Psicología de la Paz, en tiempos de Covid-19
El estado de emergencia nacional, es un recurso legal y
constitucional, en el que los peruanos confiamos. Todos los especialistas en Derecho saben
perfectamente que toda su ciencia tiene su origen en Roma. Mejor dicho, en el Derecho romano. ¿Por qué hablar de Derecho? Porque fue pensando, creado y realizado para
evitar conflictos. Lo importante, es analizar
desde la psicología, que el móvil de Roma para crearlo, fue evitar o resolver
los conflictos que le generaba el gran imperio.
¿Cómo explicar, entonces, el conflicto desde la psicología romana?
Habría que comenzar por entender el paradigma mental de los
romanos sobre lo que significaba para ellos vivir sin conflicto. Ellos le denominaban pax, con “x”. Para su imperio, significaba dominar a
pueblos, personas, cualquier organización.
Apropiarse, conquistar, invadir no solo tierras, sino todo lo que conlleva
cualquier creación social humana. Los
dominados tenían garantizada la tranquilidad en sus vidas y organizaciones
siempre y cuando permitieran la dominación.
Las personas dominadas, tenían la conciencia psicológica de pertenecer
al imperio romano y considerar como su amo al emperador. A cambio, tenían la tranquilidad de seguir
con su vida, perteneciendo a las normativas vigentes del gran imperio. Psicología de la tranquilidad de la víctima,
para evitar el conflicto. Con esa
tranquilidad, totalmente pasiva, las cosas iban bien para el pueblo, personas y
organizaciones dominadas. Algo de esa
manera de pensar sigue vigente en algunos pueblos, como lo que estamos
observando en algunos países con dictaduras actuales, en sistemas capitalistas
o comunistas. Por ejemplo, como el Emperador es varón, entonces el varón domina
a la mujer, en esa misma sintonía interpersonal. El
coronavirus se ha paseado por esos sistemas.
Al parecer estamos escogiendo este tipo de pax, a partir de la pseudo
libertad que nos confiere el uso de la tecnología virtual. ¿Qué otros aspectos psicológicos podemos
analizar de este tipo de pax romana vigente aún en los paradigmas mentales?
La psicología del silencio.
Es decir el no hablar ni pronunciarse, ni en pro ni en contra. Simplemente silencio, para no despertar a su
opresor. Algo así, como cuando el dueño
de una empresa decide no renovar el contrato, pero que necesita a ese mismo
empleado como locador de servicios. O
como la famosa suspensión perfecta declarada por el gobierno peruano frente al
declive económico, no solo por el coronavirus sino por un sistema que solo
piensa en el empleador o se mueve automáticamente por las leyes del mercado. Psicología del silencio paralizador, sin
opción a ninguna acción a decir la palabra o protestar, porque un virus le
espera en cada ventana o puerta de la
vivienda, por si se intente romper el silencio.
Un virus mortal acecha. Algo así,
es el símbolo para entender mejor el derecho romano por la psicología del
silencio por parte del pueblo dominado, para evitar el conflicto. Por ello, el aislamiento es clave. Castigar a los que no cumplan con el
aislamiento, es una buena alternativa de la psicología del castigo, para logar
el comportamiento del silencio. ¿Hay
alguna otra característica psicológica de este tipo de pax, que nos haga
entender la actual situación?
Por supuesto. La
obediencia ciega a las normas. Los que
se salían de esas normas eran ejecutados.
Las ejecuciones debían tener un impacto psicológico traumático, para que
nadie volviera a repetir el comportamiento “subversivo” a las normas. ¿Cómo cuáles?
La horca. Ser quemados. Crucificados.
A éste último castigo lo asociamos solo a Jesucristo, por ser parte de
la religión cristiana. Sin embargo, en
la época del imperio romano fueron crucificados cientos de personas que se
opusieron a las normas dadas por el imperio dominador de Roma. El imperio Romano llegaba a un pueblo, ponía
su bandera o su símbolo imperial. Todo
el pueblo sabía simplemente que desde ese momento, tenía que obedecer las
normas que a su emperador se le ocurriese, bajo pena de muerte. Esta obediencia, garantizaba la paz, los
libraba de cualquier conflicto y el pueblo podía seguir con su vida “normal”,
bajo la única norma de la obediencia. No
sé por qué, pero intuyo que al leer estas líneas, nos vamos identificando con
la realidad del coronavirus a nivel mundial.
