Psicología de la fragilidad y fortaleza humana.

Fue ayer cuando estuvimos soñando un mundo mejor para los nuestros y para los demás.  Todo era creíble: tú por la juventud que poseías y yo por el nuevo estilo de vida emprendido.  La vida evoluciona y nuestros cuerpos van cambiando a ese ritmo.  Nuestro pensamiento también.  Es hoy cuando tengo que reconocer que ya no estás en ningún lugar.  Tengo que cerrar este capítulo, porque mi cuerpo no resiste más tu partida.  He llevado hasta el extremo mi cuerpo, para retenerte, contra viento y marea, como si dependiera de mi el apoderarme completamente de ti.  El cerebro es así.  Me engaña para calmar la furia, tristeza y nostalgia.  Inventa razones para decirme que aún vives.  Intenta poner un lenguaje metafórico para decirme que estás aquí.  Alucina lugares paradisiacos donde supuestamente nos encontraremos.  Finalmente, esa es la tarea del cerebro contra el cual he peleado todos estos años, hasta retarlo con la muerte de mi propio cuerpo. Así estamos hechos.  ¿Hubo progreso, en la manera de pensar, desde que te fuiste?

Claro que sí.  Tengo unos alumnos extraordinarios en la universidad.  Estoy en lugar que me dejaste, emprendiendo nuevos retos.  Modificando los proyectos que dejaste pendientes.  Llevo tatuado en mi interior, como un martillazo constante la dimensión céfalo caudal de los genes compartidos. Lo que me obliga a parecerme un poco a ti.  Hubiera querido que nada se modificara para que las cosas sigan como las pensaste, pero no.  Sabemos que otra dimensión, la próxima distal, ayuda a cambiar el rumbo de las cosas, porque todo se modifica constantemente.  El aire no es el mismo que respirábamos juntos.  Y eso también nos permite avanzar.  Ahora, manejo casi todo por el celular, aquel que nos negábamos a usar.  Es más fácil todo. Sería muy mezquino de mi parte, decir que con tu partida todo quedó paralizado.  No fue así.  Jamás lo fue.  Todo sigue un ritmo impresionante por mejorar constantemente.  Incluso, cuando gritamos en las calles de Piura para que no vuelva el fujimorismo corrupto, ahora sabemos con certeza que no volverá jamás.  Saldremos a las calles nuevamente, si eso sucediera.  Lo sé con la certeza del progreso que nos inunda, después de haber visto la caída del despreciable Trump en la otra latitud.  El progreso no se detiene.  Por esa razón tengo que aceptar que tampoco estás aquí, observando estos cambios.  Estoy hablando conmigo mismo, como si me dirigiera a ti.  Hasta en eso el cerebro es experto de armar todo un coloquio, para percibirte en una clara y amena conversación contigo, como ayer. Es mi propio duelo por tu partida.  ¿Hay esperanza en sentir tu ausencia de esta manera?

Los dos aprendimos que sí.  Las comelonas que nos dimos.  Las copas que bebimos.  Las carcajadas que retumbaron el lugar donde estábamos.  El llanto desolador cuando no podíamos resolver alguna situación frustrante.  Los abrazos y los besos, que nos dimos en cada partida y llegada.  También en cada decisión que tomábamos: tú por dejar tu estilo de vida de viajero permanente. Y yo, por dejar tantos años dedicados al idealismo cómodo de teorías que no aterrizaban en la realidad.  Hay esperanza cuando se rompe el estatus quo para dirigirnos a lo concreto de nuestra brutal animalidad de la cual estamos hechos.  Ir contra nuestra propia naturaleza constantemente, para seguir mejorando.  Hay esperanza en todo ese progreso personal y con los nuestros.  Ésas son las razones por la que quiero dejarte partir, en la esperanza que todo indica que seguiremos progresando.  En todo caso, ¿Será ésta la expresión de un duelo que no tiene fin, al dejarte ir?

Por supuesto que sí.  Dado que por naturaleza este mundo es una guerra constante que nos arma hasta los dientes a todos los animales que la poblamos, generamos ausencias como la tuya e incluso la extinción total de la humanidad que será una realidad.  Guerra contra los virus de la naturaleza como esta pandemia mundial.  Gracias a esas guerras, hemos construido estrategias para defendernos y vivir sin ser atacados, ni tener que atacar.  El producto siempre ha sido las ausencias que nos duelen.  Las pérdidas son el precio de avanzar enfrentando los retos de pelearnos los unos y los otros por seguir viviendo.  Nuestra especie, como todas, también lucha por la sobrevivencia. Lo sabemos.  Nos duele cuando alguien que nos acompaña en esta lucha, cae, desaparece en el campo de batalla.  Nuestro cerebro, acostumbrado al efecto halo, como si todo fuera bonito cuando nos cae bien el estar juntos luchando en la misma dirección, como si todo fuera eterno, hace que el dolor sea más intenso al reconocer las pérdidas de los nuestros.  Tu ausencia rompe con esa forma de pensamiento perezoso para encarnarme en una realidad que necesita seguir siendo transformada.  Gritar a los cuatro vientos y defenderla hasta con la vida, cuando las cosas se ponen en contra del progreso de los nuestros.  Dejarte partir, es darme cuenta de que no todo es bonito y el esfuerzo es mayor por hacer las cosas mejor para todos.  Y como siempre, vivir tu ausencia me hace fuerte, sabiendo que no estás aquí, ni allá, ni en ningún lado. Aun así, sigo viviendo con los que amamos juntos. Contigo las cosas parecían más fáciles. Considero un premio el haber estado juntos hasta el último minuto de tu vida, batallando como cuando nos engendraron.  Contra todo pronóstico estuvimos aquí, juntos. Sigo en el mismo lugar. En cuanto me reponga, podré tomar el pisco sour, despidiendo una batalla más por el progreso personal y de los nuestros, con la sonrisa de siempre y por siempre, hermano mío. ¡Por la humanidad, presente y ausente, tengo que dejarte ir!


Comentarios

  1. Que lindo lo que has escrito Billy. Un besote

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    1. Otro para ti. Gracias por comentarlo. Todo mi cariño y deseos que estés bien siempre.

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  2. Recién he podido leer este texto para tu hermano y me ha conmovido mucho porque me imagino lo duro que debe ser perder a cualquier ser amado. Mucho más cuando es un hermano con quien se ha compartido tanto. Lindas palabras que encierran todo un proceso. Felicitaciones por tener ese gran talento de escribir. Un abrazo.

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    1. Gracias por acompañarme en este proceso, al leer este artículo, en nombre de todos los que hemos perdido y hemos querido tanto. Otro abrazo fuerte para ti, estimada Luna.

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