Economía Agraria y los engaños psicológicos.
Estimado Tomás y Katrine, tengo
que reconocer una coincidencia entre ustedes: la economía más que números es
una narrativa. En otras palabras, es
producto de nuestra imaginación y el arte del “lenguajear”, propio del
desarrollo humano. Es decir, la
capacidad que tenemos para hablar y comunicarnos entre nosotros. Los números, en la economía, son otro producto de nuestras emociones. En el mejor de los sentidos, estas emociones
suelen engañarnos y llevarnos al mismo error de siempre: tropezar con la misma
piedra mil veces, tarareando, hasta el cansancio, la canción de Julio Iglesias.
Con razón, afirmas Katrine que
mientras Adam Smith escribía su famoso tratado de economía, no se dio cuenta de
la cena que su madre le preparaba, además de los cuidados que le brindaba para
que él se dedicara a darnos a conocer las bases de la economía. Su tratado no
tomó en cuenta este detalle. Para él, el
trabajo de su madre no tenía incidencia económica ni en su vida ni en su
producción intelectual como economista.
Partió con un margen de error de grandes dimensiones, que hoy pasa factura a cualquier
iluso que quiera acercarse a resultados económicos de algún programa
financiero, sin fijarse en la psicología de las interrelaciones subjetivas.
Solo pudo notarlo, cuando su madre falleció y él ya había publicado su trabajo
sobre economía. Por eso, estamos como estamos, de susto en susto que la
economía colapse en los poderosos y también en nuestros países. Si hubiera tomado en cuenta a su madre, definitivamente
hubiera incluido a la mitad de la humanidad en su tratado.
El afecto, ternura, alegría,
cuidado, fraternidad, son elementos esenciales para cualquier proyecto económico, desde dónde se mire. Aspectos psicológicos de bienestar. Nuestro cerebro tuvo a
bien, dentro de su proceso de corticalización, construir todo un método de razonamiento
(algoritmo), para lograr darnos bienestar, con la ilusión de mejorar las
condiciones de vida. El error más grande
para la economía comenzó con la gran revolución agrícola. Lo que ha sido considerado la mejor de
nuestras revoluciones. Y del cual parte Adam Smith, sin darse cuenta. La revolución agraria resultó ser una gran estafa de la
evolución, producto de nuestra psicología de las emociones. Lo que tiempo atrás, había sido muy
estimulante de andar de un lugar a otro, recolectando alimentos, con todos los
aspectos psicológicos que esa actitud conlleva: estar a la expectativa por
conseguir alimentos, dinamizar los procesos de acomodación-adaptación en cada
lugar y situación. Todos estos procesos
psicológicos, fueron sustituidos por la pasividad de permanencia en un lugar,
para cuidar y mantener el trabajo en la tierra y su respectiva cosecha. Aunque esto, garantizó guardar más alimento
para sí mismo y la prole, trajo consigo también una desnutrición por la escasa variedad de proteínas, que cuando éramos errantes.
Además muchos momentos de ocio, que obligó a la sobrepoblación, convirtiendo
un circulo vicioso del que hoy estamos pagando consecuencias nefastas. Descubrieron el trigo, que es exigente en sí
mismo: no le gusta otra planta cerca, reclama su propio espacio. Cualquier gusano podría aniquilar al trigo,
así que nuestros ancestros se dedicaron a cuidarlo hasta con su vida, desde que
salía el sol hasta que se ocultaba.
Terminaron trabajando el triple a comparación que cuando eran
recolectores. Aumentaron los seres
humanos y tuvimos peores condiciones de vida.
Algo de lo que psicológicamente no hemos podido librar a la economía,
que insiste tercamente en la acumulación.
El trigo nos trajo este proceso de nunca terminar; enriquecer algunas élites
y empobrecer a otros con el doble de trabajo.
Igual podemos decir del maíz y el arroz.
Espero no herir psicológicamente a nadie, pero el “pan de cada día”, que
recitan muchos en sus oraciones, es la frustración más grande de nuestra
historia y una estafa que aún continúa, sin haber hecho justicia a la madre de
Smith, el padre de la economía.
Hasta que por fin, quiso
corregir Karl Marx, para entrar en la siguiente etapa que completaría la otra cara de
la economía, tan desastrosa como la anterior.
Pues rebatió lo que ya estaba mal de sus inicios, para partir de lo
contrario, sin tomar en cuenta la individualidad creativa de nuestra era
recolectora, que tanto extrañamos por ello inventamos los deportes de alto
riesgo. Otra vez, la psicología sin
tomarse en cuenta. Bajo esas premisas, creamos seres ficticios que se relacionen
con nosotros, les dimos vida y les pusimos cuerpo. Les dimos nombre a cada una de esas creaturas
y las agrupamos en la especie denominadas Empresas, Dinero y Nación. Todas ellas producto de nuestras
alucinaciones mentales. Las pusimos al
servicio del ser humano. Creímos que era
lo máximo de nuestra producción cerebral y que nuestra vida estaba asegurada,
como en la revolución agrícola. No
hicieron más que convertirnos en obesos, literalmente, y al final la humanidad entera ha terminado al servicio de esas entidades inventadas con
cuerpo y vida propia. Esclavos una vez
más. Aunque nos matemos de risa, al leer estas líneas. Al menos, eso hemos logrado en el desarrollo
de las emociones: reírnos de nosotros mismos.
¿Será por eso que los premios
nobel de economía se están dando a psicólogos por sus aportes a la misma? Porque, para decirlo de una
vez, la única empresa que sobrevivió a la gran crisis económica de los últimos tiempos,
fue Audur Capital. Una empresa que dio
importancia al capital humano y lo valorizó en números. La economía financiera cambió de cara. En esta empresa podemos encontrar como
algunos de sus fundamentos el capital emocional y ganancia con principios. Por supuesto, arropado estos fundamentos en
la transparencia de resultados tanto negativos como positivos, expuestos a sus usuarios. Pero claro, si Audur Capital
se hubiera concentrado en los principios de Smith o de Marx, no sería más que
otra falacia más producto de nuestros algoritmos cerebrales que nos hubiera llevado a la ruina total, como las crisis económicas de gran envergadura, que hemos vivido.. En otras palabras, obra de nuestras falsas
ilusiones forzadas de nuestra psicología.
Por ello, para evitar esta confusión cerebral, y sacarle un mejor
provecho a la economía, la empresa Audur Capital fue fundada y dirigida por
mujeres. Es decir, tomaron en cuenta a
la mujer que preparaba la cena a Adam Smith.
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GIRARDI, G. (2004). ¿Otro mundo es posible?
Madrid: Ed. Popular.
HARARI, Y. N. (2017). Sapiens.
De animales a dioses. Una breve historia de la humanidad. Lima: DEBATE.
MARÇAL, K. (2016). ¿Quién
le hacía la cena a Adam Smith? Barcelona: DEBATE.
MATURANA ROMESÍN,
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