Obedientes ante la nuevas relaciones virtuales, donde lo primero que se
apertura son las relaciones humanas comerciales, sin que nadie nos interrumpa
en la privacidad de nuestros hogares. El
consumo controlado por los grandes sistemas informáticos, con todos los datos
personales de cada uno en la red.
Obedientes al nuevo sistema consumidor, porque el antiguo nos llevaba a una crisis económica peor que la del 2008, según los expertos. La llegada del coronavirus ayudó mucho a que
esta crisis, fuera solapada y encontrara un culpable en la “naturaleza”. Aquí estamos entre los que obedecen las
normas y los que no le hacen caso. Ambos
por cuestiones de sobrevivencia. La
diferencia entre unos y otros, es por el hambre y la reputación. Dos aspectos básicos de la psicología humana. Entre la obediencia ciega a las normas y el
silencio, se garantizaba evitar el conflicto a muerte segura por incumplirla. ¡Qué raro que todo esto se parezca a la
realidad que vivimos! Pero, ¿Cuál es el
aspecto psicológico de este tipo de “pax”, que identifique con nuestra actual
realidad de confinamiento?
El nacimiento de la psicología lo explica mejor. Todo comenzó con el sentimiento de
miedo. Este es el aspecto psicológico,
que cuando se explota, ya no es un recurso que puede servirnos para superar
cualquier evento que nos intente hacer daño, sino vivir sin hacer nada con
aquello que maltrata. Desamparo
aprendido, en aspectos sociales y personales. Aquel miedo psicológico que paraliza. Vuelve torpes
a la personas para cualquier movimiento que no sirva para su emperador, amo u
opresor; entiéndase que puede ser un sistema, organización o persona. El miedo, con esas características, es una
gran herramienta de la psicología de la amenaza, frente a alguien que se quiera
sublevar. Mucho más efectivo, cuando
éste tiene que ver con la propia vida: la amenaza funciona muy bien. Amenaza explícita, como una norma, o implícita
como ver como matan o muere un desobediente.
En psicología le llamamos castigo punitivo. Algo así: si quieres morir, sal a la calle,
cuídate solo e inféctate del virus mortal.
La policía y las fuerzas del "orden", con sus armas están para protegerte y que
no salgas. Recuerda siempre las miles de
muertes a causa de la pandemia y los millones de infectados en todo el
mundo. ¿Entonces cuál es la propuesta de
la psicología para resolver un conflicto como el que vivimos frente al
coronavirus y las políticas adoptadas?
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Del Pintor Juan Rodolfo López |
Diferenciar la “pax romana” de la “paz” que conocemos. Pero, ¿Cuál es la diferencia?. La paz que conocemos a través de la evolución
humana, es aquella que no huye al conflicto y lo enfrenta. Aquella que consigue
la tranquilidad psicológica, mientras se moviliza por cambiar el orden de las
cosas. No se queda paralizada. Es decir, el #YoMeQuedoEnCasa significa, ante
todo, un movimiento para observar y rechazar públicamente, lo que siento que me
hace daño, por ejemplo: reactivación económica no pensada en el
trabajador. Sistema de salud que
necesita ser cambiado cuando pase esta pandemia. Estudios basados en la ignorancia hacia un
sistema que nos necesita pasivos. Un
estilo de vivienda precario, que nos refriega en la cara que los que mueren, en
su inmensa mayoría, son los miserables en pobreza. Los que viven del día a
día. Si volvemos a una psicología del
silencio, entonces daremos gusto a una “pax” impuesta camuflada en las
instituciones que la amparan, hasta en las relaciones interpersonales, de la
cual necesitamos salir, desafiar, organizarnos para vivir mejor en la
fraternidad, propia de nuestro proceso evolutivo como especie humana, hacia una
paz movilizadora. Por ello, de forma
humillante, el Ministro de Salud del Perú, ha tenido que reconocer, agachando la cabeza, que el
Estado no puede cambiar los altos precios que han puesto las clínicas privadas
para atender a los pacientes del coronavirus.
Sería inconstitucional. Quizá, por la psicología del miedo el Ministro, no ha podido concluir que tenemos que cambiar la Constitución
¡Esa es nuestra esperanza y la propuesta de la psicología de la paz, no
la reclusión paralizadora!
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