Psicología de la reminiscencia en una sociedad de "bastardos".
Llegas empapado de tus recuerdos, don Adrián, a tus 91 años. Mirada tierna y voz apagada. Sumido en la tristeza. Tengo que acercarme mucho más de lo normal, para escucharte. Puedo ver toda la historia de tu vida en tu rostro y en tu mirada. Hay mucha ternura en ti. Sólo después del primer encuentro, puedes romper en llanto para decirme: “soy hijo natural”. Entonces comprendo el origen de tu aflicción y la necesidad de decir tu palabra. La reminiscencia es lo único que se me ocurre, como proceso terapéutico. Tengo que volver a la fotografía que “recupera y mata”, paradójicamente. Sólo así se entiende el sufrimiento y se enfrenta los duelos que necesitamos culminar. Ese es el camino que elijo, en los encuentros contigo, don Adrián. De esta manera mi cariño y admiración crece hacia ti, como un hijo para intentar salir de la oscuridad de los lamentos. Entonces, pienso en la historia de mi país. ¿E...