Lennart Nilsson, Masters y Johnson, a través de mi tía Queta.
Ayer, 28 de enero de 2017, me
enteré de la muerte del fotógrafo científico Lennart
Nilsson (Televisa, 2017) . Lo tengo en la memoria, por los estudios
posteriores de Masters y Johnson, en la década de 1960. Ellos utilizaron las
fotografías científicas, de Nilsson, para sus estudios sobre la sexualidad
intrauterina. La diferencia entre
Nilsson y ellos, no solo es la disciplina científica a la que pertenecían, sino
también la perspectiva de interpretación que daban a lo que era evidente, a
través de la observación científica.
Nilsson petrificó la imagen del feto, sin movimiento. Masters y Johnson le dieron movimiento. ¿Por qué mi cerebro hizo esta asociación
automática? y ¿Qué tiene que ver mi tía
Queta, que jamás tuvo hijos y decidió estar soltera toda su vida, con la
fotografía de Nilsson y los estudios de los esposos Masters y Johnson?
El
Llanero Solitario, aquel autosuficiente que hace justicia, es la respuesta. Además con el coro de hombres de fondo (Wikipedia) , dan vida a lo que
se instaló en la memoria colectiva sobre las sociedades contemporáneas. Si comparo a mi Queta con el Llanero
Solitario, cometo un error garrafal, de grandes ligas. Mejor me quedo con el feto, tipo Llanero
Solitario, de Nilsson. Así no tengo
problemas de ningún tipo. Si no, la
impresión que daré es peor que la caída de la economia mundial del 2008, que
también tiene que ver con el feto, sexo y mi tía Queta. ¿Cómo así?
Nilsson,
hizo unas hermosas fotografías del feto.
Las mismas que en estos últimos cinco años han sido utilizadas de manera
abrumadora, por la cuestión del aborto.
En la mayoría de sus fotografías, no en todas, retrató a embriones
muertos. Esto le dio la facilidad de
jugar con la luz, el fondo y la composición (MARÇAL, 2016, pág. 156) . Así las cosas, lo que indicaba vida, venía de
algo opuesto y totalmente estático. Parecía
que tenía vida por sí mismo. Daba la
impresión, según la fotografía, que el feto es una persona totalmente
independientemente, que en cualquier momento abandonaba ese cúbiculo, y sale para
seguir desarrollándose solo. Como mi tía
Queta, aparentemente.
Fueron
Masters y Johnson, quienes nos dijeron años más tarde, que el feto no solo se
chupaba el dedo, sino que también se tocaba todo el cuerpo. De manera especial los genitales. Y cuando hacía esto, daba unos movimientos de
cadera, de ida y vuelta. Se agitaba su corazón. Cada vez más rápido. Después se quedaba
totalmente dormido. Que la Madre, dueña del útero de su cuerpo, sentía esos
movimientos. Incluso, nos dijeron, que
había lubricación vaginal, en la mujercitas, por supuesto, porque los fetos, al
igual que mi tía Queta, también son mujeres.
En el caso del varón, como el Llanero Solitario, se producía erección
peneana. Con eso, nuestro cerebro
registró, que no era igual tocarse cualquier otra parte del cuerpo, respecto a
nuestros genitales. La experiencia es
igual a un orgasmo adulto, con notables diferencias psicológicas, por
supuesto. Algo que la cámara de Nilsson
no pudo captar. Pero que tampoco, captó
todos los estudios posteriores de otras disciplinas que prefirieron quedarse con
la imagen estática, y fría, porque era mejor expicada a través de la razón. Ignorando las emociones que trasmitía la
mujer a ese feto. Así se concibió “el
hombre económico”. Así se concibió la
sociología. La razón, entró en juego,
sin las emociones. Por eso, mi tía Queta
decidió quedarse soltera toda su vida y no tener hijos. Además, ahora que recuerdo, nunca supe si era
hija de mis dos abuelos abuelos paternos.
Solo creo que era hija de mi abuelo.
Algo que la economía no podría explicarme, hasta antes de su vertiginosa
caída mundial en el 2008, ni la teología de la creación, por mucho que se rompan
la cabeza, ambas disciplinas que hablan de religión, desde diferentes
perspectivas y dioses.
¿Qué
si mi tía Queta disfrutó del sexo, igual que el feto y que un adulto? Masters y Johnson, responderían facilmente a
esta interrogante. Yo me quedo en el
limbo, igual que las fotografías de Nilsson, la teoría de la economía y el
origen del mundo según la religión. Pero
la vida de mi tía Queta, me explica algo mejor.
