos sucedió cuando éramos niños. Mientras estábamos pequeños, los adultos nos controlaban y trataban de modelar nuestra conducta. A medida que crecimos, comenzamos a reclamar nuestra independencia, autonomía y privacidad. Cuando las personas que nos cuidan, dejan de tener el control sobre nuestras vidas, comienzan las crisis familiares. En el caso social, es algo parecido. Y es que, la privacidad, autonomía e independencia es el origen de la evolución hacia otro estilo de vida. Quizá por eso, la biología se ha encargado que la practica del sexo solitario, estimule la liberación del neurotransmisor dopamina, que nos permite estar totalmente relajados, para comenzar siempre de nuevo, con energía renovada. Sin que los cambios se perciba como un infierno. Así lo ha comprendido, la doctrina católica en su actual Catecismo 2352b, donde hay una serie de requisitos en el desarrollo humano, que hacen de la practica masturbatoria, fuera de culpabilidad moral. Aunque no debería ser su tema, como doctrina religiosa, pero al menos, es una visión más coherente con nuestras existencias.
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