Psicología del cuerpo muerto; medicina y modelo social.


En nombre de Edisson, por su muerte injusta, creyendo en una “medicina alternativa” de cuerpos inertes.  En nombre de Amanda Orbegozo, que me exigió caminos alternativos a esta realidad.  En nombre de mi cuerpo y todos los cuerpos de Latinoamérica.

Archivo personal: En el cañón del Colca.
El médico especialista que verá mi cuerpo con un pre-diagnóstico, enfermedad no confirmada, de anemia hemolítica, espera en su consultorio.  Tiene la sabiduría de miles de años de investigación en medicina.  Desde la filosofía griega antigua hasta los últimos descubrimientos en microbiología o genética.  Que no quepa la menor duda a nuestros cuerpos, aunque los perciban como muertos.  Es una experiencia diaria en los que somos privilegiados de atendernos en Essalud, SIS o cualquier otro establecimiento privado, frente a un profesional de salud.  Cientos de horas de trabajo experimental garantizado, análisis y comparación de resultados.  Por eso, mi cuerpo con los ojazos abiertos está frente al médico diciendo que me encuentro mucho mejor.  Me envía al módulo a recoger los resultados del examen auxiliar de laboratorio.  Le expreso con alegría que si me pasa algo quisiera donar mis órganos, porque en eso consiste el afán de justicia y mi razón de ser entre los humanos.  Mi cuerpo sigue hablando de sus sueños.  El médico sigue mirando los resultados del examen auxiliar.  Yo sigo hablando de mis síntomas.  Es decir, de lo que siento: sin cansancio, mejor ánimo, sin taquicardia.  Además, mi cuerpo expresa los signos: tengo hambre e ingiero muy bien la dieta estricta en hierro, hasta me gusta.  Me he medicado contra el otro síndrome de Rendu weber osler, que padezco, sangrado constante por la nariz. Por eso, es multicausal.  De pronto, comienzo a percibir en los ojos del médico que mi cuerpo está muerto.  El examen auxiliar muestra que tengo 3.8 de hemoglobina. Otros exámenes: tomografía, con la esperanza de encontrar lupus o tumores en el cuerpo muerto, que permitan accionar por otras vías.  La rapidez con que avanza, confirma el diagnóstico y necesitamos un tratamiento más agresivo.  Hospitalización inmediata.  ¿Puede haber síntomas y signos en un cuerpo que, psicológicamente, el médico percibe como muerto frente a él?  Tarea obsesiva: volver este cuerpo muerto a ser un cuerpo viviente.  ¿En qué está pensando mi cuerpo, que lo ven muerto, cuando esto sucede a medio día en el consultorio?

Piensa en el primer fémur ecnontrado del Homo Erectus, sabemos que estuvo enfermo.  Mostraba tumor óseo.  El cuerpo muerto nos hablaba a gritos que necesitó ayuda médica.  Tarea que hemos intentado responder con la biología, sociología, arqueología, psicología y todas las ciencias posibles de la humanidad.  Sin embargo, partimos de un prejuicio, distorsión psicológica de la realidad: el cuerpo muerto no expresa nada.  Puede ser manipulado sin ser molestado por sus opiniones.  Lo único válido es la vida, que si merece ser escuchada, obsesión psicopatológica.  Los psicólogos le denominamos pensamientos automáticos, que nos inducen a comportamientos erróneos en todas las áreas de nuestra vida.  Por ello, cuando se descubrió, en los restos óseos de niños, las líneas de Harris, no cabe la menor duda que murieron de desnutrición y no atravesados por lanzas o piedras.  Esos cuerpos fueron muertos por el hartazgo de alimentarse de trigo, arroz y maíz, solamente.  Una especialista en nutrición nos daría detalles de esta afirmación, sin ningún problema.  Es decir, cuerpos muertos a causa del éxito más grande de la historia de la humanidad: la revolución agrícola.  Que vive como un engaño, alucinación histórica, en nuestras mentes.  Este prejuicio psicológico, aún continúa vivo hoy, afirmamos los psicólogos, cuando se percibe los cuerpos muertos (enfermos) frente al médico que los resucita. Relación psicológica vertical que no da paso al diálogo entre los seres humanos (sapiens).  ¿Cómo así?

