Gratitud y perdón, en la psicología de Ernesto


“So cojudo, la próxima le digo a tu papá que te tiraste al canal…” Fueron las palabras que escuchó Ernesto cuando despertó tirado en el suelo. Su amigo lo había rescatado de ahogarse en el Chira. Regresando de dejar la comida a su papá, le provocó tirarse al canal de agua. Cuando reaccionó no podía salir y la corriente lo llevaba.  En los intentos por salir del agua, sin resultado, tomo conciencia que estaba muriendo ahogado y no recuerda más, hasta que su amigo lo despertó, con los ojos espantados dándole bofetadas.  Los dos eran infantes.  Siempre se acuerdan de esa anécdota y la gratitud de Ernesto ha hecho de este amigo, su hermano que lo salvó de morir. Aquel pacto de fraternidad forma parte de sus pinturas constantemente  Pero, ¿Qué tiene que ver este relato con la actitud de entregar su arte a los amigos que no los ve desde que dejó las clases?, su relato no tiene pierde:
Viajé con un colega, del arte que nos envuelve, a una exposición de pinturas fuera del Perú.  Era un encuentro grandioso, de artistas profesionales.  Mi colega y yo, estábamos disfrutando del encuentro.  Hasta que el organizador, un artista de renombre en ese país, nos dijo que hiciéramos dos eventos en Perú, de la misma magnitud.  Algo que había soñado desde que fui estudiante de arte, ingeniería civil y demás.  Al llegar a Perú, mi colega había cogido las dos patentes que nos había dado a cada uno.  Me olvidé de pedir la mía.  Tiempo después, cuando quise organizar el evento en la capital y él en nuestro pueblo, le llamé para pedir la patente.  Jamás me la entregó.  Él organizó el evento y nadie más.  Me traicionó.  Su afán de lucirse abrió una herida enorme en mi ser.  No podía comprender por qué esa forma humillante de traicionar la hermandad, el arte y los sueños vividos…
No puedo dejar de ver sus ojos humedecidos, cuando relata la historia de su nacimiento.  Su madre sufrió mucho al darle a luz.  Nació con el cordón umbilical en el cuello.  No podían sacarlo.  Aún recuerda cuando su madre le contaba esa historia, una y otra vez.  Su experiencia de ser rescatado viene desde que nació.  Siempre estuvo en el límite de la muerte.  Algo que se expresa constantemente en los trazos libres de sus pinturas, como una punzada que le sale desde lo más hondo de su ser.  Despertar a la vida, es una constante que se expresa en sus lienzos y en su cuerpo mismo.  Es otra manera de donarse a las mareas de la existencia humana, cuando la muerte ha dejado de ser un espectáculo para mirar, convirtiéndose en una repetición en la danza de su vida.  Otra vez me pregunto, ¿Por qué regala sus pinturas a los amigos que no ha visto desde hace muchos años?, y él insiste:
La traición de mi colega marcó mi cuerpo con la diabetes y presión alta.  Mis compañeros artistas no se explicaban mi depresión.  Yo mismo me encontraba perdido en mis afectos.  Mi arte es expresión de este dolor. Como si me gustara sufrir para pintar. La arrogancia de mi colega la llevo por dentro, como una cadena de fraternidad enfurecida de hipocresía. Rabia contenida.  Frustración de indignación ante la injusticia. Las veces que hemos vuelto a vernos, como si nada hubiese sucedido.  Cómo entenderlo si los dos hemos experimentado la opresión y humillación de la pobreza en nuestros pueblos.  Difícil comprender, en mi rabia contenida, ese comportamiento vil…
Su mirada se pierde en el horizonte de aquellos recuerdos.  Lo muestran frágil.  Como los trazos del cuadro que está en mi sala-consultorio.  Como la mirada de la máscara del carnaval de Narihualá que me sigue en todos los rincones donde me relaciono con los pacientes, mis pedagogos.  Me sumerjo en el relato sobre su esposa, donde las peleas entre ellos no han durado más de diez minutos.  Se desvanecen en un beso, una caricia o sonrisa.  Y los trazos en sus pinturas, recobran esa intensidad de gratitud hacia ella por el amor vivido, expresado a todas luces hasta la intimidad de su habitación.  Por ello, puede sumergirse en la soledad absoluta para flotar, como aquella vez en el canal, perdido en sí mismo pintando un lienzo tras otro.  Atrás queda la traición del colega.  Los recuerdos de la limitación de la pobreza. Aun cuando escucho todo su relato no deja de inquietarme la conducta de regalar sus pinturas a los amigos ausentes por años.   ¿Qué significa eso? La experiencia del colega traicionero no lo deja tranquilo:
Es verdad que siento indignación, rabia contenida, decepción por la traición.  Es verdad que cuando me despierto de madrugada, ahogándome algunas veces, porque no puedo respirar, experimento la marca de mi sufrimiento en mi cuerpo.  Siento el desprecio de mi colega, aquella vez.  Es como el sufrimiento del tiempo que estuve hospitalizado a punto de morir.  No me traicionó a mí, sino  a nuestro pueblo.  A nuestros colegas artistas, que viven del afecto y la emoción de la fraternidad, sin la cual no podría fluir el arte, aunque estemos aislados, sumergidos en nuestros mundos cada uno.  La vanidad, la hipocresía y maldad de mi colega, no me impide perdonarlo de corazón... 
Entonces, la psicoterapia se convierte en aprendizaje, porque puedo sentir y respirar con Ernesto el sabor de la gratitud del conocimiento, como un regalo de la vida que no puede ser propiedad privada de nadie.  Su arte no está expuesto a la oferta y demanda, de un sistema que hasta las relaciones afectivas las ha puesto en competencia.  El conocimiento no es propiedad privada. Sobre todo, porque nada mejor que regalar por trocitos nuestro ser, para volver a nacer siempre, sin importar la dirección de los trazos y los colores de la vida.  Para volver a tener la esperanza de abrazar, besar, amar sin miedo a la manipulación del deseo fraterno en una oferta del mercado que ha puesto los afectos en la vitrina de los remates y descuentos.  Entonces comprendo, que la gratitud y el perdón, con los ojos brillosos de Ernesto a punto de llorar por ese amigo que lo salvó de las aguas y la madre que se tomó el tiempo de quitarle el cordón del cuello.  O el colega que se perdió en su traición. 
Por eso regalo mis pinturas a los amigos que hace años no veo. Surrealismo sentido, deseado, vivido, gozado...

Comentarios

Entradas populares de este blog

Pensamiento adulto de la psicología de la "Resurreción"

Introspección en estas fiestas patrias; desde la psicología de la religión,

Adrián: Psicopolítica en tiempos inciertos.