Igualdad de género. Salud psicológica
Estoy leyendo la novela inédita
que has puesto en mis manos, estimado Richard.
La interrumpo para escuchar el Mensaje Presidencial del 28 de Julio del
2018. El tema es que ahora la igualdad
de género es una política del Estado Peruano.
Junto a este anuncio, varios nombres de mujeres contextualizaron el
discurso del Presidente del Perú.
Mientras escucho cada nombre de las víctimas, vuelvo a repasar en mi sistema
límbico las primeras páginas de tu novela e irrumpe la sensación de estar
frente al inicio de una lucha que llega a su madurez por reivindicar el derecho
a estar aquí. Entonces me pierdo en
Nicolás, tu personaje.
Me encuentro con los hijos de “papá
Lola”. La veo pelearse de la peor forma,
por defender a los suyos y a ese “Yo”, que los psicólogos solo podemos entender
en contacto con los vínculos de nuestro alrededor. Lo veo sacar el coraje y la fuerza de una
madre, para enfrentar cualquier desafío.
Al mismo tiempo, la reflejas con el perfil de alguien muy cariñoso y
afectivamente transparente, que los psicólogos denominamos intimidad, en las
relaciones recíprocas de autodesvelamiento.
La reflejas como un padre. Entonces
entiendo la ternura de sus hijos, cuando la llaman con un afecto
indescriptible: “papá Lola”. Es allí,
donde me encuentro, estimado Nicolás, descubriendo que lo afectivo y emocional
en condiciones de igualdad no tiene género, porque no hay lucha de contrarios
sino conexión de intimidad. Entonces
lloro su muerte, sin sentido. Lloro por
los logros de sus hijos que heredaron esa riqueza de emociones y
afectividad. Me afecta, positivamente,
que la lucha por la igualdad de género, sea el motor de la armonía que
necesitamos para seguir queriéndonos y pacificando nuestras existencias en busca
del bienestar. En busca de las
endorfinas que produce nuestro cerebro, para darnos la tranquilidad y
felicidad, de estar con la persona que amamos, bajo aquello que los psicólogos
denominamos: compromiso de pareja. Eso
es “papá Lola”, el personaje de tu novela, que lleva hasta el extremo la
igualdad introyectada en una sola persona. ¿Cómo se puede ser padre en un
contexto de maternidad machista?
La respuesta es: psicológicamente
imposible. No se puede. De ahí la tragedia del hijo quitándose la
vida, en una relación de pareja ejemplar.
Siento mucha tristeza, desde mi masculinidad, por todas aquellas
víctimas que hemos amado hasta el extremo de obligarlas a ser invisibles, hasta
que su propia muerte hable por ellas y ellos.
Entonces pienso en el personaje de referencia en psicología, que brilla
por su machismo exacerbado expresado en la ciencia que muchos practicamos, para
escucharlo decir que es un crimen y una crueldad injusta, cuando la sexualidad
quiere expresarse fuera de los marcos convencionales impuestos. Entonces Freud, se convierte en el padre de
este contexto de maternidad machista, para dejar clara su posición frente a una
madre perturbada por su hijo. Surge la
imagen de verte en esa situación amigo, Richard, frente a tus amigos
acompañándolos en el duelo de su hijo, con sentimientos encontrados sin
definiciones de género. Sentimientos de
culpa, cuando la desigualdad de género convierte las heridas en mortales, bajo
unas relaciones que pudieron ser las más bellas de la vida, para narrarla como
una novela con final feliz. También es
imposible ser madre en un contexto machista.
¿Cómo entender la igualdad de género en una experiencia cromosomática
XY?
Es allí donde “papá Lola” se hace
eco de una familia, cuya filiación rompe con el esquema del cuerpo que
engendra. Donde a lo largo de tu novela,
las amigas y amigos rompen el silencio de su intimidad, para encontrarse
consigo mismo. Allí no existe otro
vocabulario que el rosario de expresiones eróticas, en este juego de roles
intercambiables, para expresar lo mejor de nosotros mismos. Entonces pienso en los besos que narran tu
novela. Aquellos momentos de sexo entre
dos que inmortalizan desde siempre las ansias de estar confundidos en el placer
que nos produce el sexo, en contextos igualitarios. Donde se rompe el esquema estereotipado por
el simple hecho de dejarse llevar en el lenguaje que hemos reprimido para
decirnos cuánto nos amamos, sin buscar palabras más allá de nuestro sistema
límbico. Aquel sexo que se disfruta
fuera de uno mismo, también. Nos une la
diversidad, en condiciones igualitarias.
Mientras tanto “papá Lola”, no es una experiencia fuera de lugar sino
que descifra el placer de entrelazarnos en vínculos afectivos intensos y desafiantes,
para hacer alarde de lo que genéticamente estamos hechos: muchas “X” y muchas “Y”. Combinados de mil maneras en nuestros
afectos. Cuando tu novela termina, en
situaciones paralelas de ver a la familia, pienso en el vacío que deja no haber
respetado esta naturaleza humana tan diversa, hasta haberla convertido en brutalmente
desigual. Por eso, comprendo qué
significa en una política de Estado, la igualdad de género. Quisiera abrazarte, como el capítulo final de
tu novela. Prefiero esperar a que mis sentimientos se trasladen hasta la publicación
de tu libro, como herramienta psicoterapéutica, amigo mío.
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CADORET, A. (2013). Padres como los demás.
Barcelona: Gedisa SA.
GONZÁLEZ RUIZ, J.
(2002). El tránsito del infierno a la vida. Bilbao: Desclée de Brouwer.
NELSON, J. B. (2001). La
conexión íntima; sexualidad del varón, espiritualidad masculina. Bilbao:
Desclée de Brower.
ROBB, G. (2012). Extraños.
Amores homosexuales en el siglo XIX. Méxido D.F.: Fondo de cultura
económica.
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