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Mostrando entradas de diciembre, 2019

Psicología de los inocentes en navidades y retos para el 2020.

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Un jugo de fresas.  Un brownie con helado de vainilla.  Dos cucharitas para degustarlo.  Mientras esperábamos el pollo a la parrilla, con puré y legumbres cocidas, que mi sobrino había pedido.  Entonces, comenzó el relato de su navidad: Mi hermano, Fernando, es igualito a mi papá.  Lo conozco por foto.  Dicen que vive de donde  yo vengo. Tiene casi la misma edad que mi hermano Percy;  él también vive en dos casas.  Más en la mía que en la de su papá.  Es bien sentimental.  Cuando nos despedíamos, para venir acá, se puso a llorar.  Es que él vive con nosotros.  Paty y yo somos sus hermanos mayores… ¿Juegas fútbol, tío?  Las grandes preguntas de identidad del sobrino Pedro, para colocarse frente al mundo afectivo y emocional, en plena pubertad.  Su mamá, Paty, Percy y él.  bajo un mismo techo.  Un mismo hogar.  Extensivo a su hermano Fernando, quien vive con su madre, pero separado del padre de ambos.  Un padre, que tiene otro hogar, que no es el de Fernando, ni de los sobrinos Pa

Psicología de la Esperanza, combatiendo el aprendizaje del desamparo. (II)

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Sin temor alguno.   Frente a frente, sosteniendo y conteniendo las miradas del largo caminar.   Es el proceso psicológico que se denomina consciencia.   ¿Para qué sirve esta experiencia?   Para crecer.   Romper límites.   ¿Qué tiene que ver con la psicología de la esperanza? Cuando se necesita y se desea tocar algo, para sentir seguridad, estamos frente a una experiencia que implica las sensaciones y capacidad de movimiento.   Sensorio motora, se dice en psicología.   Habrá que tener cuidado, para la salud mental, porque en ese estado es imposible considerar la esperanza, como un proceso psíquico saludable.   ¿Por qué?   Sencillamente, porque invita a experimentar la pseudotrascendencia.   Esto quiere decir, una construcción psicológica artificial que hace pensar como si sería libre y autónomo.   Esa percepción es falsa.   La trascendencia es la capacidad humana para salir adelante siempre.   Romper cualquier barrera que impida crecer.   Por ejemplo, viajar a otro lado del mundo

Psicología de la esperanza. ¡Inteligencia de la justicia y libertad!

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Tendremos que llegar al mismo nacimiento del camino, rehacer todo, volver con pasos lentos desparramando lluvias por los campos, sembrando trigo con las manos, cosechando peces con nuestras interminables bocas.   Nada queremos aprovechar, ¡Oh, alegría! (Javier Heraud) Aunque me quede solo, y sea el único, leyendo lo que escribo hoy, disfrutaré de este momento.   Porque la esperanza no puede entenderse de otra manera, que no sea disfrutando de la psicología humana.   Algo tenemos dentro de nuestro cerebro que, aunque no lo creamos por situaciones mediáticas, existe mucho menos violencia que en el siglo XV, por ejemplo.   ¿Podemos dar el nombre de esperanza a esta evolución psicológica? Sí.   Esperanza es fuerza para seguir adelante.   Actitud de coraje frente a cualquier adversidad, que se manifiesta en la resiliencia.   Es decir, en la capacidad de salir a flote de cualquier situación que pueda entorpecer los sueños por lograr algo positivo personal o comuni

El violador eres tú. Desde la práctica psicológica, médica y religiosa.

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Conocí a B después de tres años con tratamiento psiquiátrico por depresión, cando la derivaron a psicoterapia.   Iniciamos una relación psicoterapéutica.    Ella tenía más de 70 años, con una herida abierta en uno de sus pies, producto de la diabetes.   Yo vi cuando mi padre la arrastraba por los pelos.   La sacaba de la casa y la agarraba a patadas, como si fuera un costalillo de papas.   Le teníamos miedo.   No podíamos hacer nada por mi madre.   Una vez, yo estaba dormida, cuando sentí que me sobaban la pierna.   Estaba con mi pijama.   Era las manos de mi padre.   Intento meter su mano dentro del pijama.   Yo me moví y no me dejé.   Me hice la dormida.   Desde ese día me puse dos pantalones más y me amarré la cintura fuerte con una soga, para dormir tranquila.   Cuando llegaba, ya no podía tocarme. Le conté a mi madre, con miedo.   Me tiró una cachetada y me decía que seguro yo ando pespiteando.   Le cogí cólera y odio a los dos.   Al tiempo llegó a una tía.   A ella le conté t