Como psicoterapeuta siento que el ambiente se pone
tenso. La piel comienza a
inquietarse. Los recuerdos fluyen
libremente y se tratan de controlar para no exteriorizarlos. Temor por preguntar y hablar del tema, porque
pueden descubrir nuestra propia experiencia si decimos una palabra. Todo eso sucede cuando Pedro comienza la
consulta. Se le percibe inquieto, por la
forma en que abruptamente responde a la pregunta: ¿Por qué estás aquí? Lxs
psicólogxs sabemos que casi nunca coincide el motivo de la consulta con lo que
realmente les sucede. ¿De qué se trata?
Desde muy pequeño me masturbo. Todo el tiempo he visto pornografía. Incluso me gustaba ver por debajo de mi
carpeta a la profesora, a las amigas de mi madre bajo su vestido… Tengo miedo a
no ser eficiente en mis relaciones sexuales porque me masturbo mucho. Mi cabeza está llena de sexo. Conocí en la universidad a la que fue mi
enamorada. Hemos terminado hace dos
semanas… todo está relacionado…
Entonces mi mente vuela a la historia personal antes de
nacer, cuando aún estamos en el vientre de la madre, tocándonos nuestros genitales
para que quede grabadas las sensaciones de placer al tocarnos nuestros
genitales. Se ha observado que cuando
éramos fetos nos tocamos los genitales (MASTERS, William; Johnson,
Virginia; KOLODNY, Robert, 1987) y se movían nuestras
caderas de leve a intenso. Información
necesaria para nuestra psique que va conociendo el cuerpo a punto de nacer. Esta conducta la repetiremos a lo largo de
todo el desarrollo hasta la muerte. Se le dice autoerótica porque nosotros
mismos la descubrimos en nuestro cuerpo. Fue irrelevante en la historia de la
medicina hasta 1712 que pasó a considerase como una amenaza ética en las
relaciones interpersonales, al punto que la tuvo que prohibir, por
considerarla como la peor enfermedad (LAQUEUR, 2007, pág. 57). Por supuesto que hoy, ni la medicina ni
ninguna ciencia de la salud afirma eso.
Al contrario, es un aprendizaje que ayuda a conocernos a nosotros mismos
y que posibilita gestionar los placeres de nuestro cuerpo, para que nuestras
relaciones de pareja sean profundas y de comunicación permanente altamente
gratificante. Sin embargo, aún se tiene rezagos de prejuicios que perduran en nuestra
época. Prejuicios que hasta la doctrina
católica la ha quitado de sus fundamentos, para quienes son creyentes y no generar
culpabilidades enfermizas en los seres humanos (MUCHEMBLED,
Historia del diablo. Siglos XII - XX, 2012). Veo el rostro de
Pedro despejando el peso de tanta carga inútil que hasta el momento llevaba consigo. Pero ¿Qué hay de la pornografía que utiliza?
Recuerdo que desde muy pequeño veía comics
pornográficos. Me gustaba y tenía que
esconderlas para que no las encontraran.
Luego con mis amigos, cuando ya era grande. Veo muchas veces porno para sentirme bien y
masturbarme. Pero no dejo de sentir ese
vacío cuando termino de verlas, como si fuera algo sucio, asqueroso de mí mismo…
Pienso en las veces que se nos ha venido a la cabeza las fantasías
sexuales en la adolescencia y hoy, entrado a la adultez mayor, siguen dando
vueltas en mi cabeza con una constancia que nadie quiere decir por vergüenza a
que nos juzguen como depravadxs sexuales.
Y es que las fantasías, sean del
tipo que sean, sostienen nuestras conductas con nosotros mismos y con los
demás. Las de tipo sexual nos ayudan a profundizar
en nuestras relaciones. Vienen cada
cinco minutos a nuestra cabeza, aproximadamente (CROOKS,
Robert - BAUR, Karla, 2010), sin que las hayamos
convocado. La pornografía no tiene nada
que ver con las fantasías sexuales de nuestra naturaleza, condicionada por los
genes y la cultura. Entonces, ¿La
pornografía para qué está hecha? Lxs psicólogos
coincidimos que tiene un carácter netamente ideológico que utiliza el recurso
de nuestra capacidad de sentir placer para implantarlo en nuestra mente. ¿Cuál es la ideología? Mantener el sistema dominante y controlador
hacia la máquina sexual que se le considera a la mujer y que todo hombre (¿macho?)
debería domar para contener a “su hembra”.
