Psicología de un delirio febril

Tomé mi temperatura y estaba volando en fiebre: 38.5 c.  Necesitaba almorzar, una pastilla para la fiebre y descansar.  En esas circunstancias terminé el conversatorio sobre violencia contra la mujer.  Estaba feliz de interactuar con Robin Riquelme, recordando los años en que trabajamos juntos en el sur.  Nos conocimos en una circunstancia muy peculiar de fragilidad, como la fiebre que siento, pero con ganas de cambiar el mundo.  Silvia Di Segni, a quien no he dejado de seguir desde hace 6 años cuando leí su libro sobre sexualidades.  Es la primera vez que interactuamos en tiempo real.  Quizá la fiebre se deba a esos nervios.  Cecilia Velando, que desde que vi su video sobre mujer, poder e iglesia, quedé impactado por la pasión que trasmitía como activista feminista, doblegando cualquier obstáculo que pudiera presentarse.  Algo así como, hacer lo que me gusta sin importar la fiebre que tenga encima.  Sofía Chipana, de quien solo escuchaba comentarios desde hace muchos años en el sur andino.  Su voz dulce que expresa con total convicción que la forma de hablar de lo divino está totalmente trastornado en nuestro medio, porque fomenta la violencia. Así como golpea la fiebre que siento, intentándome doblegar, pero permaneciendo en pie.  ¿Qué se habló en ese conversatorio?

Por supuesto, que cualquier tipo de violencia ha disminuido enormemente, comparativamente con tiempos anteriores en la historia de la humanidad (PINKER, 2015). Precisamente por eso, sorprende que diez mujeres son asesinadas en México diariamente; dos de cada cien mujeres les ocurre lo mismo en Bolivia; 96 fueron asesinadas en cuatro meses, desde que inició el confinamiento en Argentina; en Perú, más de mil desaparecidas y seis asesinadas mensualmente (MUÑOS LIMA, 2020). Están cifras encienden la alarma, porque a estas alturas de la civilización no tendría que existir ni un solo asesinato a una mujer o a cualquier género.  Eso nos lleva a juntarnos para hablar y plantear el tema desde diferentes perspectivas y soñar en detener, de una vez por todas, este tipo de violencia ejercida desde una masculinidad nociva hasta por demás.  Aún con la fiebre a cuestas, necesito hablar de lo que en ese conversatorio dijeron un antropólogo, una psiquiatra, otra bióloga-activista y una teóloga aymara. ¿Qué dijeron?

Mientras hablaban recordaba, en el delirio de la fiebre, a tantas pacientes que atendí víctimas de la violencia. Ana, en una relación amorosa de siete años plagada de violencia física y psicológica.  Amenazada con la publicación de unas fotos haciendo el amor con su pareja, si ella decidía dejarlo.  Luisa, con quien gritamos juntos en la terapia, para que pueda pedir ayuda. Su voz había sido silenciada durante quince años, al punto que no podía gritar ni articular palabra que llegue a los oídos de su interlocutor.  Diana, violada por su padre y hermano, desde niña hasta su adolescencia cuando recibió ayuda de una tía para marcharse de casa.  De las veinte niñas de diez años de edad, o menos, que no logro quitarme de mi cabeza porque han sido atendidas por parto, en el Ministerio de salud de mi país, durante este tiempo de pandemia.  Entonces, encuentro sentido en todo lo que lxs amigxs hablaban y respondían en el conversatorio.  No es cuestión delirante de la fiebre, sino una realidad que hay que comprenderla con la razón, desde donde han surgido los grandes cambios en la historia de la humanidad.  Entonces, ¿En qué concluyó este encuentro?

Muchxs de lxs asistentes preguntaron sobre el futuro y las posibilidades de extinguir este comportamiento abusivamente violento.  La antropología tendría que ayudarnos a que el encuentro con el “otro” sea reforzado por la ética, como mecanismo regulador de nuestro comportamiento y erradicar este “no ser” implícito en el imaginario de la mujer, (RIQUELME, 2020). La palabra género quizá tenga que desaparecer, que cada uno se identifique como se sienta mejor, sin condicionante alguno que sea motivo de alguna violencia excluyente en las interrelaciones humanas (DI SEGNI, 2020).  La educación, en todos los niveles, es clave para que los estereotipos dejen de ser sustento de la violencia y exigir, como cuerpo ciudadano, desde una necesidad de salud pública (VELANDO, 2020). Finalmente, erradicar las violencias simbólicas en la reflexión sobre la divinidad donde la religión ya no tendría que preocuparse de dar clases de moral, sino preocuparse por llevar a sus feligreses por la vivencia de las espiritualidades (CHIPANA, 2020). Entonces, ¿A qué conclusión llego en mi estado delirante febril?

Al terminar el conversatorio, voy apresurado a almorzar y tomar una pastilla de paracetamol, mientras imagino en mi delirio tomando una taza de café y después ir a bailar, en cualquier parte del mundo, con Silvia, Cecilia y Sofía, acompañado de Robin, sin que ellas tengan miedo que las vayamos a violar, maltratar o asesinar.  Simplemente, disfrutar placenteramente de lo que somos y vivimos.  


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CHIPANA, S. (Octubre de 2020). MonasterioBenedictinoDeLaResurrección. Obtenido de youtube.com: https://www.youtube.com/watch?v=QCBpObyUJ7A&t=332s

DI SEGNI, S. (Octubre de 2020). MonasterioBenedictinoDeLaResurrección. Obtenido de youtube.com: https://www.youtube.com/watch?v=hxAGSzvUFXg&t=186s

MUÑOS LIMA, R. (28 de julio de 2020). Madeforminds. Obtenido de dw.com: https://www.dw.com/es/covid-19-qu%C3%A9-ha-hecho-am%C3%A9rica-latina-para-evitar-m%C3%A1s-feminicidios/a-54356170

PINKER, S. (2015). Los ángeles que llevamos dentro. El declive de la violencia y sus implicancias. . Barcelona: Paidós.

RIQUELME, R. (Octubre de 2020). MonasterioBenedictinoDeLaResurrección. Obtenido de youtube.com: https://www.youtube.com/watch?v=sb_tp9NZOMI&t=989s

VELANDO, C. (Octubre de 2020). MonasterioBenedictinoDeLaResurrección. Obtenido de youtube.com: https://www.youtube.com/watch?v=QCBpObyUJ7A&t=332s

 

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