Psicología del juicio moral en plena #Cuarentena


Doña Julia y don Teófilo llegaron de la sierra, con los atuendos propios de su región, a finales de mayo de 2020.  Se ubicaron frente a la Tercera Brigada de Caballería del ejército del Perú, en Tacna.  Portaban unos carteles que decían: ¿Dónde está Wilber Carcausto Uchiri?.  Así estaban en plena #EmergenciaNacional y #Cuarentena decretada por el Gobierno, frente a la pandemia del #Coronavirus.  La Policía Nacional del Perú, procedió a retirarlos a la fuerza.  Las imágenes muestran a doña Julia con sus polleras, siendo arrastrada por los efectivos policiales, para llevarla al patrullero. Esa escena está preñada de la psicología del racismo en Perú.  El ninguneo para los “serranos” en la ciudad, sigue siendo una enfermedad mental en Perú, con sabor a la época de la Colonia.  Wilber, el hijo de doña Julia y don Teófilo, pasaría a formar parte de las altas cifras de desaparecidos en Perú.  Solo el 2018 fueron reportados 811 casos. Los que no se reportan aumentan las estadísticas.  Por ello, sus padres llegaron con evidentes signos psicológicos de desesperación a la ciudad, frente al cuartel, intentando recuperar a su hijo. Historia que los peruanos conocemos muy de cerca en los últimos 30 años.  Las imágenes de doña Julia, don Teófilo y el desaparecido Wilber, reflejan la psicología de los peruanos en esta cuarentena.  ¿Cómo así?
Tacna: madre de cabo desaparecido sufre desmayo durante protesta
Imagen de Titanka-Andahuaylas

La psicología del racismo se manifiesta en la ignorancia del “otro”, hasta donde se puede.  Hacerlo invisible, en medio de la ciudad.  Mantenerlo sin comunicación con los de la ciudad, que se considera la “élite”.  Cuando pasan a ser visibles, por el motivo que sea, se les reprime, para volverlos al lugar oscuro del ninguneo.  Empleando la fuerza y todo el peso de la ley.  Así fue, para los miles de ciudadanos de la sierra que salieron de Lima, en plena pandemia.  Cuando se quedaron sin trabajo ni dinero, con hambre, sin los beneficios que el Gobierno estaba dando, porque ellos no existían en los registros nacionales, imposible viabilizar la ayuda necesaria.  Estaban en las afueras de la ciudad, en pleno toque de queda.  Cientos de ciudadanos que salían de la gran ciudad de Lima.  Familias enteras.  Hablando quechua y castellano.  La psicología del “extraño”, posiblemente infectado, pudo más.  La ciudad los observó desde las ventanas desde sus casas, con el lema #YoMeQuedoEnCasa.  La Policía Nacional del Perú, aplicó la psicología de la represión llevando a ese mar de ciudadanos, a una comisaría a las afueras de la ciudad.  No los dejaba avanzar por los miles de kilómetros que les faltaba recorrer, a pie.  Hasta que por fin, dado el impacto, gestionaron buses para llevarlos a sus lugares de origen.  Es que solo aplicando la psicología de masas pueden salir del anonimato, ninguneo, indiferencia y violencia racista que nos rodea.  Algo parecido, al 70% de negocios informales del Perú, que sostienen al Perú, desde antes de la pandemia.  Fue una sorpresa, cuando los beneficios comenzaron a darse sin pensar en ellos: los 2000 soles para los que tenían AFP.  El Congreso, en su primera gestión aprueba el 25% de los fondos de las AFP, para esa población. ¿Qué es lo relevante de estos beneficios?  Que solo llegaba a menos del 20% de la población.  El resto, se quedaría en la nada, obedeciendo los mandatos del Gobierno, sacando a todas las fuerzas armadas, si es que intentaban desacatar las normas.  La psicología del castigo, frente a las normas dadas.  El nivel psicológico más primitivo del desarrollo del juicio moral.  Fueron tratados como niños desobedientes.  Igual que tratamos a los “serranos” con expresiones como “señito”, “hijita”, “hijito”, porque se piensa no entienden las leyes.  Y cuando las entienden y no obedecen, se les castiga de diferentes formas.  Lo más primitivo de la psicología del razonamiento del desarrollo del juicio moral, basado en el castigo.  Por ello, doña Julia, don Teófilo y Wilber muestran en sus cuerpos lo que pasa en el Perú, a partir del Covid-19.  ¿Qué otras características psicológicas podemos encontrar en ellos, que nos ayuden a salir adelante de esta situación?

