Entrada Triunfante; psicología de la religión


Una vez más, anclado en el presente 
y lanzando mis miradas al futuro, 
vuelvo, en soledad, a elevar mis manos 
hacia Ti, a quien me acojo, 
a quien solemnemente he dedicado 
altares en el corazón, en lo más hondo 
de él, para que en todo tiempo 
tu voz vuelva a llamarme.

(Frederick Nietzsche)


Entraban por la frontera del norte de Perú, huyendo de la pandemia y descontrol del Guayas.  Muertos en las calles del lugar de procedencia.  El Presidente y los líderes políticos, del país de origen, los abandonaron a su suerte.   Por eso, llegaban en masa.  No había suficiente efectivos policiales que los detuviera.  Se escuchaba a los anfitriones forzados decir que enviaran refuerzos policiales para detenerlos.  Traían consigo la infección de COVID-19.  Migrantes infectados que podían dañar, aún más, el sistema sanitario del Perú.  Así entraban triunfantes de llegar a un lugar más seguro. Se encontraban, por primera vez quizá, el coronavirus, el dengue, la tuberculosis y la anemia, literalmente, en la frontera del norte de mi país.   Hasta que el Presidente peruano se pronunció y llegaron más miembros de las Fuerzas Armadas, para evitar que cruzaran la frontera; dejarlos a su suerte.  Como todos los días, el mandatario peruano había dicho que su gobierno prioriza la vida y que no escatimará ningún esfuerzo para que el impacto sea menor.  Quedó claro que prioriza la vida de los “nuestros”.  Bajo ese contexto entraban esos hombres y mujeres a un territorio “más seguro”.  ¿Cómo se expresa esa seguridad?

Tanques de guerra en las calles.  Hombres armados.  Horas estrictas de no tránsito en las calles.  Recluidos en sus casas.  El objetivo es evitar el contagio del virus mortal.  Cuidarnos en el aislamiento total.  Lavarnos las manos constantemente.  No saludar dando la mano y menos dando besos.  Mantener una distancia de un metro, con otra persona.  Permanecer en el hogar, sin salir.  Todas estas medidas, para no permitir que el virus pueda ingresar a nuestro cuerpo, especialmente a los pulmones y obstruir el sistema respiratorio.  Bajo estas circunstancias es que estas personas de la frontera, estaban ingresando, contra toda norma ya pactada entre los peruanos.  No son bien recibidos en nuestro territorio.  Solo unos cuantos, que en el silencio, observan cómo ingresan.  Igual mucho temor para acercarse.

Más de veinte días recluidos en las casas.  Circula una recomendación, no confirmada del Colegio de Psicólogos que se  ha hecho viral en las redes virtuales, donde recomiendan que no se vea noticias, porque ya sabemos todo del Coronavirus.  Entretenerse en casa con juegos, quehaceres domésticos, escuchar música.  Apartarse del acontecimiento estresante, para no generar más pánico.  Ignorar lo que está pasando afuera de nuestras casas.  Así será más fácil para esas personas que ingresan por la frontera. Nadie los toma en cuenta.  No importa que los repriman y algunos mueran en el país de origen con el virus en sus cuerpos.  Los pocos que ingresan, lo hacen de manera triunfante.  Inadvertidos.  Mientras estamos en nuestras casas, dispuestos a una celebración rara de nuestras tradiciones, en esta semana, priorizando la vida, al ritmo del slogan de nuestro gobierno: la vida es primero.

Aumentan las cifras de infectados.  Ya no dicen oficialmente los muertos ni los que están en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI’s).  Solo tenemos cifras de los que se están recuperando y la cantidad de pruebas que se están tomando en todo el país.  Por una suma y resta, vemos el éxito de la estrategia.  Estamos en el pico alto de la propagación del virus.  A través de un app nos enteramos que nuestros vecinos están en cuarentena. Están infectados.  En los whatsapp internos, entre vecinos, intentamos averiguar quiénes son.  Para tomar los cuidados respectivos.  Apartados en nuestras casas.  Somos vigilados, con órdenes claras, para seguir viviendo.  Nos vamos preparando para otro pánico, que ha comenzado a introducirse.  Habrá una gran recesión económica.  Nos han dicho, para no alarmarnos, que inyectarán dinero a las empresas, que también son personas pero inmunes al virus, para que no se vengan a la banca rota.  El cerebro, que vive de imaginación, comienza a ver despidos masivos y falta de trabajo cuando salgamos victoriosos de nuestras casas.  Nos sentiremos igual que aquellas gentes que están pasando la frontera para protegerse.  Por eso, resistiremos igual que ellos.  Así entramos juntos a esta nueva patria. ¿Nueva?  Porque no volverá a ser la misma después de esta epidemia.  ¿Cómo será?

Imposible imaginarla.  Las predicciones son inciertas.  Vivimos ahora con temor. Aislados.  Sin poder abrazarnos.  Cuidándonos de no contagiarnos.  Nos estamos acostumbrando a estar en casa, los que tenemos aún alimentos.  Los otros, los que no tienen cómo alimentarse, han recibido ayuda del gobierno después de no haber acatado las órdenes de encierro.  Por experiencia, saben que no será por mucho tiempo esa ayuda.  Nos mantendremos lejos los unos y los otros, hasta que no aparezca la famosa vacuna.  Estamos aprendido a vivir en casa.  Controlados y vigilados.  Y los que no viven en casa, serán los que mueran con el virus o los culpables de que la gente muera infectada.  La producción virtual es nuestra bandera en este momento.  La dominamos más, cada día que pasa esta cuaresma.  Disculpen, quise decir cuarentena.  Así entran con ramos de olivos esos extraños.  Disculpen nuevamente, quise decir que entran con sus ropas y familia, esos extraños.  Son reprimidos por las Fuerzas del Orden. Porque la vida y la salud son la prioridad. ¿Existe esperanza para todos en estas circunstancias?

Sí.  Esperanza de una nueva vida, que vemos venir.  No nos podremos abrazar, pero el deseo permanece.  Mientras exista ese deseo, existirá el vínculo afectivo, que nos ayude a entender nuestra obediencia ciega a estos eventos traumáticos.  ¡Venceremos!  ¡Resistiremos al COVID-19, como lo hacemos con el dengue, tuberculosis y anemia que padezco!  También cruzaremos esas fronteras y entraremos triunfantes a una nueva etapa.  Pediremos cuentas a quienes nos llevaron a esta situación, aunque nos maten en Jerusalén, lugar poderoso.  Disculpen nuevamente, quise decir Perú, lugar donde mejor se ha llevado esta pandemia.  Por primera vez, seremos herejes, llevando la espiritualidad por un mundo nuevo que forjaremos dando nuestra vida, aunque nos lleven aislados al Gólgota.  Disculpen, quise decir aunque nos amenacen con llevarnos a las UCI’s insuficientes y a los soldados fuera de mi casa.  Saldremos victoriosos a un mundo nuevo, totalmente nuevo desde su raíz. 
#YoMeQuedoEnCasa 
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DAWKINS, R. (2014). El espejismo de Dios. Barcelona: Booket.

GUTIERREZ, G. (2002). ¿Dónde dormirán los pobres? Lima: IBC-CEP.

PAGOLA, J. A. (2007). Jesús. Aproximación histórica. Madrid: PPC.

PRECIADO, P. B. (2020). Aprendiendo del virus. En G. y. AGAMBEN Y OTROS, SOPA DE WUHAN. Pensamiento contemporáneo en tiempos de pandemias (págs. 163-185). ASPO.

Vídeo subido de la plataforma en youtube.com de Jesús Acebedo.



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