El Dios inventado puede entrar "para robar y matar y hacer estragos" (Jn.10, 1-10)

Cuando está anocheciendo, con el frescor que tiene mi tierra, Piura, parado frente a la Catedral.  En este momento, salgo corriendo porque pronto quedará totalmente oscura.  No tiene iluminación desde el fatídico día 27 de marzo.  Mi oración se hace rebeldía.  Mi oración se resiste a creer en el dios que me han impuesto con engaños. Aquella divinidad que han inventado para mantener, al centro de cualquier parte, en la oscuridad, como mi pueblo. 
  
 En ese momento se iluminan las entidades financieras que están en el entorno.  La parte superior del edificio Municipal se ilumina.  La Catedral también.  Todo lo que es negocio tiene iluminación.  Pero el parque central de mi tierra, no tiene luz.  Quizá allí se encuentre el Buen Pastor, que intenta esconder la religión con sus normas y disposiciones. Dogmas desencajados de la realidad humana.  Tomo conciencia que soy parte de esas cuatro quintas partes de la humanidad que está adscrita a algún movimiento religioso: más de 800 millones al hinduismo.  1300 millones al islam.  Cerca de 2000 millones al cristianismo.  Aproximadamente 350 millones al budismo.  Un poco más de 200 millones de religiones chinas.  16 millones al judaísmo.  Los seres humanos no religiosos suman el 20%.  Una cuarta parte de los Estados del mundo, mantiene un vínculo formal con una religión (TAMAYO, 2012).  Entonces puedo orar, con facilidad, mientras me retiro de la oscuridad.  Porque la oración no es exclusividad de las religiones, ni de los ateos.  También yo puedo hacerlo. 

Comienzo con los rostros de mis amigas y amigos, de la Campiña de Narihualá: Victoria, la anciana Vilchez, Eva, Máximo, Manuel, Julia, Pedro, Pascual y muchos otros más.  Ellas y ellos no podrán leer este texto.  Tampoco entenderán.  Ellas y ellos me han enseñado a asumir el conflicto, después del fatídico 27 de marzo, y a tener en cuenta a los demás como a mí mismo, porque a eso se le denomina ser humano (GOMEZ-ACEBO, 2000).  Ya están en sus casas, sin techo y sin piso.  Tampoco saben leer y escribir.  Están igual como estaban antes que se desbordará el río y las lluvias cayeran con inclemencia. La fuerza de sus convicciones está puesta en las redes de fraternidad o disensiones entre ellos. En la fuerza de su trabajo explotador, para seguir alimentando a los suyos.  Mientras rezan oraciones de memoria, por si acaso lo ocurrido haya sido un maleficio, por las culpas de sus pecados, como les han enseñado.  Es como la oscuridad del centro de mi ciudad, para salir huyendo cuando declina el sol. Es cuando surge en mí la imagen, también con rostro, del Ladrón que entra “para robar y matar y hacer estragos”, como reflexionamos en el Evangelio de hoy.  No quiero ser cómplice de ese ladrón, escondido en la imagen de un Pastor.  Entonces, ¿qué voz escuchan mis amigos de Narihualá?     

La voz que dialoga en lo intercultural, con sus ancestros que muestran con orgullo.  También lo interreligioso, por la infinidad de movimientos religiosos que existen allí.  La voz de aquella paz que se negocia, en la resolución de conflictos, y no la impone con amenazas de infierno o con arma en mano. La que practica la tolerancia y el diálogo.  Que elimina las discriminaciones de género de las religiones, porque están hartos que las mujeres no estudien y los hombres no culminen jamás ningún estudio, sin nada que trasmitir a sus hijos.  Historia que cargan desde el siglo XIV. Escuchan la voz que combate el fatalismo y determinismo, por eso siguen viviendo y creyendo.  Mientras tanto, escuchan a los ladrones, religiosos y civiles, pero no hacen caso.  Puede más su fuerza espiritual unida a sus ancestros y a la esperanza de encontrar más humanos unidos a su causa.  Aquellos que sean puerta y permitan entrar, con toda esa voz que escuchan con el alma, y que les permite vivir.

Siento nostalgia por el cristianismo que era considerado ateo, en sus inicios, porque se negaba a adorar a los dioses romanos.  Se negaba a ser idólatra.  Aquel grupo que aspiraba a la sabiduría, no para alardear, oprimir, manipular o inflarse en su ego, sino para entrar en sintonía con lo más hondo de la humanidad, allí donde radica lo realmente divino.  Porque, para ser sincero, lo más pernicioso de las religiones es que enseñan que estar satisfecho con el desconocimiento es una virtud (DAWKINS, 2014).  Por ello, alaban la fe del pueblo, aunque no sepan leer y escribir, y prefieren seguir ignorando dónde dormirán los pobres mañana, porque el asunto de fondo sigue siendo ético (GUTIÉRREZ, 2002).  Una religión sin ética, es una farsa.  No es el buen Pastor y no merece ser escuchada, como dice el Evangelio de Hoy.  Termino mi oración arraigado en mis convicciones por un mundo mejor, del cual estoy completamente comprometido.  Esa es la puerta, por la que deseo ardientemente entrar siempre. 

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DAWKINS, R. (2014). El espejismo de Dios. Barcelona: Booket.

GOMEZ-ACEBO, I. (2000). Y vosotras, ¿quién decís que soy yo? . Bilbao: Desclée de Brower.

GUTIÉRREZ, G. (2002). ¿Dónde dormirán los pobres? Lima: IBC-IEP.

TAMAYO, J. J. (2012). Otra Teología es posible. Pluralismo religios, interculturalidad y feminismo. . Barcelona: Herder.





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