"Pan y Rosas"; desde la psicología


146 trabajadores textiles murieron en la fábrica textil donde trabajaban.  Tenían entre 14 y 23 años de edad. No pudieron huir del incendio.  Los jefes dejaban las puertas con llave, para evitar robos.  Ocurrió en New York.  La mayoría de los que murieron eran inmigrantes.  Cuando hablo de esta manera, para narrar esta tragedia ocurrida en marzo de 1911, pareciera que estoy hablando de varones.  O al menos, doy a entender que la mayoría de las víctimas fueron varones.  No es así.  Fueron 123 mujeres y 23 varones los que murieron en aquel octavo piso del edificio. 
Cuando le pregunto a mi madre sobre el tiempo que estuvo embarazada de mi o de mi niñez,  me dice que todo fue felicidad.  Fui una hija esperada.  Intentaban dar lo mejor de ellos mismos, para cuidarme.  Fui la primera hija… Sin embargo, tengo recuerdos de muy pequeña, cuando mi madre y padre discutían muy fuerte.  Estaba acostumbrada a los gritos entre ellos.  Una vez, se encerraron en el baño a gritarse mutuamente.  Recuerdo perfectamente ese momento.  Cuando de pronto, escuché un golpe muy fuerte, seguido de un silencio total.  Yo estaba asustada, con Matilde, quien me cuidaba y decía que pronto pasaría.  Al poco rato salió mi papá y luego mi mamá.  Según ella se me había caído en el baño, por dar un paso para abrir la puerta… Yo sabía que no había sido eso.  Mi padre la había golpeado.  Me enteré ahora poco, en una conversación entre ellos.  Pude deducir lo que pasó, a través de ese recuerdo… (Angélica, 28 años. Depresión).
57 años antes de ese incendio, miles de mujeres salieron a las calles de New York para exigir mejores condiciones laborales en las fábricas.  Sucedió un 8 de marzo.  Ellas exigían dos derechos: el recorte de horario laboral y poner fin al trabajo infantil en todas las fábricas.  El lema de esa protesta fue: “Pan y Rosas”.  Alimento y muestras de consideración.  Por ello, se fijó la fecha del día internacional de la mujer.  A ese acontecimiento se le conoció como la huelga de las camiseras. 
Mi madre nos mandaba a dormir, cuando sentíamos que mi padre venía borracho.  Nos decía, a las mayores, que durmamos y no digamos nada.  Al llegar mi padre, escuchábamos los gritos de mi padre y el silencio de mi madre.  Nosotras llorábamos.  Se escuchaban los golpes y los gritos de mi madre.  Esto sucedía siempre.  Sentía rabia y miedo, contra mi madre, porque no podíamos hacer nada ante esa orden que nos daba.  Una vez, la golpeó tan fuerte que se desmayó y estaba sangrando de la cabeza, tirada en el suelo.  Mi hermana me dijo que saliera corriendo a decirles a los tíos.  Corrí, estaba muy pequeña, para decirle a mis tíos que mi papá había matado a mi madre.  Era de madrugada… ahora, cuando un pariente mío se molesta, me quedo paralizada, como si escuchara a en mi interior decir a mi madre, hazte la dormida y no digan nada… (Silvia, 33 años. Labilidad emocional). 
Después de esa huelga, en 1910, hubo un Segundo encuentro solo de mujeres en Dinamarca. Allí se proclamó el día internacional de la mujer trabajadora.  Fue una reunión de 17 países.  No podía ser de otra forma que socialista. Se identificaban con los que padecían opresión, marginación y explotación con los desposeídos de la tierra.  Todo su trabajo reivindicativo, tomó fuerza a partir de ese fatídico incendio.
Quisiera tener una familia, como la que ha logrado mi padre.  No puedo ser como él.  Mi mujer me ha dejado.  Se fue con mis hijos.  Yo le he sido muy infiel.  No soy como mis padres.  Ellos, después de tantos años, verlos juntos… claro, los he visto discutir, algunas veces.  Mi madre le reclamaba por qué no era cariñoso.  Nunca los vi darse un abrazo, menos un beso en público, o delante de sus hijos.  Hacíamos lo que a mi padre se le ocurría los domingos o feriados.  Si decía vamos a la playa: todos a disfrutar de un día de mar.  Una vez le dije a mi padre por qué no me abrazaba.  No me dijo nada.  El es recto, muy querido y respetado… Quizá por eso, no me gusta manifestar cariño a mi mujer en reuniones con sus amigos o los míos.  Eso me reclamó constantemente, antes de irse.  Siempre he tenido una que otra amante, calladito, escondido.  Fui descubierto por mi mujer, pero todo lo he negado… (Javier, 37 años. Ansiedad).
Al haber dividido a la humanidad entre dos géneros de personas: las que explotan y las que son explotadas; opresoras y oprimidas, varones y mujeres, a lo largo de la historia, hemos logrado crear muros de división, sin tomar en cuenta la dimensión psicológica del género.  Es decir, de la manera de sentirnos varones y mujeres.  Infinidad de percepciones de ser varones o mujeres.  Originando una guerra entre estas dos categorías, como si fueran las dos únicas maneras que tenemos de percibirnos como tales.  Al punto que nos impide disfrutar de lo que somos: seres humanos.  Ser felices.  Esa guerra de género, desde la perspectiva sociológica, se trasladó al mundo privado de las familias.  Para la psicología no existe la percepción de dos géneros en la humanidad.  Hay una infinidad, como la cantidad de habitantes en la tierra.  Todos no nos percibimos iguales de varones con otros varones.  Ni mujeres igual con otras mujeres.  Percibimos nuestro género de diferente manera.  Eso nos es una lucha, sino una convergencia,  que aún no hemos consensuado.  Por eso, la salud psicológica, desde nuestra humanidad, jamás estará centrada en el Capitalismo que nos obliga a competir, en una lucha despiadada que ahonda las diferencias dicotómicas.  Dos extremos.  Sino desde la esencia de un socialismo, que quiere la equidad, respetando la infinidad de diferencias. 

Hay que tener la esperanza de no llegar al fin de la historia humana, sustituyendo esta guerra entre dos nuevos  géneros dicotómicos: humanidad e inteligencia artificial.  En una guerra estúpida, propiciada por un capitalismo perverso.  Eso es lo que se vuelve a gritar, y prevenir, cada 8 de marzo: “PAN Y ROSAS”.  Alimento y consideración. Desde las voces matrices, que hicieron posible darnos cuenta de esta dicotomía psíquicamente patológica.  Regalémonos una rosa, con una propuesta de pan para toda la humanidad.  Los robots, la inteligencia artificial, no saben de estas necesidades.  Ni lo sabrán jamás. La felicidad no va por ahí, sino en ponernos de acuerdo toda la humanidad, desde las diferentes percepciones. ¡Yo creo en esa posibilidad!
imagen del Ministerio de Cultura Argentina

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ELPERIODICO. (08 de marzo de 2020). Elperiódico. Obtenido de elperiodico.com.es: https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20200306/dia-de-la-mujer-6672998

Gutiérrez Adrianzén, B. J. (2020). Historias Clínicas. Con el consentimiento informado (CI). Piura, Piura, Perú: Archivo personal.



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