Chale, Adam, Teresa, Margaret y Delfina: El sexo de la Economía Mundial.


El otro día vino el tío Chale de visita a casa.  En tono de elogio dijo algo sobre mi padre, que me llamó poderosamente la atención: “¡Victor, pudo sacar adelante a sus siete hijos, y todos bien plantados!”.   Por supuesto, que estaba hablando de sí mismo.  Con esa frase, habló de la forma como está organizado el mundo.  En automático.  Inconscientemente, estaba hablando de la gran teoría económica de Adam Smith.  En otras palabras, del fracaso de la economía mundial, con aquella frase, sobre Victor, mi padre.  Lo que el tío Chale, me estaba diciendo es que la economía tiene sexo.  El mismo de mi padre, del tío y yo.   Orgullosamente me sentí autor del desastre económico, que está haciendo colapsar a los grandes imperios de los países más ricos del mundo.  ¿A qué viene todo esto?
 
Que la fantasía narcisista, de nosotros los varones, es haber creado, en nuestra imaginación alucinada, una sociedad que no existe en ningún lado del planeta.  Parecido a mi tío Chale y yo.  Creyendo que todo funcionará si dejamos que las reglas de juego, de la economía del mundo, sigan como están: más esfuerzo personal, más ganancia.  Cuánto más entradas de dinero, mucho mejor nos organizaremos para salir adelante.  Que todas las virtudes giran en torno a esa lógica: esfuerzo, entrega, razonamiento, fuerza, coraje, producción, lealtad a la empresa.  Es decir que el ADN del dinero es masculino (CORIA, 2016), como mi padre, mi tío Chale y yo.  Según la ley del mercado: el que pone el dinero equilibra la sociedad de tal manera que todos salimos adelante.

 Con esa lógica, es de suponerse que los grandes logros de la historia social, y familiar, se lo debemos a quien puso el dinero.  Todo lo demás, es automático.  En una sociedad donde se nos quiere hacer creer que: Profesional-trabajo especializado.  Trabajo especializado-mayor beneficio.  Mayor beneficio-más inversión.  Más inversión-más ganancia.  Más ganancia-mayor ingreso.  Ingreso económico- mayor bienestar social.  Esta sociedad ideal existe solo en la mente alucinada de los economistas, con la historia, esquizofrénicamente razonada al milímetro, de quien le puso su sexo a la economía: Adam Smith, en nombre de todos los varones.  La crisis de la economía mundial, es la crisis de la masculinidad.  Así las cosas, muchas mujeres que ganan más que los varones, en la familia tradicional, se han convertido en masculinos.  ¿Cómo así?  Ellas mandan, los otros obedecen.  Imponen sus reglas.  Razonan y ordenan la vida de los demás miembros de la familia.  Son mujeres con el sexo opuesto, que les ha otorgado el dinero.  Es así, porque quieren ajustarse a un modelo social que nunca existió en la realidad, ni existirá jamás.  Han entrado en la diabólica competencia, que nosotros los varones hemos sembrado racionalmente.

Teresa es al Tío Chale, lo que Margaret es a Adam.  Es decir, la gran ignorada de la cadena de producción, que no es tomada en cuenta en la historia de la economía y de los grandes éxitos económicos mundiales.  Si no me creen, que se lo pregunten a Audur Capital, la única empresa sobreviviente a la crisis económica del 2008 (Marçal, 2016). Empresa dirigida por mujeres.  Y es que, no nos cabe en la cabeza, aún cuando hayamos reaccionado contra el capitalismo neoliberal a quien debemos esta crisis, que la economía necesita del afecto, la ternura, el cuidado, que por siglos ha sido, magistralmente, el que sostiene nuestro mundo.  Que las emociones y la afectividad, son parte sustancial de esta cadena de producción.  Esto tiene que ver con el cuerpo humano, sus emociones y sentimientos. La vulnerabilidad que tememos. No con la razón abstracta y pura.  Aunque nos estén diciendo que los gestos simples y comunes influyen en nuestros pensamientos y sentimientos (KAHNEMAN, 2012, pág. 77), preferimos otorgar un premio nobel a quien habla de esa manera, para seguir creyendo tercamente en la razón “objetiva”.  La economía no es un razonamiento puro, sino que tiene muchísimo de emocional.  Preferimos seguir creyendo que podemos construir una sociedad equilibrada, desde la lógica de la oferta y la demanda.  ¿Qué tiene que ver con nuestra vida, todo esto?

Que seguimos, de manera desesperada, creyendo que la economía tiene su propia lógica racional.  Y tratamos de meternos en esa lógica.  Pensamos que gracias a los Victor, estamos “bien plantados”.  Esta distorsión, o trastorno mental, hace que no logremos salir adelante, a pesar de haber dado el Premio Nobel al psicólogo Kahneman, por su aporte en la economía.  Mal interpretando sus estudios estamos incluyendo en la economía, el modelo, afectivo-emocional de la familia, ingresándolo al mundo empresarial, en las coordenadas de lo racional.  Por ello, las grandes marcas corporativas ya no son la Empresa Nike, sino la Famlia Nike, con sus respectivos valores empresariales.  En esta lógica, la misma de siempre, todo tiene un precio monetario.  Así las cosas, seguiremos excluyendo lo esencial de esta cadena productiva, donde la acogida, el cuidado, la abnegación no tiene valor ni importancia en la economía de ninguna familia, sociedad o país.  Así nos rompamos el cerebro, pensando que la matemática, los modelos, las ecuaciones y las estadísticas, son los que pueden explicarnos y solucionar los problemas económicos, en realidad es la punta del iceberg (SEDLÁČEK, 2014).  Los conocimientos de la economía, y la solución a la crisis actual, se basan en otra cosa, mucho más sustancial, que solo podemos alcanzarlo si pensamos en serio la historia desde las Teresa, esposa de Víctor, o Margaret Douglas, la madre de Adam Smith. 

Mi tío Chale se fue desconcertado, cuando le nombré a Delfina, su esposa, mi tía, la madre de sus hijos.  Aspecto que seguiré hablando en la próxima conversación.
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CORIA, C. (26 de Mayo de 2016). pensódromo. Recuperado el 21 de Enero de 2017, de youtube.com: https://www.youtube.com/watch?v=G4uGRImNAyM

KAHNEMAN, D. (2012). Pensar rápido, pensar despacio. Barcelona: DEBATE.

Marçal, K. (2016). ¿Quién le hacía la cena a Adam Smith? Barcelona: DEBATE.

SEDLÁČEK, T. (2014). Economía del Bien y del Mal. México D.F.: Fondo de Cultura Económica.

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