Por ello, suelen mostrar a la mujer como un ser insaciable de sexo (HITE, 2001), por ello a los
hombres nos preocupa tanto el quedar bien con las mujeres en la cama, cuando
solemos preguntar: ¿Te gustó? Por otro
lado, la mujer finge sentirse bien para hacer que su pareja se sienta un gran
hombre, por el prejuicio que vayan a dejar de vivir con ella (MUCHEMBLED,
2008).
Ni a varones ni a mujeres nos han enseñado a valorar el aprendizaje autoerótico
de nuestro cuerpo y tenemos muchos temores para expresarlo a nuestra pareja,
preferimos esconderlo engañándonos a nosotrxs mismxs. Por eso, el término activo y pasiva en todas
las relaciones, como muestra de prejuicio y amargura de no sentir el placer
sexual pleno en la vida de pareja. La pornografía, por ejemplo, no puede
enseñarnos el sistema neuronal pélvico (WOLF, 2013) de las mujeres en su
diversidad para sentir placer. ¿Qué
significa esto? que no todas las mujeres
sienten placer en la estimulación de los labios vaginales, clítoris u otra zona
erógena cercana. Eso lo sabe cada mujer
al descubrirlo sola y que sus parejas deben aprenderlo. Caso contrario se pierde una relación que
puede ser riquísima en la comunicación de sus deseos, proyectos comunes y
vínculos emocionales y/o afectivos. Es así, porque ellas tienen la capacidad de
engendrar nuevas vidas. Los partos
naturales tienen que ser cuidadosos para no suprimir esta capacidad de las
mujeres en sus vidas sexuales. A la pornografía
no le interesa, sino conservar el estatus del dominio del macho sobre la hembra
en poses imposibles y exageración de fantasías que no ocasionan placer en la
gran mayoría si se llevan a cabo en la realidad. Como toda ideología daña todos
los niveles del ser humano: al varón por hacernos sentir poco hombre frente al
sexo, cuando rompemos una relación. A la
mujer, porque las vemos como las lobas que necesitan ser domadas. Entonces, surge de lo profundo el verdadero
tema, lleno de prejuicios, para el que vino a la consulta Pedro:
No puedo dejar de pensar en ella. Es la primera vez que me enamoro tanto. Mi piel la recuerda en cada rincón de mi
ser. Me fastidia que otro hombre sienta
lo que yo disfruté con ella. Tal vez el hecho
que me masturbara impidió hacerla feliz, porque no tenía energía. Lloro constantemente y tengo un dolor en el
pecho cuando no me contesta el celular ni mis mensajes. O cuando me dice, después de un día que le
escribo, que también me recuerda, pero es mejor alejarnos…
Recuerdo a muchxs de los que me consultan sobre el tema,
para seguir afirmando que la masturbación constante no es una cuestión de necesidad
sexual, sino como una respuesta de nuestro cuerpo al estrés que estamos
sometidos (REINISCH, June – BEASLEY,
Ruth, 1992).
El cerebro y el cuerpo nos regalan esta posibilidad de apaciguar la presión de
nuestros días. Por ello, en la
adolescencia con tantos cambios a los que adaptarse y tantas preguntas que
surgen, es cuanto más se practica. Luego
viene como una costumbre frecuente o cuando estamos en situaciones tensas como
un examen universitario, evaluaciones laborales, presiones económicas y un
largo puntos suspensivos. El motivo por
el que terminó la relación Pedro fue otro, que necesito narrarlo en una próxima
reflexión.
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copias de las clases de Julinho Timoteo. |
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CROOKS, Robert - BAUR, Karla. (2010). Nuestra
sexualidad. México D.F.: Cengage Learning, Inc.
HITE, S. (2001). Informe
Hite. Estudio sobre la sexualidad femenina. México D.F.: Paidós.
LAQUEUR, T. (2007). Sexo
Solitario. Una historia cultural de la masturbación. Buenos Aires: Fondo de
cultura económica.
MASTERS, William;
Johnson, Virginia; KOLODNY, Robert. (1987). La sexualidad humana. México
D.F.: Grijalbo.
MUCHEMBLED, R. (2008). El
orgasmo y occidente. Una historia del placer desde el siglo XVI a nuestros
días. México D.F.: Fondo de cultura económico.
MUCHEMBLED, R. (2012). Historia
del diablo. Siglos XII - XX. México D.F.: Fondo de cultura económico.
REINISCH, June – BEASLEY,
Ruth. (1992). Nuevo informe Kinsey sobre sexo. Barcelona: Paidós.
WOLF, N. (2013). Vagina.
Barcelona: Kairós.
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