El idioma de la psiquiatría y la psicología.

 Querida Ana María: 


Antes de hablar del mayor desafío al que me entrenaste, permíteme honrar los que lo antecedieron. Cada uno fue una puerta abierta hacia el cuidado, la conciencia y la transformación.

El primer desafío fue la escucha terapéutica. Aquella que trasciende el idioma, el gesto, el signo, la tonalidad, el silencio profundo. Me enseñaste a escuchar con el alma, a percibir lo que no se dice, a sostener lo que apenas se insinúa. Hoy, esa escucha es mi práctica cotidiana, mi brújula clínica, mi forma de estar con el otro.

El segundo desafío fue hablar con claridad el idioma de la salud mental. A través de los casos compartidos, con la intensidad y la entrega que solo tú sabías contagiar, aprendí a desmontar los diagnósticos absolutos que entorpecen el tratamiento. Me enseñaste que el locus de control importa, que el carácter es el sendero por donde transita la psicoterapia, que los niveles de cortisol pueden equilibrarse, que la indigencia estructural es el input de la dimensión psíquica del cuidar. Y que el vínculo terapéutico, siempre, es más importante que la técnica aplicada.

El tercer desafío fue la gerencia hospitalaria. Tu experiencia en instituciones sanitarias de Europa y Norteamérica te había preparado para ello. Me enseñaste que la hospitalización es un recurso de emergencia, no una condena. Que las dosis medicamentosas deben acompañarse de procesos psicoterapéuticos para maximizar resultados inmediatos, medianos y duraderos. Me mostraste cómo ejercer el poder en las relaciones laborales sin perder la ética ni la ternura.

El cuarto desafío fue la confidencialidad como fundamento esencial de la práctica sanitaria. Pase lo que pase. En nuestras supervisiones, tu silencio radical era una lección viva. En nuestras largas conversaciones sobre la presentación de la casuística, me dejaste claro que la confidencialidad no es solo una cuestión ética: es una forma de vida, hasta el final. No imaginas cuánto me sostiene en mi trabajo diario.

El quinto desafío fue la diversidad de formas de vida con las que nos vinculamos. El género como dimensión amplia de las relaciones humanas y del abordaje terapéutico. La primera vez que me entrenaste en ello, confieso que no lo podía asimilar. Estaba asustado. Pero con tu suavidad profesional, hiciste que mis conexiones neuronales se expandieran hacia una escucha abierta a los sentimientos, percepciones y realidades del entorno humano.

El sexto desafío fue tu presencia como psiquiatra, mentora, amiga y confidente. Tu ser psicoterapeuta inundó nuestra relación en un sinfín de encuentros. La última vez, nos unió un largo diálogo sobre la petición de Ana Estrada y el planteamiento bioético desde Latinoamérica ante la justicia peruana. Tu mirada era clara, tu voz serena, tu pensamiento profundamente ético.

Y el último desafío, querida Ana María, es aceptar tu ausencia desde el día de hoy. También me preparaste para ello, con valentía. Es “la hora del francés”, amiga mía. Tu lengua materna. Tu despedida. Tu legado.

Gracias por cada desafío, por cada gesto, por cada silencio. Tu huella vive en mi práctica, en mi pensamiento, en mi forma de cuidar. Te abrazo en la memoria, con gratitud profunda y amor eterno.

Comentarios

ACAS ha dicho que…
Querido Billy me acabo de enterar en este momento como dices del "regreso a los brazos del Padre" de nuestra querida Ana María. Tus palabras me han emocionado y realmente la retratas.tal cual es. Si,.en pte. Porque para quienes creemos en el Resucitado la muerte no es el final del camino, ella seguirá viva entre nosotros cada vez que la recordemos, que pasemos por la memoria y el corazón los momentos compartidos. Gracias hermano por tu testimonio. Ella ya vive en ti, en ese legado que te ha dejado y nos ha dejado. Anita descansa en Paz y qué brille para ti la Luz Perpetua y la esperanza del re encuentro. Muy unidos. Ana CECILIA
Joseph Atuncar ha dicho que…
Estimado profesor, leo detenidamente cada uno de los desafíos y sus mensajes con un sentimiento inmenso, lamento demasiado la pérdida de la Dra.Ana María Mambourg. A través de su escrito puedo observar la trascendencia que dejó la Dra en usted. Rescato mucho esta sublimación de sus sentimientos y recuerdos profundos frente a su pérdida. Muchas fuerzas profesor Billy, su escrito me hizo reflexionar mucho sobre la trascendencia que las personas pueden generar en nuestras vidas, saludos cordiales.
BILLY JAVIER ha dicho que…
Así es Ana Cecilia, amiga, muy unidos en el nombre de Ana María, la "matriarca" como la conocimos en el equipo de trabajo. Un fuerte abrazo.
BILLY JAVIER ha dicho que…
Estimado Joseph, la fuerza psicológica de la trascendencia es fundamental en las interrelaciones personales. En nuestros los encuentros académicos con ustedes he compartido mucho de ella. Un fuerte abrazo.

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