Psicología del pensamiento comunitario. ¡Para Luis!

Esperanza se llama, cuando nos sentamos cada jueves intentado ejercitar el pensamiento.  Somos cinco.  Estamos frente a frente.  Cara a cara.  Allí nos vemos y calculamos nuestras miradas y gestos.  Interpretamos nuestros sentimientos, sorpresas y disgustos, por cada idea que aflora y nos duele tener que pensar de otra manera.  También nos alegra descubrir juntos una visión diferente de la vida.  A todo ello le denominamos matriz.  Pero, ¿Para qué sirve en la vida práctica este método?
Para enterarnos que la conciencia siempre nos remite a los otros.  No existe conciencia individual sin estar frente a los otros.  La individualidad es una falacia creada que no es acorde, en la forma como funciona nuestro cerebro.  De tal manera, que si no hay alguien alrededor, y desea saber que está vivo, no hace falta pellizcarse.  El cerebro inventa a los otros, en tu memoria y emociones de tu cuerpo, para tomar conciencia en base a re-conocer al otro u otros, para certificar la vida y existencia personal.  Sin los otros no hay conciencia.  En la vida práctica es reconocer que el ser humano es vulnerable, indigente.  Como tal, nos necesitamos.  No estamos en competencia de pensamientos, sino en armonía para frenar la ola de soledades que nos lleva a que perdamos cualquier lucha.   La diversidad, resumida en los “otros”, nos confirma nuestra vitalidad y conciencia. 

En el gozo de descubrirnos en red, ejercicio de pensar cara a cara, emerge una sentencia que no podemos evadir: la cultura del feminismo.  La mayoría somos varones.  Solo hay una mujer en esta tarea sistemática que nos hemos propuesto.  Es la realidad.  Es lo objetivo.  Reafirmamos que las mujeres han tenido un protagonismo de ejercicio del pensamiento inigualable, a través de la historia del pensamiento: Hipo, Aristoclea, Cleobulina, Aspasia, Milesia, Diotima, Pánfila, Beronice, Clea, Eurídice, Julia Domna, Miro, Sosipatra, Antusa, Aganice, Eudocia, Ana Comnena, Santa Catalina… Ellas formaron el cuerpo de pensamiento base, de la cual hemos bebido y de la que muchos varones robaron su autoría, en una deshonestidad intelectual jamás reconocida en la historia.  Los nombres nuevos de ellas, continúan en este armazón del pensamiento que necesitamos con urgencia.  El feminismo no puede caer en el machismo perverso, del cual se aprovecha el capitalismo nefasto, para hacernos creer en fantasmas buenos y malos.  Es malo el que no consume y es bueno el que hace lo contrario.  Las ideas, el pensamiento se ha convertido en una herramienta capitalista inducida a la competencia, para acentuar las diferencias.  Allí está el feminismo para frenarlo y doblegarlo, sin maquillaje y a pecho suelto.  Pero aquí, en este lugar de todos los jueves, sólo hay una mujer, frente a nuestra manera de realizar el ejercicio de pensar.  ¿Eso significa que el pensamiento de ella no es válido en medio de la mayoría varones?

Significa que varones y mujeres nos sostenemos mutuamente.  Que tanto ellos como ella, somos un cuerpo, sin denominaciones. ¿Por qué?  Por la sencilla razón, que nos contenemos unos y otras.  Todos partimos del X, del cual la biología nos ha gritado a voces y que la hemos ahogado para que no perturbe la producción del pensamiento individual, capitalista, ortodoxo y opresivo.  Allí está el X cromosómico, diciendo que sus combinaciones son infinitas, como infinita es la psicología de cada ser: XX, XY, XO, XXY… ¡y así somos humanidad! La diversidad, en el ejercicio de pensar rostro a rostro, cerebros en red, desde algoritmos capaces de poder con-jugar esta diversidad, subvierte el orden del pensamiento normativo dual, dicotómico, que encarcela y compite, hasta quemarnos en el trabajo diario (síndrome de burnout), como esclavos de un sistema que humilla a la humanidad, hasta después de su propia muerte. ¿Qué repercusiones tiene para la vida diaria esta primera conclusión?
Nadie aspira a ser mujer ni varón.  Somos lo que somos.  No somos enemigos entre sí.  Matarnos unos y otras, a través de roles, trabajos, autorías no es nuestra naturaleza.  Las normas y reglas, basadas en dicotomías son un absurdo con el pensamiento y ejercicio cerebral.  Funcionamos en red.  Nos movemos en red.  La conciencia está situada en el re-conocimiento de los otros, en condiciones horizontales o circulares.  Esta humanidad necesita recuperar el rostro a rostro del pensamiento, donde nuestro sistema cerebral pueda potenciar la capacidad de hacer frente a un proceso evolutivo comunitario, frente a un falso individualismo que nos está llevando al final de la humanidad, intentando quitar la matriz X, como la mejor marca que nos contiene.

Y allí está ella, sola, frente a cuatro varones, para contenernos del envenenamiento capitalista, y decirnos: ¡Humanidad! Hasta el próximo jueves, esperándonos mutuamente en el deseo de ejercitar el pensamiento rostro a rostro, donde todo es provisionalmente fuerte. 

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