Psicología y ética. Formación de delincuentes en el sistema educativo.
Los rostros de lxs pedagogxs cuando descubrimos la manera en que la
práctica educativa fabrica delincuentes, es impresionante. Los ojos sobresalen, ante tal descubrimiento. No muestran ningún rasgo que pueda
leer para descifrar emoción alguna. Como
un espejo, mi rostro y mis ojos se ponen en sintonía con ellxs. No puedo dejar de sentir en el pecho un dolor
inmenso, que ya no se si es producto de la decepción, tristeza, rabia contenida
o mi enfermedad autoinmune. Estamos
descubriendo a Kohlberg (1992), aterrizándolo
en nuestra realidad. Descubrimos cómo
trabaja el cerebro para decir lo que está bien o mal, en las acciones que
realizamos. ¿Cómo así?
Lo primero que entendemos, con los ojos bien abiertos, es que nuestro cerebro
trabaja constantemente recibiendo información del interior de nuestros cuerpos
y del ambiente. En esa dinámica podemos
dar respuesta a todo lo que nos sucede en la vida. Para decidir si las acciones de cada uno son
correctas o no, el cerebro hace un trabajo arduo interno y externo. Por lo tanto, un pedagogo tendría que tomar
en cuenta estas dos dimensiones (MORA, 2007). No se puede dar clases cuando un ser humano
pasa hambre, por ejemplo. Necesita
resolver esa necesidad interna para poder enviar la información necesaria que
el aprendizaje requiere. Como tampoco,
se puede dar clases en medio de una fiesta estridente de heavy metal. Hasta aquí ya sabemos esto. Pero ¿Qué tiene que ver esta situación con
que mi cerebro valore que lo que hago es correcto o incorrecto, está bien o mal?
No se necesita solo tener conocimientos acerca de la moral para poder decir
cuándo una acción es correcta o incorrecta.
Mucho menos de la religión. Se
necesita de un cerebro entrenado con la experiencia y el conocimiento. Ambos aspectos son inseparables de la psicopedagogía. Gracias a estas dos dimensiones hoy no nos
matamos a palos, como en nuestra era primitiva, para resolver un problema de
tierras, propiedades o cualquier conflicto (HARARI,
2017). Hemos avanzado mucho,
gracias a este trabajo interno y externo de nuestro cerebro. Hoy estamos libres de ese tipo de “arreglo de
cuentas”. Hoy, no matamos al vecino por ser
musulmán o cristiano, indígena o mestizo.
La pedagogía, basada en la experiencia y el conocimiento nos ayudó a
evolucionar. Sin embargo, seguimos poniendo
resistencia al cerebro, para entrenar a los seres humanos y terminamos
fabricando delincuentes, que avalen el sistema corrupto de nuestra
sociedad. Es en ese momento, cuando nos
topamos con las diferentes investigaciones y abrimos la boca y los ojazos, queriendo
entender como nuestra labor pedagógica se encarga de hacer esto, a través de
nosotros, sin darnos cuenta. Nos
preguntamos ¿Qué hemos hecho para que el cerebro se vuelva delincuente a través
del trabajo pedagógico?
Los psicólogos sabemos muy bien que hay cuatro pasos, para que el cerebro
accione y emita una respuesta de su comportamiento (KOHLBERG, 1992):
1.
1. Sensibilización al problema. Es decir que ante cualquier realidad que esté fuera de lo normal y nos llama la atención, le prestamos atención para entenderla. La pedagogía se encarga de sensibilizar a los estudiantes ante cualquier problema. Es el primer paso, porque así trabaja nuestro cerebro.
2. Surgimiento de varias soluciones o alternativas ante el problema. En cuestión de segundos el cerebro pasa a este segundo paso. Según la experiencia: pasada y presente, brota diferentes respuestas ante eventos que llaman la atención y que amerita una respuesta. La psicopedagogía tiene que dejarse llevar por la naturaleza sistémica cerebral de ver las diferentes alternativas ante cualquier dilema o problema en la vida.
3. Definición de la que sería la respuesta o acción frente al problema. De todas las alternativas que me ofrece el cerebro, se escoge una de ellas, la que más probabilidades tenga de éxito. Entonces la psicopedagogía asume un rol protagónico frente a la acción de resolver cualquier problema.
4. Ejecución de la acción que se ha decidido. El cerebro ejecuta la respuesta que se ha escogido para solucionar el dilema o el problema presentado. Entonces, la psicopedagogía ha ido al ritmo del sistema cerebral y cierra un proceso de aprendizaje que nos lleva a vivir mejor, superando cualquier dilema o inconveniente que se nos presenta en la vida.