Al día siguiente, después que se difundieron las imágenes de abuso contra doña Julia, 200 ciudadanos tacneños, salieron de la reclusión de sus casas, a las afueras del Cuartel, golpeando la puerta para pedir respuesta al cartel que preguntaba sobre Wilber Carcausto.  Ya llevaba más de quince días de desaparecido.  El ejército, al cual pertenece Wilber, no reportó su desaparición.  Psicología del niguneo, nuevamente.  ¿Será que ningún ciudadano, fuera de las grandes ciudades, es importante para las instituciones del Perú?  Algo así, como el 70% de los ciudadanos que pertenecen a empresas informales, para los cuales se facilitó una ayuda económica, al darse cuenta de su existencia y salir del anonimato.  Bonos que no llegaron, porque los registros de los Ministerios no estaban actualizados desde hace más de cuatro o cinco años.  Cifras que no son importantes, psicología de la indiferencia aplicada contra esos ciudadanos, que sostienen al Perú del día al día. Mientras las grandes empresas, que se vieron afectadas por estos recortes de las AFP y sus grandes emporios comerciales, comenzaron a protestar.  Es que cuando los “extraños” que viven entre nosotros, salen de la psicología del anonimato incomodan, molestan, bajan el autoconcepto de élite o, al menos, de alienación por llegar a serlo.  Psicología de la alienación frente al que creemos que vale menos.  Entre el virus mortal y la economía de las grandes empresas, entonces se comienza con leyes para que no caigan y se facilita el despido de trabajadores, en tiempos de #Cuarentena.  Allí estaba nuevamente doña Julia, don Teófilo y 200 ciudadanos tacneños frente a la muralla de un ejército armado.  Pero, ¿Cuál es la esperanza de esta psicología del desafío, frente a lo que vivimos en el Perú con esta pandemia?

Las leyes cuando no son pensadas en los pobres o los más vulnerables de una nación, jamás podrán dejar avanzar a los ciudadanos a niveles psicológicos más elevados del pensamiento moral.  La psicología del miedo se aplica para tener a raya un comportamiento, basado en la amenaza de las imágenes psicológicas de muerte: cárcel, enfermedad o cementerio.  Según los estudiosos de la psicología es lo más primitivo de nuestro razonamiento.  Lo que denominamos en psicología la mente delincuente.  El comportamiento que se obtiene es coherente con esta mentalidad.  El otro nivel psicológico se caracteriza por los acuerdos en común.  Obedecer las reglas pactadas por encima de las personas.  Algo que el Gobierno ha estado reclamando constantemente, así como muchos ciudadanos de la ciudad.  El siguiente nivel mucho más elaborado desde la psicología, es cuando cada caso amerita sentarse y cambiar las leyes para beneficiar a las personas que padecen los límites a la que las normas escrita no llega.   Cada caso personal, de un caserío, pueblo, ciudad, país, es diferente. Se Necesita normar pensando leyes locales y concretas.  Respetando los usos y costumbres.  Esto es lo que significa que los pobladores de la sierra que vivían en la gran capital del Perú, logró con su ejercicio ciudadano de caminar a pie, en masa.  O de la presencia de doña Julia y don Teófilo en la gran ciudad.  ¿Cuál es la psicología de la esperanza al encontrar al cabo Wilber?

Wilber fue hallado en la ciudad hace dos días.  Portaba un papel que decía su nombre.  Deshidratado.  Vagando en la ciudad.  Casi a un mes de su desaparición.  Sus emociones eran de miedo, asustado, humillado; psicología del desamparo.  Wilber manifiesta la psicología de la inmensa mayoría de peruanos, después de varios meses sin trabajo o con posibles contratos sin beneficios sociales.  La psicología de la amenaza imponiendo el miedo.  Sobreviviendo.  Le hicieron la prueba para ver si estaba infectado del Covid-19, y someterlo a cuarentena, para que no infecte a los demás.  Lo encontraron libre del coronavirus y preso de sus miedos.  Su madre lo abraza llorando. Él responde sin sonrisa, ido, derrotado intentando defenderse de la psicología de la humillación de ser tildado como desertor del gran Ejército del Perú, al cual siempre quiso servir.  “Entonces todos los hombres de la tierra, le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado; incorporóse lentamente, abrazó al primer hombre; echóse a andar.” Psicología de la esperanza, gracias a los 200 ciudadanos tacneños y los miles de peruanos que le siguieron virtualmente.  Es la única manera de salir de estas pandemias en una dinámica de psicología de la esperanza.  


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