Sebastián. Hacia una ética postconvencional.

El caos vehícular.  El desorden del pueblo.  La música de nuestra cultura.  Idiomas (español-inglés) que no puede traducirse.  Los chismes que podemos escuchar.  Mujeres y varones en una trama de suposiciones: "creí que solo era sexo... pero se aman."  Una madre y un pequeño hijo, a quien se le había hecho creer que su padre estaba muerto.  Una madre que envió lejos al hijo, para borrarlo de su existencia.  Confusión de sentimientos, ética e identidad humana.  

Según la forma cómo se ordena nuestra ciudad, así es como organizamos los sentimientos y las relaciones humanas de los ciudadanos.  Podemos hablar un mismo lenguaje, sin entendernos en absoluto y crear soledades, con sufrimientos indecibles.  Por eso, ante la muerte, de quien sea, no hay rezos que valgan ni amenazas de infierno que puedan sostenerse sin sospechar que se trata de enfermedad mental o rayar con lo absurdo: tres mujeres vestidas de negro, para interrumpir el paso siempre, con rosario en mano.  Es la imagen que decidió emplear Ciurlizza en la película Sebastián.  La ruptura de nuestras relaciones, expresadas como un duelo de la cultura religiosa.

Su madre está en el jardín del hospital.  Frente a una cripta de la virgen María, rezando.  Él la mira desde adentro, pero no puede abrir la puerta.  Le grita a su madre que entre.  Que hace mucho frío.  La puerta está con cerrojo.  Su madre voltea, pero no lo mira. Abre sus brazos y comienza a caminar hacia él, pero como un fantasma.  El se desespera.  Golpea la puerta para abrir, gritando: "Mamá, entra".  De pronto, despierta y se da cuenta que su madre está durmiendo a su lado. En esta imagen se simboliza el vínculo de afecto y lejanía.  Rechazo confesado de dos generaciones que no logran conectarse en una ética, desde perspectivas totalmente diferentes. 

El infierno más grande que puede vivir un ser humano, es vivir separado de los vínculos afectivos, de aquellas personas que ama con toda su alma.  Esa desesperación es el resumen de la película de Carlos Ciurlizza.  No es lo hetero, homo o bisexual lo que nos separa, sino los afectos irreconocibles anclados en la subcultura del poder:"... lejos, bien lejos de aquí".  La toma de primer plano es impactante, en la dirección de la película, cuando se resalta esta parte del guión.  Desnuda completamente al espectador, en una ética pre-convencional, de las emociones afectivas.

Sebastián es una película cuya temática es la interculturalidad, como una propuesta ética de nuestro siglo.  Donde los parámetros del androcentrismo afloran en los poros de la ideología del poder inoculado en varones y mujeres.  En medio de esa cultura, no hay violencia explícita para imponer la heteronormatividad.  Es algo que corre por las venas.  Se defiende a capa y espada. Transgrediendo cualquier sentimiento humano.  El bien y el mal, está subyugado a la ideología androcéntrica.

Finalmente, esos parámetros androcéntricos se vienen abajo en la sonrisa de un niño ante el brazo extendido de su padre, para caminar de regreso a casa, sin riesgos de volver a ser humillado.  El llanto sentido, de varón o mujer, no conoce de género, cuando se trata del afecto: "¡cuéntame de tu boda!"  Es el reto que nos plantea, la nueva película peruana, altamente recomendable. 

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