Intimidad: De la hipocresía al cinismo.
Alfredo: La bienvenida que le dieron fue “caminar en pato”. Sus rodillas sobre el suelo, mientras avanzaba
como una cuadra en esa posición. Sintió la patada de un
efectivo sobre su trasero. Le dolió. Gimió un poco, pero se hizo el fuerte y siguió
caminando. La ingle se endureció a tal
punto, que cuando fue al baño, tres horas después, se puso en cuclillas y tuvo
que pedir ayuda para levantarse y caminar.
¿Dónde se encontraba?
Javier: Ese día revisé su celular. Le encontré una comunicación con su ex. No podía creer lo que estaba viendo. Él le hablaba con lenguaje explícitamente sexual. Ella también. Parecía que la mujer que estaba chateando con él no era mi enamorada. El sólo hecho de pensarla de esa manera, me hacía sentir asco. Somos dos culturas totalmente diferentes. Ella viene de una cultura donde la venía y reverencia son el pan de cada día en los vínculos. Siempre le había dicho que necesitaba que me abrazara, que me tratara con cariño. Pero, estas expresiones que estaba leyendo era de otra persona, que yo no conocía. No podía ser ella. Pasé saliva. Esperé que saliera del baño. Le dije seriamente lo que había encontrado…
Alfredo: Su mirada conjuga con su rostro, mientras va
narrando lo que vivió durante varios años. Sonríe y no hay odio en su
mirada. Uno de sus compañeros de habitación, colocaba una sábana blanca cuando llegaba su pareja. Además, encendía una luz cuando estaba con su pareja. Podía ver sobre las sombras de las sábanas la
práctica de sexo oral que tenían. No
había más espacio, como para evadir aquel encuentro. A él le hablaba
como dirigiéndose a una mujer. Le decía
que siquiera apagara la luz, cuando llegaba su pareja, para fastidiarla. A ella, le pagaban hasta diez soles para que lavara la ropa del resto. Ella se encargaba de la decoración, cuando
había acontecimientos relevantes. Se hicieron amigos, cuando le vendieron la cama que estaba encima del baño, donde había puesto unas
tablas y el colchón. La cama de su amiga quedaba
enfrente. Por eso hablaban mucho.
Javier: Cuando le dije todo lo que había visto, no negó absolutamente nada. Para ella fue banal todo lo que había pasado con su expareja. Lo cierto, que mientras estamos juntos, jamás se había contactado de esa manera con él. Pero nadie me quita de la cabeza la forma casi de una servidora sexual ante un depravado. Repugnancia. Asco. Eso es lo que siento. Lloro delante de ella. No puedo contenerme. Esta noche no me puedo quedar con ella. Por eso decido irme…
Alfredo: Mientras conversábamos bebíamos algo desde el bar de
moda en Piura. En el último piso de un
edificio. Veo de reojo los carros pasar
como caja de fósforo hacia abajo. Todo
es tan normal. Intentaba meterme en su
relato. No puedo evitar recordar un
episodio similar que viví hace más de trece años en la organización donde
estaba. Una moral cínica
Javier: Desde ese momento sólo pienso en lo brutalmente seca que fue ella en nuestra relación. Aquí está de moda decir que ella es sumisa y el otro el dominante. Parece que el sadomasoquismo se ha instalado eróticamente en las relaciones amorosas. No entiendo cómo se puede mirar así una relación. Esto me lo confirmó ella, cuando estuvo fuera del país por un tiempo. Confirmaba mi posición frente a lo que encontré en su celular. ¿Por qué a mí? No puedo terminar una relación normal, sin que sea una tragedia. Estoy harto de este tipo de relaciones. Le tengo que decir que ya no quiero seguir con la relación. Tengo miedo de que se vaya a matar, como fue la amenaza en sus redes, cuando terminamos la relación. ¿Qué hago?
Alfredo: Mientras me habla pienso en la moral hipócrita que
hemos vivido hasta hoy. Con su relato
resuelve la duda que estamos frente a una humanidad cuya psicología se enfrente
a una moralidad cínica, donde podemos hacer lo que se nos venga en gana, porque
nos creemos con derecho y “nos lo merecemos”
Javier: Soy consciente que estoy cubierto con mis sábanas. Despeinado. Hablando de la forma cómo terminaré con ella. Soy consciente que estoy hablando en voz baja. Hace mucho frío por este lado del mundo -Todo ello es reflejo de la perplejidad del momento que está viviendo interiormente-. Ella es muy bonita. Me lo dicen todos. Nunca estuve con una mujer tan bonita como ella. Pero no puedo más. No tenemos nada en común. Tengo que terminar. ¿Cómo?
Alfredo: El jefe de los “capos de la construcción” pagó
mil soles para que nos sacaran de la “olla”, cuando llegara la visita. Me integró a su visita. Sentí la presencia divina allí. Luego me gané la confianza de todos por mi
experiencia profesional. Los jefes necesitaban
de mis servicios en el penal. El día que
cumplió su condena, terminaba de hacer el sistema, que actualmente usan con los
reclusos. Había pasado más de seis años,
donde volvía a ser libre…
Tanto Alfredo como Javier vivían los conflictos de dos
psicologías de la moral en proceso de cambio.
De la hipocresía a la cínica.
Algo nuevo nace de esa visión del mundo.
No hemos dejado de percibir lo panóptico
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Bibliografía
1. |
Sibilia P. Yo me lo merezco. De la
vieja hipocrecía a los nuevos cinismos. Primera edición. ed. Buenos Aires:
Penguin Random House; 2024. |
2. |
Bauman Z. Vida líquida Barcelona:
Paidós; 2021. |
3. |
elcomercio.pe. Piura [electrónico]. Piura; 2018. Acceso 18 de febrero de 2025. Disponible en: https://elcomercio.pe/peru/piura/operaban-capos-construccion-piura-habrian-6-policias-implicados-noticia-510051-noticia/. |
4. |
Foucault M. Historia de la
Sexualidad 1. La voluntad del saber Buenos Aires: Siglo XXI; 2006. |
5. |
Sibilia P. La intimidad como
espectáculo Buenos Aires: Fondo de cultura económica; 2008. |
6. |
Oré Arroyo C. infobae.com. [Online]; 2025. Disponible en: https://www.infobae.com/peru/2025/02/22/video-de-la-devastadora-caida-del-techo-del-real-plaza-trujillo-asi-fue-captado-el-preciso-instante-de-la-tragedia/. |
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