Muchas
personas acudían a mi tia Queta, para pedir ayuda. Ella trabajaba en el Poder Judicial. Resolvía miles de situaciones injustas, como
el Llanero Solitario. Era una mujer muy
respetada. En la familia le tenían
compasión y respeto. Lo primero por no
tener hijos. Decidió no colaborar con
ese tipo de economía, que te obliga a trabajar sin sueldo en la casa. Que ningunea a la mujer, como las fotografías
de Nilsson o la serie de Trendle y Sriker. O como, los hijos de las otras tías,
que tuvo que cuidar mi tía Queta. Porque
eso de criar hijos, es de las madres y de mujeres solteras. Aunque el Llanero Solitario, jamás hizo
justicia sobre ello. Idea que fue
reforzada en la teoría económica de Adam Smith, que solo se dio cuenta que su
madre existía en la economía, cuando ella falleció. Nadie le cocinaba, ni le preparaba la
cena. Entonces, la sociedad tuvo que
esperar hasta el 2008, para darse cuenta que ese era su gran fracaso, en el
mercado neoliberal. Después que mi tía
Queta murió, todos la recuerdan por los favores que hizo a la familia y a muchas
personas. Pero nadie, se toma en serio,
las emociones que puso en su trabajo intelectual en la Corte. Hasta que en una fiesta, con unas copas de
más, dijo sin tabú alguno: “Por estas tetas pasó ese juez…” Todos entendimos que el respeto se gana con
las emociones, como lo diría Masters y Johnson, y como rechazaría el resto de
disciplinas. Es decir, con las redes
emocionales que nos vislumbran con las interrelaciones. La interdependencia es fundamental. Pero más aún, los afectos, la ternura, lo
emocional, que no cabe en lo estrictamente racional, ni en la cabeza de los
economistas basados en Smith.
Mi
tía Queta decidió quedarse soltera, y sin hijos, porque quiso desprenderse de
la imagen animal, impuesta racionalmente, sobre la mujer, sobre la naturaleza
de su cuerpo fértil, en fase de embarazo, parto y lactancia (DONATH, 2016, pág. 33) . Destinada a dar y
criar hijos, sin recibir ayuda alguna, que no sea el placer y el dinero de “su”
hombre, si quería seguir viviendo.
Porque si se creemos, que el feto no depende del cuerpo de la mujer, al
igual que la economía no depende de ese trabajo de las mujeres, por más que se
nos haya dicho, hasta el cansancio desde hace más de 20 años, que la forma como
pensamos es emocional y no racional, en cuestiones de economía y la vida diaria (KAHNEMAN, 2012) , y hallamos
entregado un premio Nobel de economía, por ese descubrimiento, seguiremos
estrellándonos con más frecuencia en la economía mundial. Al no hacer caso a la vida de mi tía Queta, y
las miles de soluciones, que mujeres como ella dan al mundo con lo emocional,
afectivo, lo vulnerable que tanto tememos y que nos da vida, seguiremos
perdidos en la oscuridad del feto de las fotografías de Nilsson.
Nilsson no quiso trasmitir ese estatismo en su fotografía. Todo lo contrario. Estuvo en sintonía con Masters y Johnson. Así como, con las decisiones de mi tía Queta. Porque si la ciencia avanza, es gracias al dinamismo real y común de las personas, y no al absurdo imaginario racional, que se nos intenta imponer y encapsular, como si el útero no depende de las emociones en el cuerpo de una mujer. Como si la economía se moviera sola para ser eficaz, con la razón pura.
¡Gracias Nilsson, por tu vida y tu regalo científico!
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DONATH, O. (2016). #madres arrepentidas.
Barcelona: Reservoir Books .
KAHNEMAN, D. (2012). Pensar rápido, pensar despacio. Barcelona:
DEBATE.
MARÇAL, K. (2016). ¿Quién le hacía la cena a Adam Smith? Barcelona:
DEBATE.
Televisa. (28 de Enero de 2017). Televisa.news. http://noticieros.televisa.com/ultimas-noticias/internacional/2017-01-28/murio-lennart-nilsson-el-fotografo-que-retrato-la-gestacion-en-el-utero/
Wikipedia. (s.f.). Wikipedia. https://es.wikipedia.org/wiki/El_llanero_solitario
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