IN MEMÓRIAM

Te cuento de él, hermano. Es un amigo mío, muy querido. También partió, justo cuando estoy a punto de dar un giro a mi vida, en modo copernicano. Después de vivir tanto
tiempo, en un ambiente de proyección social, en un clima religioso, rodeado de
muchas emociones y afectos, me mudo para vivir de otra manera, un poco más
espiritual, paradójicamente. Te cuento una de las anécdotas sobre un paseo por el Lago Titicaca:
-“Por favor, señor no suba a la
proa, ¿acaso no ven que está totalmente lleno?”. Con voz fuerte y mirada desafiante, me increpó,
en medio del asombro atónito del resto.
-“Entonces tírate al agua, para
tener menos peso”. Dije con voz más
aguda y arrugando mi frente. ¡Ambos
reímos! Luego la llamada de la Embajada
Norteamericana, para la entrevista en Lima, interrumpe aquel viaje. Me quedo con el vacío de esa primera
ausencia, de aquel amigo mío y del comienzo por abandonar un estilo de vida. ¿Te acuerdas hermano, que habíamos quedado encontrarnos en Jamaica, aquella vez?
Mi hermano, prefiero mirarte a
los ojos, cuando me hablas en inglés, o en el idioma que se te ocurra, para
entender lo que dices, a través de tu mirada y gestos, más que por las palabras. Tratando de explicar, lo realmente
inexplicable. Si para ti, cambiar de un
idioma a otro es tan fácil, para mí, quiero que sepas, cambiar de un modo de
vida a otro, parte de la misma motivación tuya: la aventura por lo nuevo y
desconocido, en todas las dimensiones de la existencia. Ya no me es tan complicado. Por eso, quiero quedarme con aquel momento,
en la playa. Tú y yo. Jugando nuestros pies con
la arena. Matándonos de la risa, por
aquella conversación de descubrimientos eróticos:
-“¡Me besó en la boca y no supe
qué hacer…!”. Miraba a la arena, como
intentando no haber dicho nada.
-“… ¿Y qué?”. Lo dijiste de manera tan divertida, que no
sentí el agua que había inundando nuestros pies. Aquí nadie nos interrumpió la
conversación. Pero aún, no había trascurrido los 29 años, que han pasado desde aquella conversación. Y una lágrima corre, sin darme cuenta por mi
mejilla, por la emoción de sentir ese momento, parecido cuando te tuve entre
los brazos, para despedirnos.
Aquí estoy, intentando
presentarlos. Épocas diferentes. Maneras de ser opuestas. Paradigmas políticos y sociales, totalmente
divergentes. Lugares diferentes. Los une la misma juventud. Aquí estoy, intentando entender lo fugaz que
fue disfrutarlos. En honor a la verdad,
son ausencia total, en este momento. Y
aunque suene a inferencias desacopladas esta presentación, prefiero quedarme
así, creyendo que la naturaleza nos devolverá las bromas, las conversaciones
profundas en el Lago y el Mar, cuando tenga que hacer el mismo viaje, que ustedes han decidido
no comentarme. En ese silencio, los
presento, porque son parte de lo que vivo hoy, de mi pasión, mis luchas
internas y externas, mi alegría más profunda por seguir creyendo por lo que un
día ambos proclamaron: ¡VIDA!
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