Psicología de la personalidad en contextos de pobreza. Tiempos de la covid-19

Mientras escucho la experiencia de Carlos por atender a su papá infectado de la covid-19, pienso en tantas personas cercanas en el contexto de pobreza.  Ellos no dicen “esta situación crítica nos enfrenta entre el límite de la muerte y la vida”.  Ellos dicen lo mismo de otra forma: “el virus nos está matando”.  La diferencia en ambas frases es lo que caracteriza a la personalidad en condiciones de pobreza.  Es limitado, simple y directo.  Por eso el lenguaje de los pobres puede parecernos grosero. 

Se tiene que hacer una cola desde las tres de la madrugada, para llenar los balones de oxígeno.  El frío es intenso.  Y se ve una fila larga de 200 personas aproximadamente.  Las mascarillas están puestas como sea.  A todos se les nota cansados, asustados y desesperados.  Indudablemente todos contagiados o portadores directos del coronavirus.  El único proveedor de la ciudad abre sus puertas a las nueve de la mañana.  Los que pueden hablar se dan consejos y algunas medicinas que han descubierto para sus parientes.  Es la quinta vez que vengo a llenar el balón de oxígeno para mi padre.  Se me parte el alma, porque sé que para muchos su única esperanza es el oxígeno sin ningún tipo de medición y calculo…

No quiero interrumpir el relato de Carlos, pero pregunto en mi interior, qué significa “medición y cálculo”.  Sé que su papá lleva más de quince días en cama, desde que se infectó y que está pasando por su punto más crítico.  Veo a las personas (así son mis amigos y amigas), formando esa larga cola.  Estoy seguro que para ellos la esperanza no es futura ni pasada.  Porque esa dimensión psicológica en su personalidad, no se mide por esos tiempos.  Por ello los planes de vida, para quienes atendemos en psicoterapia en contextos de pobreza, como nuestro pueblo, solo se mueven en la dimensión del presente.  Por eso se lucha.  Se da la vida.  El pasado se intenta superar y los recuerdos se hacen imperceptibles, dan la apariencia de ser desmemoriados.  El día a día, forma parte de la dimensión temporal en la personalidad, en nuestra realidad peruana.  Hoy más que nunca, con el aumento de cuatro millones más de pobres, aproximadamente.  Por ello, me pregunto, ¿Qué quiere decir Carlos con eso de “medición y cálculo”?

…lo que pasa es que no tienen un oxímetro.  Con eso se mide la saturación de oxígeno en los pulmones.  Mientras mi padre baja de 92 tengo que dar más oxígeno para no bajar.  De esa manera, puede resistir para seguir con vida, mientras los medicamentos hacen lo suyo.  Cuando no se mide, el oxígeno pasa lento, para ahorrar, pero su nivel de saturación sigue bajando.  Tengo temor preguntar a los de la fila, si están midiendo, porque siento que es como darles una bofetada, sabiendo que con las justas están pagando para llenar el balón y llevarlo a su casa.  Siento que la covid-19 no solo está matando a las personas, sino también la falta de logística, las condiciones de pobreza y desinformación…

Entonces vuelvo la mirada a Lidia, quien me narraba sollozando que en quince días murió su abuela, tío y padre, que vivían en su casa.  Por ello, su actitud fatalista, reforzada por la sensación del destino como conductor de sus vidas.  Destino que le llaman Dios o lo que sea.  Actitud que despierta el sentimiento de fracaso ante todo en la vida.  Otra de las características de la personalidad en condiciones de pobreza.  Algo que en psicoterapia y en nuestras evaluaciones podemos confundir con depresión en los contextos donde vivo.  O lo que es peor, confundirla con una fe inquebrantable en el más allá.  Si se utiliza esta actitud para despertar el carácter adormecido, entonces es muy útil, reforzar la solidaridad, como elemento comunitario y emprender el camino para salir adelante.  Carlos interrumpe mi pensamiento y continúa hablando de su experiencia:

Mi casa está toda infectada con mi padre.  Imposible seguir todos los protocolos paso a paso, cuando lo único que se piensa es en salvarle la vida.  Mi hermano y yo, no pensamos mucho en los protocolos y lo asistimos directamente  Antes el cuarto de mi padre era el único espacio donde el virus campeaba.  Luego fue el pasillo, para llegar a la habitación.  Después, la habitación donde dormía con mi hermano, que al levantarse por la madrugada a controlar la saturación de mi padre, llevaba al virus a la habitación donde dormíamos.  Finalmente, me di cuenta que toda la casa, estaba infectada.  El único lugar protegido era mi boca y mi nariz.  Así lo siento…

Entonces pienso en todos los que la profesión me llevó a conocer en aquellos lugares donde estuve.  Muchos de ellos tristes, conformistas, disposición sumisa, taciturnos.  Son los rasgos depresivos, propios de la característica de la personalidad en condiciones de pobreza.  Los encuentros celebrativos del pueblo o alguna fiesta, donde emborracharse es el recurso para reír y despejar la seriedad que el trabajo duro y forzado, se mantiene por mucho tiempo.  Es la gran diferencia para que una evaluación psicológica pueda hacer la diferencia entre depresión como diagnóstico final.  La covid-19 ha encontrado el campo perfecto para diferenciar la muerte de unos y otros.  El virus no mata a todos por igual, por esta psicología de la personalidad, en condiciones de pobreza. Se entiende perfectamente que el contexto de los pobres esté infectado totalmente.  Por estar como están y por ser como son.  O para decirlo en su propio lenguaje, claro y directo: como les impusieron ser.  Por ello, Carlos hace la siguiente afirmación:

…Mi padre está saliendo del cuadro crítico.  Cuando deje de usar los balones de oxígeno, tendré que buscar a más gente que lo necesite, para rotarlos y no los tengan que comprar como yo.  Tendré que decirles a todos que midan la saturación, para no hacernos falsas ilusiones que el oxígeno los salvará…

Entiendo la percepción interpersonal que tienen como característica de la personalidad, en contextos de pobreza.  Por ejemplo, los ricos son los que deben ser paternales, para cuidar a los pobres.  Es la ley del mercado.  Porque los ricos piensan que son ociosos y poco competitivos los pobres.  Carecen de hábitos de higiene y por eso se infectan.  Mal educados y “baja” moral.  Por ello, merecen del cuidado paternal de los que tienen dinero, para que les den trabajo y puedan vivir.  Por ello, mantienen cierta indiferencia y desprecio hacia los pobres.  Así lo perciben en estas relaciones interpersonales, característica de la personalidad en contextos de pobreza.  Pienso en las doscientas personas formando cola en la madrugada para llenar los balones de oxígeno.  Muchos de ellos como una forma de trabajo guardado colas para quienes tienen mayores recursos económicos, y puedan cancelar por ese servicio.  Aquí es donde la psicoterapia, en la realidad que vivimos, puede acompañar los duelos de tantos en contextos de tanta pobreza que nos golpea en la cara, para subvertir estas características psicológicas, porque donde más pobres se encuentran por una misma causa: ya sea por un empleo informal, como guardar las colas, o formar colas para intentar sobrevivir con los suyos, nace la esperanza de ver no solo nuestra miseria, sino que son más de uno, que pueden cambiar el rumbo de esta injusticia.  Tarea psicológica que escapa al molde capitalista con su percepción fracasada de globalización en beneficio de la humanidad.  Detrás de esta pantalla, estamos tú y yo, en este contexto latinoamericano, que merecemos más respeto por la vida y la muerte de los nuestros.    

 

 


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