En la mayoría de cuerpos muertos que no son escuchados en sus síntomas y signos.  En las calles de mi pueblo: Arequipa, Chinchero.  En nuestros vecinos: Chile, Bolivia, Argentina, Venezuela, Ecuador… Porque así como el sistema sanitario ve como muertos nuestros cuerpos, así se construyen las relaciones psicológicas de la sociedad.  Al cuerpo muerto no se le puede escuchar, sino darle tratamiento para resucitar a la sobrevivencia, como si la vida que otorgan, a nuestros cuerpos muertos, fuera un favor que nos regalan, quienes obsesivamente pueden tener las posibilidades de concederlo.  Por eso, psicológicamente nos ven como “alienígenas”, fuera de la vida normal.  El médico especialista se da cuenta del asombro de mi cuerpo que sigue preguntando.  Lo trata con sabiduría e intenta dar esperanza.  Hacemos el pacto de confianza, porque nadie mejor que un profesional de medicina que carga la gran historia de ciencia.  Me vuelvo a unir al sentimiento (síntoma) de miles de cuerpos gritando en la calle que se sienten libres, mejor que nunca por decir lo que sienten y los signos que experimentan: desigualdad, hambre, miseria, motivación reactiva.  Cuerpos muertos que quieren vivir, por el éxito económico de nuestros países, que como alucinación de aquella historia ficticia de éxito, denominada era agrícola, vive impregnada en nuestro cerebro como un pasado al que nos intentan hacer volver, conservando el privilegio de unos pocos, amos y señores de nuestros pueblos.  Pero, ¿Qué significa “despertar” para el cuerpo muerto, que grita en las calles y en esta emergencia del hospital donde se encuentra, a punto de ser hospitalizado, sometido a la obediencia psicológica?

Desde que Alemania dejó de ver a sus ciudadanos como cuerpos muertos, en 1884, pudo crear un sistema sanitario que incluya a todos, con una dinámica público-privada.  Consecuencia: es su modelo social también.  En la Rusia Zarista hubo ensayos previos.  Se consolidó el modelo sanitario en 1864, incluyendo la zona rural.  Consecuencia: es su modelo social.  En Gran Bretaña se instauró definitivamente en 1948.  Un Estado que asume la salud de los cuerpos de sus ciudadanos en su totalidad, para propios y extraños en su territorio.  También es su modelo social.  En Cuba, la historia es muy conocida de sobra.  Su modelo sanitario es coherente con su modelo social.  A los cuerpos dejaron de verlos como muertos para conversar con ellos, dialogar, razonar.  De esa dinámica psicológica nacen nuevos conflictos que van perfeccionando el sistema.  Liberados del prejuicio alucinado de éxitos económicos.  Porque los cuerpos son capaces de gestionar la vida y la muerte, sin obsesionarse por lo uno  u otro.  Contrariamente a lo que sucede en Estados Unidos, donde el cuerpo, psicológicamente es percibido como un cuerpo muerto.  Tan es así, que lo primero que se les ocurrió, en 1983, llevar pacientes de países pobres para que vendan sus riñones y puedan salvar la vida de otros cuerpos que ellos consideran vivos.  La compañía de Barry Jacobs, Kidney Exchange Ltd., proyecto que no pasó a la realidad.  La salud, como su sociedad, está expuesta al libre mercado privado. Pero, para mi cuerpo muerto ¿Qué significa el grito “despertar”, de los Latinoamericanos en las calles?

Cuando este cuerpo muerto escuchó los gritos solidarios de América Latina: “despertar”.  Mi cuerpo muerto pide la impresión de los análisis que vio el médico, nuevamente.  La hemoglobina está a 8.9. ¡Todos sorprendidos! Cambio de esquema.  Sigo confiando en la sabiduría médica, por esa capacidad de asombro para corregir errores, que tiene miles de años de investigación científica.  Por ahora, gestionar la vida y la muerte, es un derecho de nuestro cuerpo que se refleja en el diálogo profesional de salud-paciente, que no podemos eludir.  Porque es el mismo reflejo psicológico social que están exigiendo hoy en las calles de América Latina. De tú a tú.  Sin más.  Alta voluntaria y a seguir adelante.
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HARARI, Y. N. (2017). Sapiens. De animales a dioses. Una breve historia de la humanidad. Lima: DEBATE.
MULET, J. (2015). Medicina sin engaños. Todo lo que necesitas saber sobre los peligros de la medicina alternativa. Barcelona: Editorial Planeta.
PINKER, S. (2018). La tabla rasa. La negación moderna de la naturalea humana. Bogotá: Paidós.

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