"La tumba está vacía"; Psicología de la esperanza
Otros levantan monumentos, graban lápidas. Yo he vuelto a parirte, con el mismo dolor, para que vivas un poco más, para que no desaparezcas de la memoria. Y lo he hecho con palabras, porque ellas, que son móviles, que hablan siempre de manera distinta, no petrifican, no hacen las veces de tumba. Son la poca sangre que puedo darte, que puedo darme. (Piedad Bonett a Daniel)
¡La tumba está vacía! Gracias a los más de ciento ochenta que han
muerto por el COVID-19 en Perú, hasta este momento. Los cuerpos no están en la tumba, en el lugar
de los muertos. Se esfumaron con el humo
de la cremación. Están en el aire que
volvemos a respirar. En el polvo
limpio del virus. Vuelven a la tierra
que pisamos. Gracias porque en el aire y
tierra, ha quedado partículas de ellos y ellas. Ha formado una nueva masa, junto con los que
vienen y dejarán la tumba vacía en los próximos días. ¿Qué
quedó en ese aire y tierra, que no quiso permanecer en la tumba?
Quedó la dignidad de haber
caminado en la libertad de forjar un mejor Perú, con su trabajo. Se siente el
aliento de sus esperanzas, por la casa propia, en cada una de sus familias. Los
relatos de sus ancestros cuando llegaron a la ciudad. La historia familiar teñida de hijos
legítimos e ilegítimos, en un pasado reciente.
La herencia de la eterna búsqueda por mejorar el bienestar de la
familia. La gratitud por haber reído
juntos, y llorado también. Llegaron en
un burro sin fama ni gloria. Sin saber
que la muerte llegaría en abril del 2020, en la fiesta de Pascua para muchos creyentes. Tampoco era algo que les preocupara mucho. En el aire quedó el sueño de ver a los líderes y
autoridades lavar los pies de quienes los elegimos, para sentirnos
iguales todos. El recuerdo de don Mario y
su panadería. Doña Flor y su
restaurante. Diego y la fuerza del amor
de su vida, por encima de todo prejuicio.
Las luchas de mi abuela, el “ojón”, mi padre, franklin y doña Elena que se fueron antes de
ustedes. En el aire que respiramos y la
tierra que pisamos, queda el desafío por mejorar el sistema de salud, que no estuvo
a la altura de ustedes, en los últimos momentos. Allí están los desafíos de volvernos a
abrazar en cada victoria por nuestro país.
Mejorar nuestros caminos al campo y desafiar al ladrón que viste con
terno u otro uniforme. La falsa religión
que nos dopa, para no enfrentar los problemas de nuestro barrio, distrito,
provincia o región. Aquellas razones e
ilusiones que nos trajeron a la ciudad, como Aquel que entró a la ciudad con los ramos de
olivos. La solidaridad que brota del
corazón, no de las dádivas pseudocompasivas, sino del fondo de cada ser, como
aquella escena de la hija que murió y que la levantó, del leproso que tocó, de
los hambrientos que dio de comer, por las esperanzas que recibieron de las
montañas bondadosas de nuestros pueblos.
Eso no se quedó en el lugar de los muertos. Está en el aire y la tierra. Por eso, ¡La tumba está vacía!
Aquí estamos de pie, resistiendo. Respirando el aire y pisando la tierra, en la
que se han convertido. Asumiendo los
desafíos. Con la “Tumba vacía” han
desnudado a la CONFIEP, sacando lo peor de sus pretensiones. Les han obligado a manifestarse como lo que
son, peor que el coronavirus, intentando repetir la historia de masacre y
esclavitud de nuestra gente. Por eso,
ustedes han pedido perdón y han dejado “la tumba vacía”, para disolverse en el
aire y unirnos a la lucha que se viene. Por
eso, #YoMeQuedoEnCasa, para salir luego con ustedes y completar la tarea de
limpiarnos las heridas mutuamente y enfrentar los ataques colaterales, por la
que han dado su vida y nos han hecho valorar y dar sentido a la muerte. Nos han desnudado también a nosotros, cuando
hemos huido para no contaminarnos. Por
miedo a ello les hemos negado. Los
dejamos solos y solas. Les lloramos de
lejos. Al mirar la tumba y no encontrar
sus cuerpos, afirmamos que nos dejaron su aliento y fortaleza para seguir
desafiando a los males de nuestra patria.
Nos espera unos días más, para ver tumbas vacías, porque necesitamos más
sueños, esperanzas, fuerza en el aire y la tierra, para seguir los pasos que
ustedes forjaron y que no defraudaremos frente a fuerzas oscuras, peor que el
COVID-19, que se ha convertido en nuestro aliado, para dejar “la tumba vacía”,
como testiga del resurgir de una nueva patria, compatriotas más aguerridos por
los pobres, como metáfora para levantarnos de la tumba que nos han impuesto,
sacando lo peor de nosotros, a través del miedo y el terror por un apocalipsis
inventado, que nos somete al amo. No
están allí. “La tumba está vacía”. Ahora son libres, porque han resucitado y
están con nosotros en las luchas y desafíos, que nadie ha podido sepultar. Gracias por permitirnos no buscarlos en lugar
de los muertos. Los encontraremos en la
fuerza para luchar por un país y un mundo mejor, donde nos volvamos a abrazar, riéndonos hasta que la cara nos duela, en condiciones de igualdad, en las victorias de nuestras luchas. Por eso, resistiremos, como ustedes en el
aire y tierra. Gracias por “la tumba
vacía”, es nuestra evidencia y esperanza.
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