Por supuesto el cerebro trabaja sistemáticamente, en pasos ordenados, en
cuestión de segundos, en este proceso. Jamás
pasa del primer paso al tercero o cuarto, obviando el resto. Cuando llegamos a este punto, nos quedamos mirando
fijamente y preguntamos: ¿Nos pueden dar un ejemplo concreto para entender
mejor?
Cuando un niñito le quita el juguete a su hermanita. La hermanita llora y da las quejas al papá. Entonces, el padre, corre y le dice al niñito
devuelve el juguete y dale un besito. El
niñito se niega, pero tiene que hacerlo, de lo contrario recibirá un
castigo. Le da un besito a la niñita,
llorando o con la cabeza agachada, le devuelve el juguete. Fin del dilema o problema. Ese padre ha entrenado a un futuro
delincuente y obliga al cerebro del niño a dar una respuesta fuera de su sistema. Ha actuado como un hacker en la
computadora. Entonces abrimos más los
ojos, los que participamos en este seminario, porque es nuestra manera de
solucionar los problemas cotidianos de la manera más rápida posible (KAHNEMAN, 2019). Y nos preguntamos con rabia ¿Por qué nuestro trabajo
entrena a delincuentes?
Porque no hemos pasado por el proceso 1, de sensibilización para entender
el problema. Tampoco le hemos permitido el
proceso 2. dar muchas respuestas de acuerdo con su experiencia u otras que
pudiera haber ofrecido el cerebro. Le
hemos obligado a acoger una sola respuesta, en el proceso 3 y sin más nos hemos
ido al proceso cerebral 4, una respuesta que ni siquiera ha sido de su
elaboración, sino impuesta. No se
aprende a tomar decisiones de esta manera sin la sensibilización ni la búsqueda
de mil alternativas. Nuestro cerebro se
acostumbra a trabajar con nuestras emociones con un sistema emocional del
sistema más rápido de dar respuestas: un puñete, un insulto, de la forma más
primitiva de nuestra evolución. Así
tenemos un montón de sesgos (KAHNEMAN, 2019),
que no nos ayuda a tener éxito en la vida.
Robar y matar en el intento, es lo más rápido y cómodo. El cerebro no trabaja en lo profundo para dar
respuestas más elaboradas entre miles de alternativas. Entonces, ¿Nuestro
sistema educativo está preparando delincuentes?
Por supuesto. A esta investigación
Kohlberg le denominó el primer nivel preconvencional, estadio 1 y 2. Es el nivel más primitivo de nuestro
razonamiento moral, donde se encuentran la inmensa mayoría de delincuentes. Por
eso, encontramos gente muy bien preparada que quiere solucionar problemas inmediatos
a través de formas tan delincuentes, como las que estamos experimentando en
medio de una realidad tan siniestra como es esta emergencia sanitaria. Las emociones (psicología), la ética (juicios
morales) y la política (sistema educativo) tiene que ir de la mano (CAMPS, 2011).
De lo contrario seguiremos preparando delincuentes como lo estamos experimentando.
Nuestras miradas se entrecruzan, mirándonos unxs y otrxs, para comenzar a soñar un mundo diferente, desde la psicopedagogía que todos practicamos. Esperemos que sea el amanecer de nuestros pueblos, porque la ciencia nos va indicando el camino correcto del progreso (PINKER, 2019), hasta el momento y hay que respetarla y seguir adelante, sin miedo a desaparecer, como toda especie en proceso evolutivo, alcanzado el máximo desarrollo posible de todas nuestras posibilidades de vivir mejor, hasta donde vayamos a llegar. Espero siempre un amanecer con más progreso y menos delincuencia, que supere lo más primitivo de nuestro pasado como especie. No podemos seguir estancados en tanta acción primitiva de nuestra animalidad.
![]() |
Teatro de mi amigo Edgar Del Solar |
CAMPS, V. (2011). El
gobierno de las emociones. Barcelona: Herder.
HARARI, Y. N. (2017). Sapiens.
De animales a dioses. Una breve historia de la humanidad. Lima: DEBATE.
KAHNEMAN, D. (2019). Pensar
rápido, pensar despacio. Barcelona: DEBOLSILLO.
KOHLBERG, L. (1992). Psicología
del desarrollo moral. Bilbao: Desclée de Brower.
MORA, F. (2007). Neuro-cultura;
una cultura basada en el cerebro. Madrid: Alianza Editorial.
PINKER, S. (2019). En
defensa de la ilustración. Por la razón, la ciencia, el humanismo y el
progreso. Bogotá: Paidós.
Comentarios