PSICOPOLÍTICA: El Dios de Maduro, Ortega, Áñez y Piñera.
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fotos de la gran época, bbc, el mar platense y infobae, respectivamente |
Cuatro naciones: Venezuela,
Nicaragua, Bolivia y Chile. Cuatro
formas de hablar de política, asociadas a la divinidad. Cuatro maneras de entender la fe, Dios y ciudadanía. Cuatro prédicas totalmente diferentes, con un
denominador psicológico común: religiosidad funcional. ¿Qué significa esto para la salud psicológica
de un país, gobernado por alguno de estos líderes?
Significa 26 muertos,
aproximadamente, en Venezuela, en las protestas de enero de este año. 325 muertos en Nicaragua, desde que se
iniciaron las protestas en el 2018 hasta la fecha. 23 muertos, probablemente
más, en Bolivia hasta el día de hoy, mientras escribo estas líneas. Finalmente, más de 22 muertos en Chile. Sin contar los miles de heridos, encarcelados
en los cuatro países. La libertad, de la
soñada democracia, se convirtió en coacción, opresión. Es un síntoma psicológico generalizado en la
población de los ciudadanos que la padecen en los países en conflicto y en los
que observamos esta situación. Por esta
razón, los psicólogos comenzamos a plantearnos que enfermedades como la depresión,
el síndrome de Burnout son síntomas de esta disonancia entre pensar y ejercer la
libertad, en esta manera tan represiva.
Estamos llegando al punto álgido de lo que denominamos aprendizaje del
desamparo, pobreza, desesperanza o indefensión.
Necesitamos con urgencia una psicología que abra caminos de esperanza en
los ciudadanos. Pero, ¿qué tiene que ver
esta situación psicopolítica con la psicología de la religión funcional?
La práctica de la religión, en
psicología, le denominamos religiosidad.
Es decir, la forma como cada persona, o colectivos, expresa su religión. Porque, lo que nos interesa es el
comportamiento y la forma de pensar la religión en los individuos. Cada vez que en psicología decimos
religiosidad, o psicología de la religión, nos referimos a las personas en su
práctica o pensamiento religioso. No nos
referimos a la religión en sí. Aunque
tenga que ver con ello. Hay dos tipos de
religiosidad, con la que trabajamos los psicólogos frente a nuestros pacientes:
la religiosidad funcional y la religiosidad de encuentro. Lo que estamos presenciando, de estos
gobernantes, una interina en situación irregular y los otros tres bajos regímenes
de dudosa democracia, es una religiosidad funcional, con características
psicológicas precisas, compartidas por grupos de ciudadanos, en los respectivos
países mencionados, normalmente asociados al poder político de cada
gobierno. ¿Cuáles son esas
características psicológicas?
La religiosidad funcional se caracteriza
porque sus motivaciones están planteadas desde las necesidades inherentes a la
condición humana. Es decir, al
reconocimiento y valoración, de alguien, o grupo humano, que es ninguneado. Al hambre, en su condición de pobreza y marginación. Falta de realización personal y
colectiva. Entonces se recurre a la Divinidad
en busca de protección para que les resuelva sus necesidades básicas. Por ello, estos presidentes invocan a Dios en
sus discursos. En el caso de Ortega,
durante la revolución sandinista se apegó a la Iglesia para iniciar una lucha,
totalmente valedera en aquel entonces, como derrocar a una de las dictaduras
criminales de su época. Aunque ahora no
mencione a ese Dios, que ya no le sirve, lo oprime y lo castiga en los
ciudadanos que él gobierna. Por ello, la
crisis política, en este momento en Nicaragua, se está librando dentro de un
templo y alrededor del mismo, como una imagen de sus comienzos en los 60. En
Bolivia, la situación no es diferente.
Allí se ha empleado un ídolo, como su divinidad: la biblia, para
derrocar a otro ídolo de la Pachamama.
En los casos de Venezuela raya con las alucinaciones mentales, desde
divinidades que le hablan al presidente hasta la invocación en cada uno de sus
discursos, para aliviar las necesidades básicas de sus ciudadanos. En Chile, anoche el presidente, lleno de
terror ante su pueblo ha invocado de principio a fin, en su discurso, a un dios
que lo libre del miedo, como mecanismo de defensa ante sus emociones fuera de
control. Toda esta religiosidad es
motivada por condiciones inherentes al ser humano. Por eso, hay pobreza de sentimientos, con
fuerte connotación negativa. No les importa los muertos, heridos y la situación
extrema de precariedad de los ciudadanos.
Aunque lo digan en sus discursos de manera disonante en sus actos. Por ello, este tipo de religiosidad se
caracteriza por buscar la seguridad en lo divino. No se cansarán de mencionarlo, para sentir
cierto alivio y manipular la vulnerabilidad de quienes protestan. Este tipo de pensamiento y comportamiento
religioso, espera algo mágico. Un
milagro, desde la magia. Que cambie el
rumbo de las protestas y la “amenaza” que sienten de sus ciudadanos. Y así lo creen personalmente. Alzando una Biblia, hablando siempre de Dios,
o rechazando tajante a Dios a través de matanzas a los creyentes, bajo
doctrinas teóricas comunistas de siglos pasados. Son sus ritos y oraciones. Tienen una percepción distorsionada de la
realidad: caos, endemoniada, hereje, diabólica, terrenal, imperialista,
opresora… son los términos que usarán para expresar esta cosmovisión. La paz, la entienden como una lucha, para
desterrar esos elementos del mundo. Así
pues, se apegan a las doctrinas de la edad media, para sustentar su posición:
dogmas, normas, reglas, autoritarismo puro, que avala su comportamiento
autoritario y da tranquilidad a su conciencia con los asesinatos, abusos,
violaciones, maltratos a los ciudadanos de los países que gobiernan. Amparados
en sectores de las diferentes iglesias, que comparten este tipo de
religiosidad: católicos, evangélicos, comunistas ortodoxos y neoliberales a
rajatabla. Tan es así, que la
personalidad de estos personajes, y grupos que les apoyan, se basan en una
personalidad infantil con conflictos profundos de la personalidad: paranoia,
sienten que los persiguen por todos lados.
Cansados, porque trabajan día y noche, en una suerte de querer combatir
los demonios en las calles. Soledad,
porque la desconfianza ha invadido todo su ser.
Sin embargo, ¿Qué hay de los ciudadanos que también experimentan esta
psicología de la religiosidad funcional?
La libertad, que creían haber logrado
al elegirlos, o en las calles, se expresa en las redes sociales, donde todo se
puede decir. Tanta la información, que nada se entiende. Los medios de comunicación, dispersos. La sensación de libertad a esclavizado de tal
manera, que lo que se sentía como libertad de expresión, se convirtió en
nuestro cansancio por mostrar al mundo los extremos: la máxima felicidad,
siempre riendo en fotos y vídeos, en una relaciones interpersonales tristes,
reflejadas en el aislamiento con síntomas de asperger, autismo individual y
social, depresión, ansiedad, expresados en somatizaciones corporales. ¿Se puede revertir, desde las ciencias de la
salud mental, esta situación? Claro que
sí. Es el momento preciso. Mientras tanto, dejo esta inquietud: no nos
preguntemos si es vedad todo lo que he dicho, sino qué podría ser verdad en
todo esto.
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ÁVILA, A. (2003). Para conocer la Psicología de la
religión. Navarra: Verbo Divino.
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