"Medicina sin engaños". ¡Autonomía, justicia y beneficencia, en alto riesgo!



Se manipula la autonomía de elección por el mejor método de tener una vida saludable, recurriendo a la tradición.  Entendida, esta última, como el ideal alucinado del edén, donde jamás nadie sufrió ni padeció ningún mal.  Todo era bello y saludable.  Entonces se fundamenta que la vida era nejor sin padecer enfermedad alguna.  Bajo estos prejuicios, se ofrece propuestas medicinales "naturales" como una  "alternativa" a los fármacos.  Esto queda desmentido, rápidamente, cuando los arqueólogos descubren en los restos fósiles, de niños, las líneas de Harris (p.29).  Esta señal tiene que ver con la desnutrición, situaciones de estrés o enfermedades crónicas.  Obstruyen el crecimiento de las personas.  Jamás se vivió en el edén de una vida saludable, en tiempos antiguos.

La justicia, se manipula, cuando se intenta culpabilizar a los altos costos de las medicinas y los efectos secundarios del principio activo, químicos, de cada una de ellas.  Medicamentos costosos, entonces es imposible para la economía de los pobres.  Por supuesto, que los costos son elevados.  Todo medicamento en el mercado pasa por un proceso de prueba, experimentación, que dura mucho tiempo de investigación previa.  Recuperar la inversión de esos estudios es uno de los objetivos, lógicamente.  Si este proceso, se localiza en la empresa privada, sin ayuda del Estado, ¿de dónde recuperaría lo invertido?  Así las cosas, cuando un Estado, no se preocupa de la salud de sus ciudadanos, sin buscar ningún canal para que la medicina sea accesible a todos, entonces el mercado se hace cargo de la salud de todos.  La seguridad social, como mecanismo asistencial y preventivo, por el principio de solidaridad, tendría que ser más efectivo, para que llegue el medicamento al pueblo.  Esta es una tarea urgente y prioritaria, para el Estado.

Asociado a este argumento económico, aparece el  fundamento de los efectos secundarios al cuerpo humano.  Por ello, los medicamentos vienen con la prescripción de las dosis indicadas, contra indicaciones y demás, monitoreadas por el médico.  Detrás de la receta que te hace el médico hay cientos de horas de trabajo, muchísima experimentación, análisis y comparación de los distintos resultados (p.60). Ninguna de estas características mencionadas, vienen con las medicinas "naturales" que no pasan por el proceso de prueba de experimentación.  Tanto es así, que siempre se recetan como un tratamiento paralelo, al indicado por el médico.  Resultando más caro aún, para el paciente.  Vulnerando de esta manera el principio de justicia, cuando el acceso a los medicamentos se reduce a un grupo poblacional que puede pagar sus seguros privados.  El seguro social colapsa en nuestro países latinoamericanos, que es donde tendría que garantizarse el acceso a los medicamentos.  Medicina solo hay una (p.97), no existe la medicina alternativa, sentencia Mulet.  Es allí donde tendría que estar la presencia del Estado.

Se vulnera el principio de beneficencia cuando se deja en el libre mercado utilizar medicamentos "alternativos" con costos elevadísimos, recetados por personas no profesionales, o profesionales concentrados en el lucro, sin pertenecer a ningún Colegio.  Porque lo que se busca con el medicamento no solo es aliviar el sufrimiento, sino erradicar la enfermedad o prevenirla.  Bajo el argumento psicológico: A un amigo le funcionó.  Entonces se deduce que a todos nos tiene que hacer el mismo efecto.  O, simplemente, el pseudoprofesional, o el médico mismo, dice a mi me funcionó, entonces "yo" soy la prueba fehaciente que tal yerba o sustancia "natural" es eficaz.  Cuando este proceso no cumple con curar la patología, entonces la culpa no es del pseudo médico, o profesional estafador.  La culpa es del paciente que lo hizo sin fe, o no tomó las dosis adecuadas, que jamas están prescritas de forma precisa.
Aquí la dirección, para mejor ilustración:  http://listadelaverguenza.naukas.com

Estoy pensando en la promoción de la salud, desde la periferia de Piura (Perú), después de leer a José Miguel Mulet, "Medicina sin engaños".  Me ubica, de entrada, en el contexto inevitable de trabajar para comer y enfermar (p.,28).  Afrontar esta realidad, existencial y antropológica, sin que la autonomía, justicia y beneficencia se vean afectadas por manipulaciones de ningún tipo, es lo que me aferra a pensar desde la pobreza de nuestros pueblos.

¿Cómo introducir este tema en la promoción de la salud, en pueblos vulnerables de los que trabajamos en la periferia?  Aquí la dirección de Mulet, donde podemos interactuar: htpp//jmmulet.naukas.com.  Una gran lectura para la semana!!!

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