El violador eres tú. Desde la práctica psicológica, médica y religiosa.


Conocí a B después de tres años con tratamiento psiquiátrico por depresión, cando la derivaron a psicoterapia.  Iniciamos una relación psicoterapéutica.   Ella tenía más de 70 años, con una herida abierta en uno de sus pies, producto de la diabetes. 
Yo vi cuando mi padre la arrastraba por los pelos.  La sacaba de la casa y la agarraba a patadas, como si fuera un costalillo de papas.  Le teníamos miedo.  No podíamos hacer nada por mi madre.  Una vez, yo estaba dormida, cuando sentí que me sobaban la pierna.  Estaba con mi pijama.  Era las manos de mi padre.  Intento meter su mano dentro del pijama.  Yo me moví y no me dejé.  Me hice la dormida.  Desde ese día me puse dos pantalones más y me amarré la cintura fuerte con una soga, para dormir tranquila.  Cuando llegaba, ya no podía tocarme. Le conté a mi madre, con miedo.  Me tiró una cachetada y me decía que seguro yo ando pespiteando.  Le cogí cólera y odio a los dos.  Al tiempo llegó a una tía.  A ella le conté todo.  Se peleó con mi madre y me llevó a su casa.  Fue un alivio y otro sufrimiento también.  Me tenía como su empleada, venida del campo.  Hasta que me fui con el primer hombre que se me presentó.  Igual fue un infierno.  Tuve varios hijos.  Me abandonó varias veces.  Mis hermanos no me apoyaron.  Mis padres menos.  Al final me las vi sola con mis hijos.  Como pude los hice profesionales.  Mi madre cayó enferma y la llevé a mi casa, para cuidarla hasta que murió.  Igual mi padre.  Pero, una vez que murieron, habiendo cumplido como hija, jamás fui al cementerio. 
B murió después de haber explicado a cada uno de sus hijos, las ideas automáticas que le venían a la memoria, aparentando una conducta feroz y amargada, y dándoles razones por no visitar a sus abuelos en el cementerio.  Aún recuerdo su mirada tierna, al final del programa terapéutico.  Las risas interminables que pudimos arrancar.  Los abrazos para sostener nuestras vidas, marcada por semejantes heridas.

C era un abuelo que tenía miedo a morir.  Uno a uno de sus amigos, vecinos, de su edad, estaba muertos.  Tenía más de 80 años.  Eso le originó una depresión mediana.  No le dejaba en paz.
A la muerte de mi madre, mi padre tuvo que llevarme a su casa.  Con su familia.  Me trataban como su empleado.  Yo fui “hijo natural” –me lo dice bajando la voz y mirando al suelo-.  Me levantaba temprano a comprar el pan y ayudar en la cocina.  Así me crié.  Viendo disfrutar a mis padres y hermanos, mientras yo trabajaba como su sirviente.  Mi padre era muy influyente.  Tenía un apellido de prestigio.  Me enamoré de la hija de uno de los criados.  Una mujer muy bella.  Con ella, decidí fugarnos.  Mi padre jamás me lo perdonó.  Tampoco me importaba.  Salí de la casa, con su maldición –una lágrima cae de sus ojos-.  Tuve hijas con ella.  La amé intensamente. Por el apellido conseguí buenos trabajos en minas.  Así crié a mis hijas y mantuve mi hogar.  Hasta que mi mujer murió.  No la he podido olvidar.  Me volví a casar, pero no es lo mismo. 
Después de una terapia de reminiscencia y combatir la creencia generalizada, respecto a la muerte, en su pasado y presente, pudimos reinos en las sesiones hasta que la cara nos doliera.  Abrazarnos y sostener nuestras heridas.  C murió tranquilo al lado de su hija, que le acompañó durante todo este largo proceso. 

El “violador soy yo”, cuando desde mi labor profesional, no tomo conciencia de esta estructura patriarcal.  ¿Cómo así?   La estructura patriarcal es cuando todo está dividido entorno a la figura del varón, patriarca.  Ya sea en la casa, cabeza del hogar.  En la organización laboral, del barrio, del pueblo o mi país.  Las mujeres, los jóvenes y niños pasan a un segundo plano de jerarquía.  Dependiendo si entre los jóvenes y niños hay varones y mujeres.  Tendrían preferencia los varoncitos. 

Cuando tengo un pensamiento androcéntrico.  Es decir, cuando todas mis ideas y decisiones, se dan entorno al varón.  Es la norma.  Antes he dicho jóvenes y niños.  Y en mi pensamiento, solo hay figuras varoniles. He tenido que detallar, que también existen mujeres para darnos cuenta.  Cuando doy prioridad a los varones de la casa, empezando por el padre o los hermanos varones mayores.  Cuando minimizo las actividades de una mujer en el trabajo, por ser ella y no él.  Entonces, como profesional de la salud, “el violador soy yo”, si sigo exponiendo a mis pacientes a la creencia generalizada que los niños se enamoran de mamá y las niñas de papá.  Edipo y Electra.  Cuando sigo hablando de virginidad, pensado en el himen intacto, aun sabiendo que desaparece a edad muy temprana en las niñas. 

Tanto la estructura patriarcal y el pensamiento androcéntrico, machismo puro y craso, hacen sufrir a varones y mujeres.  A las mujeres, por el ninguneo a la que son sometidas, en el ejercicio psicológico del poder.  A los varones, por obligarlos a mantener el control y vigilancia en todo.  Evitando expresar la ternura, afecto y vulnerabilidad.  Varones y mujeres hemos perdido en esta forma de vida del patriarcado.  Esto no se arregla con rezos de rosario, ni defendiendo templos regidos por estructuras patriarcales y androcéntricas.  El primer paso, de salud psicológica, es solidarizarnos con las víctimas.  Sin ese paso, las ciencias de salud y la religión, siguen siendo una farsa de grandes dimensiones, daño psicológico y médico, a sus pacientes y feligreses.  Liberemos nuestras ciencias de salud y religión de tanto prejuicio científico, y religioso, abusivo y violador.
Imagen de aciprensa. 07/12/2019
____

DI SEGNI, S. (2013). Sexualidades. Tensiones entre la psiquiatría y los colectivos militantes. Buenos Aires: Fondo de Cultura económico.

DONATH, O. (2016). #madres arrepentidas. Barcelona: Reservoir Books.

FOUCAULT, M. (2019). Historia de la sexualidad IV. Las confesionees de la carne. Madrid: Siglo XXI.

WOLF, N. V. (2013). Vagina. Barcelona: Kairós.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Pensamiento adulto de la psicología de la "Resurreción"

Introspección en estas fiestas patrias; desde la psicología de la religión,

Adrián: Psicopolítica en tiempos inciertos.