Salud mental desde Puno para el Perú.

El consejo estudiantil organizó el encuentro en medio de la pandemia, para entender el futuro que les esperaba.  Cuando crecía el número de participantes, también crecía el miedo a no responder mediatizados por la virtualidad que no domino completamente.  Aparecían sus rostros, uno tras otro, como cuando veía la serie “Hechizada” que con un movimiento de nariz aparecía en cualquier lugar.  Cuando dije eso, me acordé de los males que llevo encima producto de mi nariz, precisamente.  Pero ¿Por qué escoger un taller como la felicidad en plena crisis sanitaria y económica del país?

La presión que sentimos por salir bien en los estudios, la pérdida de familiares y las limitaciones de no hacer todo lo que habíamos pensado años atrás.  Todo ello son factores que nos impide ser felices.  Muchas veces por más esfuerzo que hagamos todo se viene abajo de un momento a otro, luego surge la culpa que nos agobia…

Mientras hablaban, Patricia y yo, recordábamos dos dimensiones psicológicas que afloran en este tiempo.  La primera es sobre la desesperanza aprendida (SELIGMAN, 2000), aquel experimento que realizamos cuando daba mis primeros pininos en la ciencia de la psicología, demostrando cómo uno aprendía a desampararse, en el curso de psicología experimental.  Nunca imaginé estar completamente equivocado.  La segunda dimensión es la percepción que a todos nos pasa cuando creemos que las situaciones personales dependen de cada uno, locus de control interno le llamamos.  O cuando percibimos que todo lo que nos pasa es por culpa de la familia, amigos, autoridades políticas, locus de control externo le decimos en psicología.  El equilibrio del interno y externo es el mejor indicador para no caer en la desesperanza (SELIGMAN M. E., 2018, pág. 103).  ¿Cómo saberlo?

Estaba haciendo las diez actividades que me gustan: salir a caminar sola al lago Titicaca.  Estudiar en la madrugada, cuando todo es silencio.  Llamar a mis amigos para salir en algún momento.  Hablar con alguien en la madrugada, cuando no tenga sueño y saber que me contestará… De pronto me di cuenta de que había más de diez actividades…

Actividades simples de la vida que nos causan placer, porque nos gusta mucho hacerlo.  Y cuando las hacemos nos entregamos a ello, como si fuera la único que tuviéramos en la vida, aunque dure tres minutos.  Finalmente, encontramos sentido en lo que se hace de esa manera.  Patricia y yo, sabíamos que les diríamos que escojan tres de la lista de diez actividades. Se respiraba un clima de satisfacción y algunas se reían frente al reto, como si estuvieran viendo el final esperado de una gran serie de suspenso.  ¿Qué dijeron?

Me sentí alegre poniendo las cosas que me gustan hacer.  Detallar cómo hacerlo.  Fijarme en la ropa que usaría mientras hago la actividad… Estaba pensando en aquellas situaciones cotidianas, sencillas que podemos hacer en medio de esta pandemia… Emocionada por hacer al detalle algo que me gusta y cómo mi mente va imaginando lo que quiero hacer esta semana…

Nada más claro para darse cuenta de que cuando surgen esos sentimientos, al planificar tareas cotidianas, sencillas que nos producen placer, entrega y sentido, es el equilibrio entre el locus de control interno y externo de nuestras vidas y podemos pensar lento (KAHNEMAN, 2019) para enrumbar hacia nuevos retos que nos apasionen en medio de la adversidad, que humanamente aparenta ser insostenible. Entonces pienso en mi nariz que perturba mi existencia poniéndome en riesgo cada día.  Respiro profundo y descubro junto a ellas que la felicidad es un modo de ser, para mantener el equilibrio entre dos fuerzas psicológicas: percibir que todo depende de mí al enfrentar mis percepciones internas y externas. No es la lucha obstinada por la vida, sino la pasión por vivir la cotidianidad en la sencillez como dormir, comer, caminar, luchar por cambiar situaciones adversas. ¿Cómo expresaron su compromiso?

He cerrado mis ojos para verme en cinco años.  Me he visto y allá quiero llegar contra viento y marea… He ingresado a dos carreras y aunque el estrés me agobia algunas veces, soy feliz… Salí hace tiempo de los estudios básicos y el verlas ahora siento una felicidad indescriptible…

Nos despedimos con una tarea detalladas de compromisos que nos apasionan en medio de una realidad adversa que somos capaces de enfrentar. ¡Gracias Puno!

Lago Titicaca.  Archivo personal
______________________________

KAHNEMAN, D. (2019). Pensar rápido, pensar despacio. Barcelona: DEBOLSILLO.

SELIGMAN, M. E. (2000). Indefensión aprendida. Barcelona: DEBATE.

SELIGMAN, M. E. (2018). El circuito de la esperanza. El viaje de un psicólogo de la desesperanza al optimismo. Barcelona: B.

Comentarios

  1. Lo que nos trasmites es muy interesante ya que de diversas formas nos agarramos y aferramos a la vida y la simplicidad delas cosas hacen que vivamos esas experiencias.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eso! La simplicidad suele darnos el placer, entrega y sentido de nuestras existencias, aquellas que parecen muy irrelevantes para los demás, incluso para nosotros mismos. A partir de allí podemos proyectar nuestra vida hacia objetivos más a mediano y largo plazo. Gracias por leer y comentar.

      Eliminar
  2. Me encantó la experiencia. Una buena alternativa para no deprimirse. Gracias.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegra saberlo. Un abrazo grande y lleno de mucha esperanza. Gracias a ti por interactuar.

      Eliminar
  3. Así es, nos movemos y vivimos entre la fragilidad y la fortaleza. Le deseo tiempos de serenidad y alegría.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por tus deseos. Aprovechemos toda la fortaleza que tenemos para proteger nuestra fragilidad.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Cromosomas sexuales, desde el lenguaje de la psicología

Adrián: Psicopolítica en tiempos inciertos.

Pensamiento adulto de la psicología de la "Resurreción"