El himen y la salud psicológica
Cuando una mujer se autodefine
como virgen, claramente podemos entenderlo de dos maneras: que jamás ha tenido
relaciones coitales y/o que tiene el “himen intacto”. Voy a referirme a la segunda connotación,
porque es un tema que afecta a la salud psicológica de varones y mujeres. ¿Por qué?
Porque para los varones,
psicológicamente, el “himen intacto” es la garantía de “pureza” de la
mujer. El máximo deseo erótico y
fantasioso de un varón, desde ese imaginario, es encontrar a una mujer que no
haya sido tocada por varón alguno. De
tal manera, que esto garantiza la fidelidad que pueda tener hacia él, en una
relación a largo tiempo. Pensar de esta
manera afecta a la salud psicológica de los varones, porque se convierte en una
obsesión imposible de obtener en la vida real.
En la mujer, su salud psicológica se ve afectada porque conocen todo su
cuerpo, pero jamás han visto la dichosa membrana. Al no haberla visto jamás, creen todos los
mitos que los varones hemos impuesto sobre el “himen intacto”, con las teorías
no basadas en evidencia científica.
Ellas, asumen el gran reto de pasar la “prueba” ante el
varón que les guste, para convencerlo que son la pareja que buscan, tipo la
metáfora de la Cenicienta que tiene que calzar el zapato que le ponga el varón. Por esos temores y ansiedades les genera, al pensar de esta manera su "pureza", afecta a su salud psicológica. Pero ¿qué dice la biología respecto al himen?
La evidencia científica muestra
que el himen es una membrana que aparece en el feto y que cubre una parte, muy
pequeña, del orificio vaginal. Esta
membrana comienza a desaparecer desde el momento en que nace y desaparece,
totalmente, muy pronto en todas las mujeres.
¿Qué función cumple? No se
sabe. ¿Es una membrana que cubre todo el
orificio vaginal? No. Definitivamente no. Si por alguna falla biológica, cubriera todo
el orificio, tendría que operarse y rasgarse, para que los fluidos menstruales
puedan salir libremente. De lo
contrario, afectaría seriamente a la salud de las mujeres. Entonces, ¿El himen
no se rasga y sangra con la primera relación coital?
Para decepción de los varones el
himen no se rasga, o rompe, con la primera relación coital, porque cuando esta
experiencia sucede, en la edad de la adolescencia o adulta, el himen es casi
inexistente, según la evidencia científica.
Tampoco sangra, porque el himen es una membrana avascular. Lo que sangra son los tejidos musculares que
se encuentran en los labios vaginales, pero no el himen. Entonces, ¿Por qué normalmente cuando se tiene la
primera relación coital, sangra la vagina?
Porque los labios vaginales no han estado totalmente lubricados. Al no estar lubricados, no están preparados
para una penetración. Es como cuando
nuestros labios están re-secos por un fuerte resfrío y no podemos sonreír, o
estirarlos, porque comienzan a sangrar y causa un pequeño dolor. Igual sucede con los labios vaginales, puesto
que están hechos con la misma estructura ambos. Entonces, ¿quiere decir que la
virginidad no existe?
Si entendemos la virginidad como
himen intacto, no existe. Es
imposible. Por eso, es un error decir que
alguien “ha perdido la virginidad”. No
se puede perder algo que no existe y mucho menos, algo que no tiene valor
alguno, como el “himen”. Ningún
especialista en ginecología sostiene tal barbaridad. Ningún profesional de la psicología podría
hablar del valor de la virginidad en esos términos. Al contrario, trabajamos intensamente por
erradicar de nuestro cerebro esa mentalidad, porque afecta a la salud física y
psicológica de varones y mujeres. Sobre
todo, a las relaciones interpersonales que se vuelven patológicas (enfermas)
hasta el extremo de signos de ansiedad, depresión, obsesión y violencia. ¿A dónde voy escribiendo de esta manera?
Quiero afirmar que la virginidad=Himen intacto, es un
constructo imaginario que tendría que desaparecer del vocabulario, porque
atenta contra la salud física y psicológica de la humanidad. No es ningún valor, sino una violencia que ha
ejercido por muchos años los prejuicios de los profesionales y la
religión. ¿Por qué lo decimos ahora?
Porque, como profesionales en salud psicológica, queremos desterrar el
pensamiento androcéntrico. Es decir,
todo el pensamiento que gira en torno al beneficio del varón, como jefe, en el lugar que se encuentre. Hoy sabemos, por
los avances en neurociencias, que eso es injustificable. Entonces las religiones que predican la “pureza
de la virginidad” ¿atentan contra la salud psicológica de la humanidad?
Por supuesto que sí. Ninguna teología (hablar acerca de la
divinidad), de cualquier religión, sostiene hoy que la virginidad se basa en un
himen intacto. Si algún líder religioso afirma eso, está dañando la mente de las personas y enfermando a la
humanidad. No merece nuestra atención,
ni respeto, si queremos conservar la salud psicológica y física. Debemos apartarnos de este tipo de prédica,
porque su objetivo no es llevar a la humanidad a cultivar la espiritualidad
(modo de vida trascendente) tan anhelada, sino a imponer normas de conducta sin
sentido alguno, basadas en la represión y violencia absurda consigo mismo y los
demás, por las razones ya mencionadas.
Si la religiosidad de las personas no contribuye a la salud física ni
psicológica, entonces es una perversidad que, en estos tiempos, no tendríamos
que tolerar. A lo largo de la historia, la teología tuvo que erradicar, de
manera radical, de su discurso la fundamentación de las cruzadas. Así como, que tuvo que desaparecer de su
discurso, de manera tajante, la afirmación que las personas de color negro no
tenían alma. Hoy, tendría que hacer lo
mismo, con el tema de la “pureza” basado en el “himen intacto = virginidad”,
por las mismas razones teológicas que fundamentó en contra de las cruzadas y el
color de las personas.
Digo esto, en el día de la mujer,
porque todo lo que les afecta a ellas, afecta también a los varones. Y, ¿por qué no al revés también? Porque los
varones, nos hemos otorgado privilegios basados en prejuicios de poder, como el
que estamos comentando. Por ello, cada
vez somos más varones que asumimos la causa de la mujer. Si somos profesionales de la salud, para
liberar a la ciencia de prejuicios, sin evidencia científica. Si somos creyentes, para caminar con la
humanidad hacia una espiritualidad integradora, más allá de cualquier exclusión
religiosa.
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