Amistad. Psicología de la intimidad.
Cada gota demora una eternidad para caer, aquí, en el tópico del hospital. Entonces, entra a mi cuerpo un adormecimiento inevitable. Cierro los ojos para esperar. Mientras pienso en los minutos previos por localizar la vena, para que circule mejor ese líquido oscuro que ha recomendado el médico, a tiempo pausado. Ganas de dormir, como si hubiera salido corriendo de la universidad de un salón a otro. Llegar a tiempo al consultorio para los pacientes citados. Ponerme en la computadora a revisar las clases, enterarme del mundo o escribir algo que ya me he comprometido. Cansado a comer y estar con la madre. Como los compañerxs, en estas últimas semanas, que no puedo estar con ellxs en las calles de la ciudad exigiendo el regreso de la democracia. Siento sueño y se viene a mi recuerdo las primeras palabras del email: Querido hermano y amigo, gracias por tu confianza. Me había enterado que tenías grandes preocupacio...