El "lago"; psicología de nuestros traumas.


Desde Rusia viene tu palabra, estimado Svyatoslav Podgaevskiy, para decirnos que el resultado de nuestras opciones amorosas, consiste en haber matado los traumas afectivos no resueltos.  Para ello, empleas el “lago” como un símbolo de nuestra historia personal y familiar, al cual hay que sumergirnos, cuantas veces sea necesario, para descubrir las alianzas amorosas que he pactado, conmigo mismo y los demás, desde mi infancia hasta el momento en que me encuentre.  Por eso, la pregunta constante: “¿Tú me amas?”.   A partir de la respuesta, surgen nuestros miedos, paranoias, enojo, ira, desconsuelo, amor y odio.   Pero, ¿qué repercusiones tiene en nuestra cotidianidad?

Todo lo que sentimos: angustia, duda, gozo, miedo, perplejidad, entre otros sentimientos que surgen del encuentro con el ser que amamos, o los proyectos personales que nos apasionan, tienen una fuerza increíble en nuestro cerebro, para darle el significado, que uno mismo va construyendo a lo largo de la vida, sin darnos cuenta.  Esa construcción, a la que los psicólogos denominamos síntomas, es el “lago” que nos pinta Svyatoslav, en su nueva película: Mermaid (Sirena).  Aquí, es donde nos sumergimos cuando llegamos al límite de nuestras crisis, para resolver las indecisiones.  Dentro de ese lago tenemos que pelear, enfrentarnos, destruir y construir.  Allí, tenemos que responder a la interrogante ¿Tú me amas?  La ambivalencia de la respuesta, jamás podrá ser aceptada por nosotros mismos, puesto que las crisis no sólo serán más compulsivas y frecuentes, sino que llevarán a desgastar toda nuestra energía hasta “idiotizarnos”, en nuestro comportamiento diario: estudio, trabajo, descanso y todo lo demás. ¿Cómo así?

Ningún tipo de diversión será de nuestro agrado, si es que la respuesta es no saber si amo o no, a alguien. Entonces, la preferencia es salir del ambiente divertido e ir al límite del lago, la historia personal, desnudarse y darse el primer baño de memoria.  Allí, en la primera inmersión, quizá no encuentre nada dentro.  Solo el placer de sentir el agua y la vida que hay dentro de él.  Escuchar el sonido que el agua, con el movimiento de ambos, comporta.   Como aquella experiencia intrauterina, donde todos los movimientos son grabados cuidadosamente en las redes neuronales de nuestro cerebro.  Ellas, son la música de fondo, en este primer encuentro y a lo largo de toda la existencia.   Sólo se puede constatar este primer encuentro con el “lago”, al salir de él, mojado, húmedo, desnudo.  Sin más defensa que el propio cuerpo.  En ese momento, totalmente consciente, saliendo del lago, puedo estar encarado con mi realidad:¿Amo lo que vivo? ¿Amo a tal persona en carne y hueso’  O amo mis propios fantasmas, que me invitan a besarlos, generando un encuentro con mi egocentrismo que me inocula un “poder” que solo existe en mi imaginación narcisista.  Entonces la respuesta al amor es a mí mismo, sin ver ni sentir, el cariño de otra persona, concreta.  El poder egocéntrico, no permite experimentar el amor del otro, quien se convierte en enemigo y no en aliado.  Entonces, me cuido del otro.  Vigilo.  Controlo.  Intimido. Manipulo.  Porque no puedo equilibrar, internamente, los monstruos del afecto no resueltos, en cualquier etapa de la vida: mi padre, madre, hermano.  Familia en su totalidad.  Todos dispuestos a matar el poder narcisista de mi interior, que cuido enfermizamente.  Así, lo expresa, las escenas intensas de tu película, estimado Svyatoslav.  ¿Tiene alguna connotación social, en el mundo de las relaciones, esta manera de abordar las crisis? 
Por supuesto.  Sin memoria no existe el lago, como referente, donde podamos sumergirnos a resolver las grandes dudas de nuestros afectos.  Sin memoria no hay ritual válido que nos haga superar las crisis.  De ahí que, repitamos, una y otra vez, las experiencias traumáticas, como amor-odio, en nuestras relaciones.  Nos enfrentamos constantemente, con los seres que amamos, con los proyectos que nos apasionan.  Sufrimos persecución, donde nadie nos persigue.  Miedo a enfrentar nuestros errores, porque el poder imaginado, se nos cae a pedazos, dejándonos desnudos.  Por eso, lejos de buscar el “lago”, de nuestra memoria, inventamos historias para aplacar el sufrimiento auto infringido.  Nos escondemos en una “embajada”, para mirar escondidos por una cortina entreabierta, para que no vean el miedo que sentimos.  Es allí, donde el poder experimentado se vuelve el adjetivo peyorativo que pude haber empleado para otros, como “imbéciles”.  Convirtiéndose, en la característica principal de mi personalidad.  Un manual del perfecto “imbécil”, como el personaje Alán García Pérez, en nuestros días.
     
Si fugamos del “lago”, jamás podremos resolver nuestras dudas.  Lo que es peor, no podremos enfrentar nuestros miedos, generando caos en nosotros mismos y las relaciones que contextualizan la vida que nos ha tocado experimentar.  A tus 35 años, estimado Svyatoslav Podgaevskiy, nos dejas este mensaje resolutivo a nuestras propias frustraciones.  Un abrazo desde Perú.     
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CARBAJAL PÉREZ, L. (2011). Del organismo al cuerpo. Gestal corporal. Barcelona: comanegra.

Cinescape. (01 de noviembre de 2018). cinescape. Obtenido de americatv.com: https://www.americatv.com.pe/cinescape/movil/pelicula/sirena-746

GAMPER, D. (2014). La fe en la ciudad secular. Laicidad y democracia. Madrid: Trotta.

HORNO, P. (2009). Amor y violencia. La dimensión afectiva del maltrato. Bilbao: Desclée De Brower.

KELLY, A. G. (2001). Psicología de los constructos personales. Barcelona: Paidós.

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