Psicoterapia del enamoramiento en Lucy

Lucy tiene temor que su madre se entere de lo que hablamos. Espera que vaya al trabajo para poder conversar tranquilos.  Su madre le dice constantemente que es una ociosa, que solo quiere encontrase con los chicos de la calle y vagos.  Por eso, solo le da una hora para salir con Ricardo, cuando la invita a pasear.  Un día llevó a Ricardo a su casa, para que lo conozca su mamá. Su madre lo amenazó Lucy no llegaba a la hora a casa.  Después de ese encuentro, Lucy comenzó a sentir latidos fuertes en el corazón y sensación de ahogo en su garganta.  Esos síntomas son muy comunes en la ansiedad.  Lucy es parte de las 821 personas que se comunicaron entre el 2020 y 2021 con el Ministerio de Salud de nuestro país, de los cuales el 40% son adolescentes (PINEDO, 2021).  Pero, eso no es lo que me quería narrar Lucy:

El otro día Ricardo me invitó a la fiesta en su casa.  Yo fui con mi amiga Jacky.  Estábamos hablando, cuando veo de reojo que se acercaba Ricardo.  Yo imaginé que quería bailar y que se acercaba para sacar a Jacky, porque a ella le gusta bailar.  Cuando veo que me estaba dando la mano a mí, para salir a bailar.  ¡Qué roche!  Yo acepté, y nos fuimos a bailar.  Todos nos estaban mirando.  Sus amigos hicieron una ronda y nos dejaron en medio.  ¡Qué vergüenza!  Comenzaron a corear: beso, beso… Él se acercó pero no hacía nada, solo bailaba.  Ya se estaba terminando la canción.  Así que yo le di un beso en la boca.  El se quedo tieso y no me besó.  No me importó, yo estaba feliz.  Terminó la canción ahí nomás y nos fuimos cada uno al grupo.  Sus amigos aplaudieron…

En este momento del relato, pienso en los neurotransmisores en la cabeza de Lucy.  Aquellas sustancias que se activan en el cerebro, cuando nos gusta una persona y somos correspondidos.  Estas sustancias que tienen un nombre raro: Feniletilamina y otros más.  Se les conoce comúnmente como las anfetaminas.  Produce sensaciones psicológicas de euforia y júbilo muy intensos.  Tanto es así, que nuestro cuerpo tiene que crear tolerancia para que recupere su equilibrio, porque nos llega a aturdir.  A tal punto que no podemos pensar en otra cosa.  De lo contrario, estuviéramos sonriendo y bailando en todo momento.  Por eso, Lucy presenta esos ojos brillosos contándome los sucesos.  ¿Qué más pasó Lucy?, pregunto emocionado:

Estaba riéndome con Jacky y veo que Ricardo comenzó a dar vueltas por donde estábamos nosotras, preocupado como queriendo decir algo.  Yo igual seguía hablando con mi amiga.  Cuando de repente suena mi celular y era mi madre.  Salgo al patio, para escuchar mejor, porque había música muy alta.  Me dice que ya había mandado al mototaxi para recogerme.  Cuelgo y cuando doy la vuelta, estaba la mamá de Ricardo y me abrazó.  Ella creía que mi mamá me había regañado por la hora.  Me dio gusto que me abrazara, se parece a Ricardo.  Fui donde Jacky a despedirme y salir para subir al mototaxi…

Al llegar a esta parte del relato, sabía que Lucy no iba a poder descansar, porque una vez que se activan esas sustancias químicas en el cerebro no se es la misma persona.  Todo es bonito.  Tenemos que volver a ver o contactarnos con la persona que nos gusta, porque la euforia no puede parar y el cerebro la necesita.  Solo se calma cuando aquello sucede y poder haciendo nuestra vida normal.  Por eso pregunto a Lucy qué pasó cuando llegó a casa:

Mi madre estaba esperándome.  Ni me acuerdo de lo que me dijo ni si estaba con bata.  Entré a mi cuarto y revisé mi celular y había miles de mensajes de Ricardo -sonríe al contar esta historia-  me pedía disculpas por lo que había pasado.  Que él sí me quería besar, pero no supo cómo responder cuando yo lo hice.  Me decía que lo perdone que no me quería hacer daño.  Le escribí que no se preocupara que me había gustado mucho su fiesta.  Comenzó a contarme todo lo que pasaba en la fiesta, hasta que amaneció totalmente…

Pienso en las personas que les prohíben ver y contactarse con la persona que le gusta y han activado esos neurotransmisores en su cerebro.  El cuerpo responde con algo parecido al síndrome de abstinencia y el sufrimiento es muy profundo.  Viene a mi memoria que la tercera causa de muerte en adolescentes es el suicidio, en América Latina y el Caribe (ibid.).  El cerebro está aturdido y necesita tiempo para bajar la intensidad de esas sustancias activadas.  Veo a los miles de adolescentes y jóvenes que se han visto privados en tiempos de pandemia y por cuestiones de prejuicio no pueden contactarse con los amigos o amigas que les gustan.  Es necesario dar el siguiente paso, para bajar la intensidad de esa química cerebral.  No se necesita que los padres, parientes o tutores les interroguen, sino que conversen sin juzgarles, ni darles consejos, en esta etapa del enamoramiento.  Por ello, dejo la tarea acostumbrada en nuestras sesiones a Lucy: “En la próxima sesión tendrás que haberle preguntado a Ricardo a qué daño se refiere y contarle el abrazo que te dio su madre en la fiesta.  Me cuentas lo que te dice.”

“¡Uy, que roche!, pero le voy a preguntar.  ¿La próxima semana a la misma hora?”

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PINEDO, X. (14 de octubre de 2021). OjoPúblico. Obtenido de ojo-publico.com: https://ojo-publico.com/3098/ansiedad-y-depresion-diagnosticos-mas-comunes-en-menores

 

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