Simeón: Rituales y Cábalas para el 2017. Cardenal-Keiko-PPK
Los rituales, como profecía
autocumplida, motivan a salir adelante.
Más aun, cuando se asocia a un estilo de vida ético. Entonces adquiere
un nivel espiritual que puede vencer cualquier obstáculo, para salir adelante a
nivel personal o grupal.
Simeón optó por el ritual ético
de la esperanza (Lc. 2, 22-35). Estaba convencido
que, él vería al niño que traería la tranquilidad a su pueblo. Tan convencido estaba, que todo el pueblo no
dudaba que así fuera. Su ritual
consistía en: ir al templo frecuentemente; bendecir a cada niño primogénito,
todos los días; convencer a los padres que, ese niño traería la tranquilidad;
dar fuerza a la madre, para soportar el liderazgo social de ese hijo. Era tal el ritual y el vínculo que establecía,
que la madre “guardaba en su corazón” esa bendición, intentando que se
cumpliera la esperanza del anciano.
Un ritual privado, desde un
vínculo ético de la esperanza. Así podríamos sintetizar la actuación de Simeón.
Aparentemente irrelevante. Porque, como
todo ritual, tiende a la repetición, hasta que por el cansancio la profecía se
cumpla. Lo irrelevante no le quita la
fuerza protagónica del cambio que se busca.
Aunque lo privado, muchas veces, da la impresión que fuera tan
irrelevante, hasta llegar a pensar que es innecesario, en una sociedad como la nuestra,
que busca el espectáculo público, para convertir el ritual privado en una
pseudo ética. Es decir, en relaciones
interpersonales falsas, para lograr objetivos manipulados en beneficio
personal, a través del show.
Lo que hemos visto en el Perú, casi
como estampa coloquial, en la Capilla del Cardenal, rezando con la lideresa de
Fuerza Popular, Keiko Fujimori, y el Presidente de la República, Pedro Pablo
Kuczynski, es una muestra de un ritual privado.
Se hizo público por el organizador de dicho encuentro, adrede. Es el mejor ejemplo de una
pseudoética de relaciones interpersonales falsas. Porque, a decir verdad, aquella imagen está muy en contra del
objetivo que perseguía Simeón. Es así, este caso, puesto que busca protagonismos personales, evidentemente. Por ello, esta imagen, siendo un acto privado, o un acto espiritual esperanzador, pasó a convertirse en una amenaza pública de
lo que se viene para el nuevo año, similar a la forma apocalíptica de cualquier relato.
RESUMEN: Quiero
mirar este espectáculo, de la imagen orante del Cardenal y sus invitados, desde Simeón, para rescatar lo ético y
espiritual, que me llene de esperanza para el 2017, en nuestro país. ¿Cómo hacerlo? En tres puntos:
1°. Tener presente a estos tres personajes
juntos, para ubicar que nada ético puede salir de quienes tienen antecedentes
como: silencios ante delitos de abuso sexuales a menores; delitos contra las mujeres, en
esterilizaciones forzadas; Vínculos con el Panama papers.
2°. Estar atentos, para que
nuestra espiritualidad, aquella que nos empuja a transformar el entorno, no se
ufane en el show mediático de publicaciones de rezos privados, sino en un estilo de
vida religioso coherente, sin ansia de poder, o protagonismo narcisista, que no busca el bien común.
3°, Cuidar, éticamente hablando, la
Presidencia del Perú, para que no vuelva a suceder, lo que se ha visto en esa imagen apocalíptica,
tan reveladora para el 2017.
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